Cuentos para contar.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Las últimas navidades

Melchor, cargaba los últimos fardos en su camello.
- ¡Vamos! - le instigaba Baltasar, - que se hace tarde.
- ¡Ya, ya! - decía Melchor, echando un último y melancólico vistazo al palacio donde guardaban los regalos.
Ya en las casas, mientras los camellos bebían la leche que les habían dejado, se reunieron alrededor de la cama de una niñita, que dormía abrazada a su osito de peluche.
- ¡Lo voy a echar de menos! - dijo Melchor.
- Sobre todo la ilusión de los niños..................... - decía Baltasar.
- Bueno venga, que va a salir el sol.

- Ya está, se terminó - decía Papá Noel, mientras doblaba sus ropas rojas y las guardaba en un armario.
Luego, salió de su cabaña y se dirigió a la cuadra, donde descansaban Rudolf y los demás renos.
- ¡Bueno! - les dijo, - ha sido una noche muy dura, pero ha sido la última. Sois libres.
Y acariciándoles uno a uno, dejó que se perdieran por el bosque.
Más tarde, cogía un avión con destino a Belén, donde le esperaban sus colegas.

En el auditorio, los reyes magos charlaban animadamente con Olentzero , papá Noel y demás colegas.
- ¡Atención, por favor! - dijo una voz desde el estrado.
- Os ruego un minuto de atención.
- ¡Ey, mira!, ¡el jefe en persona! - le dijo Melchor a Gaspar dándole un codazo.
- Gracias. Antes que nada, quiero agradeceros de corazón la inmensa labor que habéis hecho durante todos estos años, repartiendo ilusión y alegría por todos los hogares del mundo. pero como ya sabéis, vuestro trabajo  ya no será necesario.. Pero dejémonos de sermones, ¡Y a divertirse!.
En ese momento, una orquesta de ángeles bajó del cielo y se puso a tocar alegres melodías, mientras los reyes magos, Papá Noel  y demás, bebían, bailaban y reían sin parar.

Al día siguiente, una pequeña luz empezó a brillar en el corazón de todos y cada uno de los hombres, mujeres y niños del mundo.

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