Cuentos para contar.

domingo, 7 de diciembre de 2014

El domador del viento

Eran las nueve de la mañana; el bazar de la ciudad de Lucknow empezaba a desperezarse. Del interior de las casetas de los artesanos, se escuchaba el martilleo de los plateros; en la zona de los comerciantes, un incesante ir y venir de motocicletas cargadas de forma inverosímil con innumerables bultos; los humos y olores a especias y grasa usada, que saturaba el ambiente en los puestos de comida,.................. Era también la hora de la oración, y desde los altavoces de las mezquitas, se escuchaban salmos del Corán, entremezclándose con las bandas sonoras de los últimos éxitos de Bollygood, que sonaban en los viejos radiocasetes de los tenderos.
Rashid vivía en el bazar. En aquel momento curtía la piel de una oveja, como le había enseñado su padre. Este, provenía de una de las más prestigiosas familias de constructores de cometas, y le había transmitido su saber, heredado de generación en generación.
Un hombre alto y delgado, que llevaba una túnica oscura y velo cubriéndole la boca, entró en la tienda. Sus ojos oscuros escrutaron el pequeño taller.
- Perdone - le dijo Rashid - todavía no está abierta la tienda.
El hombre, sin prestarle atención, se dirigió a una esquina del local, donde estaban amontonadas varias cometas. Cogió una de ellas, y la observó con atención.
- Un buen trabajo - dijo - ¿Las haces tú?
- No, las hace mi padre, yo sólo le ayudo.
- Tú debes de ser Rashid, ¿No es así?
- Si señor.
- Pues ve a buscar a tu padre, ¡deprisa!
La mirada intensa del hombre, disiparon los reparos que Rashid tenía de dejar solo en la tienda a un desconocido, y fue a buscar a su padre a toda prisa.
El hombre se llamaba Karín, y era un "Domador de vientos", un arte ancestral que consistía en hacer "bailar al viento", mediante el vuelo de una cometa. De esta manera, cuando se formaba una fuerte tormenta, el "domador de vientos", conseguía apaciguarla con su arte.
Karín se reunió con el padre de Rashid, y hablo así:
- Se está formando en las inmediaciones de Lucknow la tormenta más monstruosa que jamás se ha visto. Los mejores "domadores de vientos" hemos intentado controlarla, sin conseguirlo. Los sumos sacerdotes, se reunieron, y llegaron a la conclusión de que la única forma de domar a Estela, que es como llaman a la tormenta, era haciéndola bailar con una cometa construida con "Lágrimas de luna"(1). Por eso he venido, ya que tú eres uno de los más prestigiosos constructores de  cometas.
- ¿Pretendes que haga una cometa de plata? - dijo Abdul, el padre de Rashid - ¡sería terriblemente frágil!
- ¡Alá la protegerá!
Abdul se puso a trabajar de inmediato, la tormenta estaba adquiriendo dimensiones apocalípticas. Karín llevó las "Lágrimas de luna" a un platero, que las trabajó hasta convertirlas en delgadísimas láminas de plata. Con ellas, Abdul construyó el cometa, y los sumos sacerdotes la consagraron mediante complejos rituales; y llegó el momento de la verdad.

6 años antes.

Rashid tenía seis años cuando su abuelo le llevó por primera vez a volar cometas; éste, además de constructor de cometas, era un prestigioso "domador de vientos"
- Volar cometas es fácil - le dijo -, pero hacer que el viento baile con ellas, es un arte que muy pocas personas llegan a dominar; es más bien un don que se tiene o no se tiene.
- Yo quiero hacer bailar al viento.
- No basta con quererlo. Debes amar al viento, amarlo y respetarlo; sólo entonces él bailará contigo. Observa.
No soplaba la más mínima ráfaga de viento; sin embargo, el abuelo, con un simple movimiento de muñeca, hizo volar la cometa. Rashid observaba maravillado como la cometa se elevaba serpenteando en el aire, y caía caracoleando alegremente en un picado hasta la tierra, que lamió antes de ascender de nuevo y quedarse suspendida en el aire, abrazada por el viento. Fueron muchas las horas que el abuelo y el nieto pasaron volando cometas, haciéndolas volar con el viento.

En la actualidad.

Parecía que la noche se había instalado de forma perpetua en el valle; no se escuchaba ni el canto de los pájaros, que como el resto de animales, habían huido de él. El silencio comprimía el aire, a la espera de la chispa que haría estallar el cielo. Karín, concentrado plenamente en su misión, proyectaba su fuerza de voluntad sobre la cometa de plata, para intentar dominar los impetuosos vientos. Esta, se elevó hiriente en el cielo, rasgando las negras nubes. "El domador" quiso ejecutar el nervioso "Vuelo de la paloma", para sorprender luego al viento con el poderoso "Vuelo del halcón", y atraparlo en sus garras; pero el viento, colérico, hizo añicos la frágil cometa, devorándola con las llamas del "Vuelo del dragón. La última esperanza se había perdido; la tierra estaba condenada a la destrucción.
Rashid fue corriendo a casa de su abuelo. Hacía tiempo que éste no salía de casa por problemas en las articulaciones.
- ¡Abuelo, abuelo! - gritó Rashid - ¡tenemos que irnos corriendo de aquí!, ¡la tormenta llegará enseguida!
El abuelo le miró divertido.
- Si no puedo ni moverme, ¿como quieres que salga corriendo?
- Tenemos una furgoneta que ha alquilado papá, nos iremos todos en ella.
- No hijo, yo me quedo aquí, nada ni nadie podrá escapar de la tormenta. Hemos ofendido al viento con nuestras artes tramposas, y lo vamos a pagar muy caro.
- ¡ Pero abuelo!, ¡nos tenemos que ir!
El abuelo le miró con infinita ternura.
- ¡Todavía nos queda una posibilidad! - le dijo - ¿guardas la cometa que construimos juntos, con la que te enseñé a bailar con el viento?
- Creo que está por algún rincón de mi cuarto..............,¡pero está rota y estropeada!
- ¡Pues arréglala, y con ella, baila con el viento!
- ¡pero abuelo!, ¡ni siquiera Karín el mejor domaror de vientos de todos los tiempos ha conseguido detener la tormenta!, y eso que llevaba una cometa construida con "Lágrimas de luna".
- ¡Tonterías!, lo único que hace falta para domar al viento es humildad, humildad y amor, y eso es lo que te he enseñado a tener durante todo este tiempo.
Rashid se quedo anonadado, sin saber que decir.
- ¡No perdamos más tiempo! -dijo el abuelo - ¡ve a bailar con el viento!
Rashid rebuscó entre un montón de cometas polvorientas que tenía en su habitación, y cogió una. Estaba rasgada, y le faltaba el eje corto; era su primera cometa, con la que aprendió a "bailar". Fue corriendo al taller, y remendó la rasgadura. Luego ató el eje que le faltaba con un cordel; no tenía tiempo suficiente para usar cola. "Espero que aguante"-  pensó. Después de realizar unos últimos retoques, cogió la vieja cometa, y fue en bicicleta hasta el valle, donde redoblaban los truenos entre la luz de los rayos.
Rashid estaba muerto de miedo; el viento formaba remolinos a su alrededor deshojando los árboles. Colocó la cometa en el suelo y desenrolló el cordel; vio como su bicicleta caía al suelo y era arrastrada por la hierba. "Vamos allá"- pensó. Con un ligero toque de muñeca, la cometa empezó a elevarse; el viento la embistió con furiosas ráfagas, que la golpeaban sin piedad. Rashid, con pulso firme, intentaba hacerla escapar de ellas mediante quiebros y requiebros. Pasó el tiempo; le dolían las muñecas por la tensión de las cuerdas, estaba a punto de desfallecer por el esfuerzo,...............,entonces pensó en su abuelo, su imagen le reconfortó, y recuperó las fuerzas. Poco a poco, la frágil cometa lograba volar a favor de las corrientes que cambiaban incesantemente de dirección. Hasta que el viento empezó a seguir a la cometa, y se fundieron en un único y armónico movimiento. Rashid podía sentir el inmenso poder del viento entre sus manos. Entonces sucedió algo increíble: La cometa quedó suspendida en el aire, muy quieta; se encontraba en el centro de la tormenta. A su alrededor, los vientos se aglutinaban caóticamente, girando y girando a velocidades endiabladas. Rashid, con un diestro movimiento, hizo también girar la cometa, ejecutando "El vuelo del Fénix", y los vientos le acompañaron impulsando sus alas de fuego.

Hacía un día luminoso, el abuelo en su silla de ruedas, y Rashid junto a él, hacían volar sus cometas con el viento del Monzón; jugando al escondite.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Mi amigo el globo

Le conocí por casualidad; no era uno de esos globos que flota en el aire, y que si no lo sujetas con un cordel, se van por el cielo hasta quien sabe donde; no, era un globo normal, ovalado y de color rojo. Como ya he dicho, fue una casualidad que el viento le arrastrara hasta mi algodón de azúcar, y se quedara pegado en él. Estaba en la feria, con mis padres, y todos reímos al verle  intentando escapar de la pegajosa trampa.
Desde entonces no nos separamos; le até un pequeño cordel, que a su vez enrollé en mi muñeca. No me dijo su nombre, así que le llamé Bryan, me gusta como suenan los nombres ingleses. Nos íbamos a pasear al parque, al cine, a andar en bici,................, pero me daba la sensación de que no era feliz, así que le dibujé una sonrisa con un rotulador; -"así está mejor"- pensé al verle sonreír.
Pero sabía que en el fondo, envidiaba a esos globos de helio, que se elevan y elevan hasta perderse de vista; ¿a donde irán?; él, siempre a merced del viento, o del movimiento de mi mano..............
Pasó el tiempo, y Bryan se iba deshinchando poco a poco, como todo los globos. Decidí volver a hincharlo, ¡con el aire de mis pulmones!. Desaté el nudo de su parte inferior, ¡y salió disparado de entre mis manos! cruzando erráticamente  el cielo, y emitiendo un agónico silbido que se apagó al quedarse sin aire. Luego cayó en picado al suelo. Lo recogí con un nudo en el estómago, y soplé en su boca una y otra vez. Bryan empezó a recuperar su forma, y cuando alcanzó el tamaño de su entorno, le abracé con el corazón hendido. Le até de nuevo a mi muñeca, y entonces, sucedió algo extraordinario:¡Empezó a elevarse!, tiraba de mí con todas sus fuerzas, ¡Quería que le dejase ir!, ¡y que fuera con él,...................!; y me dejé llevar.
Alcanzamos la copa de un gran roble, y seguimos ascendiendo; las golondrinas jugaban alrededor, las palomas huían asustadas. Llegamos hasta unos cúmulos; todo se volvió blanco y fantasmal. Hacía frío, y nos abrazamos con fuerza. Al salir de las nubes, el sol nos calentó de nuevo con sus rayos, y nos dirigimos hacia él, no sin antes deslizarnos por los anillos de Saturno, saludar a la Luna, que nos invitó a queso, o jugar al escondite en los remolinos de Júpiter.
El sol nos recibió radiante, como siempre, y volvimos a la tierra, montados en la cola de un cometa.
Al llegar a casa, nos despedimos. Bryan añoraba su libertar, y ahora era dueño de su destino, por lo que solté el cordel de mi muñeca,..................., y le dejé partir, allí donde van los globos. Mientras se alejaba, veía en su boca la sonrisa que le dibujé, y supe que una parte de mí iría siempre con él.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Las aventuras de Paquita, la cebra que perdió sus rayas (parte 5ª)

Se celebraba una carrera en Africa, cerca de la reserva donde había nacido Paquita. Ella, miraba emocionada por la ventanilla del avión: Grandes extensiones de hierba dorada, tamizada de arena que levantaban las manadas de ñus en estampida, grandes lagos como ojos azules, reflejando el cielo, peñas impresionantes sosteniéndolo todo,,,,,,,,,,,,., los recuerdos se amontonaron en su cabeza; ¡estaba de nuevo en casa!
En cuanto salió del avión, hechó a correr como nunca lo había hecho. Corrió y corrió sin mirar atrás, y llegó hasta la sabana, su hogar. En el lago, donde se reunen todos los animales para beber, ¡encontró a su manada!: Sus padres, sus amigos,.......todas las personas a las que amaba, allí no era más que Paquita, una más de la manada. Se sentía feliz, pero tenía mucho que hacer. Al alba, reunió a toda la manada, y les contó el maravilloso lugar que había conocido : "Burrolandia".
- ¡Iremos a "burrolandia",  y viviremos allí.
- ¿Y cómo vamos a ir hasta allí? - dijo Shogun, el jefe de la manada.
- ¡Tengo un plan!
Al día siguiente, Paquita fue a ver al hechicero, en La Montaña del Esqueleto. Le encontró en su cueva, frente a la hoguera.
- ¿Encontraste zoopía? - le preguntó al verle.
- Si, pero como me dijiste, no era lo que me había imaginado.
- ¡Nada es como te lo imaginas! - tras un breve silencio, continuó - Y ahora quieres llevar a tu manada a "Burrolandia", ¿no es así?
- Si, ¿Puedas ayudarme?
El hechicero sonrió, y subió a lomos de Paquita.
- ¡En marcha! - gritó.
Llegaron a la reserva, donde pastaba la manada. El hechicero se bajó y la reunió a su alrededor. Empezó a tocar unos tambores con forma de calabaza, y a cantar, hasta caer en trance. El cielo se llenó de nubes negras, rayos y truenos empezaron a desencadenarse sobre sus cabezas, un relámpago del hechicero, envolviendo a toda la manada con su  luz. De repente, se oyó una fuerte explosión, y la tormenta se deshizo en el aire. El hechicero, abrió los ojos; A su alrededor, grandes aves se miraban unas a otras sorprendidas: ¡era la manada!
- ¡partid!, ¡id allí donde os lleve el corazón! - gritó el hechicero levantando los brazos.
Las aves, surcaron mar y tierra, guiadas por Paquita, y llegaron hasta un verde valle, entre las montañas de los Alpes: "Burrolandia" Allí, descendieron; un gran destello les envolvió, y volvieron a convertirse en cebras:
¡Sin rayas!

viernes, 24 de octubre de 2014

Las aventuras de Paquita, la cebra que perdió sus rayas (4ª parte)

Se iba a celebrar El Gran Prix, en París, la carrera de burros más importante del mundo. Participaban los más rápidos, y entre ellos, como no podía ser de otra manera, Paquita, que era la favorita para el triunfo. La víspera de la carrera, entabló amistad con Bruno, un veterano corredor, para el que ésta carrera, iba a suponer el final de su larga y exitosa trayectoria como corredor.
- He tenido una buena vida - le comentaba Bruno a Paquita en los establos - , he visto mundo, he conocida gente, y me he divertido.
- ¿Y ahora que va a ser de ti?
- Me llevarán a Burrolandia, donde pasaré el resto de mis días a cuerpo de rey.
- ¿Burrolandia?
- Si, es un lugar donde te cuidan y te dan de comer en recompensa por tus servicios durante todos estos años corriendo y corriendo.
"- Al final va a resultar que los humanos no son tan malvados como creía"- pensó Paquita.
Al día siguiente, se celebró El Gran Prix,y Paquita fue la vencedora, sacando varios cuerpos a su predecesor. Después de los elogios, las coronas de flores en el cuello, y las fotos de rigor, le llevaron al establo, con sus compañeros. Entonces buscó a Bruno.
- ¿Habéis visto a Bruno? - les preguntó.
- Le han metido en ése camión - le dijeron, señalándole un camión que se encontraba cerca del establo.
"- Le llevan a Burrolandia - pensó. Así que rompió la puerta del establo con una coz, y siguió al camión. Quería saber si en verdad existía un lugar así.
El camión paró frente a un feo edificio rodeado de vallas metálicas y alambradas. Vio como metían a Bruno y a otros animales, cerdos, vacas, ovejas,.........en un frío y oscuro pabellón. Varios hombres, portando grandes cuchillos y delantales de plástico, esperaban en un pabellón contiguo, frente a grandes mesas de mármol.
Escuchó de repente unos ladridos, un Doberman, atado por una cadena, se movía inquieto y amenazante.
- ¡Escapa lo más rápido que puedas! - le dijo.
-¿Qué es ésto? - le preguntó Paquita.
- ¡El infierno!, ¡el matadero!, ¡Aquí es donde acaban sus vidas todos los animales que cuidan los hombres, para convertirlos en comida! ja,ja,ja,ja, si te cogen, acabarás como una rica y jugosa hamburguesa, ¿no te gustaría probarlas? ja,ja,ja,ja................
Paquita se alejó asqueada del matadero.

Lloró y lloró desconsolada por la crueldad sin fin de los hombres. Decidió no volver nunca más con ellos; se quedaría allí, en el bosque, viviendo como un ermitaño.
Pasaron los días; a Paquita le costaba mucho conseguir alimentos, acostumbrada como estaba a que le sirvieran la comida sin ningún esfuerzo. Un día, se encontró un huerto, donde crecían suculentas zanahorias, nabos y lechugas; pero estaba rodeado de una alambrada. Intentó saltarla, lo que no hubiera supuesto ningún problema para una cebra como ella, pero estaba muy débil por la falta de alimentos, y una de sus patas se enredó en la alambrada, cayendo de bruces en el huerto. La pobre Paquita perdió el sentido por el tremendo golpe.
Cuando despertó, se encontró en en establo. Le dolía la cabeza, y el estómago le rugía como un león. Se acercó al pesebre; estaba lleno de alfalfa, por lo que comió hasta hartarse; y se durmió. Cuando despertó, se encontró rodeado por una veintena de burros que le miraban curiosos.
- Bienvenido - le dijo uno de color pardo, que lucía una gran panza.  Paquita miró a su alrededor extrañada.
- tienes unas patas muy robustas para ser un burro - continuó el burro pardo.
- Es que no soy un burro, soy una cebra que ha perdido sus rayas.
Miradas burlonas se dibujaron en los rostros de los burros.
- Creo que el golpe te ha trastornado un poco, pero bueno, de todas  formas, si es así, será mejor que te lo calles, si se enteran los cuidadores, te echarán.
- ¡Pues prefiero ser libre y morirme de hambre, que tener la tripa llena y ser un esclavo! - respondió Paquita orgullosa.
Nuevas sonrisas surcaron los hocicos de los burros.
- Creo que no sabes donde estás. ¡Estás en Burrolandia, el paraíso de los burros!
- ¡Es aquí donde deberían haber traído a Bruno!, ¡entonces es cierto que existe!
- Claro, Burrolandia lo crearon unos hombres que amaban a los burros. Las máquinas han ido sustituyendo a los burros en las labores del campo y de transporte, por lo que éstos, que se encargaban de ellas, fueron abandonados a su suerte, para no tener que mantenerlos.
- ¡La crueldad de los hombres!
- No todos son iguales. Los que yo te hablo, reunen a todos los burros abandonados, y los cuidan y alimentan. Es una suerte que hayas acabado aquí.
Paquita pensó de inmediato en su manada, y en lo felices que serían todos allí.
- ¡Tengo que irme!- dijo de pronto, y saliendo del establo, cogió carrerilla, y saltó la alambrada que le separaba del bosque. Corrió y corrió por montes y valles hasta llegar a la carretera, que sabía que le llevaría hasta la ciudad de los hombres, donde encontraría el hipódromo donde tantas veces había corrido. Y hasta allí llegó, donde de inmediato fue reconocida: "Rayo", el burro más rápido del mundo.
De nuevo se convirtió en una estrella, y continuó su espectacular trayectoria, ganando carreras por todo el mundo.

domingo, 12 de octubre de 2014

Las aventuras de Paquita, la cebra que perdió sus rayas (3ª parte)

Paquita lloró amargamente; ya nada tenía sentido par ella.
Deambulaba sin rumbo por las afueras de la ciudad, cuando un Jeep pasó a su lado; se paró a pocos metros de donde se encontraba, y dos hombres se bajaron. Le observaban y hablaban entre ellos. Paquita se asustó, y salió corriendo. Los hombres le siguieron en el Jeep. Entonces, uno de ellos, cogió un fusil, le apuntó, y disparó. Paquita sintió un pinchazo en el cuello, luego todo empezó a darle vueltas, y se desplomó desmayada.
Se despertó en un establo. Le dolía la cabeza, y estaba hambrienta. Se acercó a un pesebre lleno de alfalfa, y comió hasta hartarse. Al rato, entró en el establo uno de los hombres que le había perseguido en el Jeep. Paquita se puso en guardia, pero la actitud del hombre era amistosa. Se le acercó, y acariciándole el hocico, le ofreció una zanahoria. Luego cogió un cepillo y  le frotó con él todo el cuerpo. Era muy agradable. Durante los siguientes días, Paquita se dedicó a comer y a dormir, por lo que recuperó todas sus fuerzas.
Un día, le llevaron en un camión hasta una granja. Allí sucedió algo extraño; un hombre le puso algo en la boca y en el lomo,¡e intentó subirse sobre él!. Paquita se puso a cocear, y el hombre salió disparado. Lo intentó varias veces más, y otras tantas acabó en el suelo. Luego le llevaron a un establo, junto a unos burros.
- ¡Vaya, eres nuevo por aquí! - le dijo uno de ellos mirándole con curiosidad - , ¿cómo te llamas?
- Paquita, pero en realidad soy una cebra que.............
- ¡Yo soy veloz!, bueno, así me llaman los hombres,¡porque soy el más rápido de todos estos zopencos!, pero llámame Alfred.
- ¡Menos lobos, Caperuzita!, sólo porque has ganado un par de carreras............ - dijo uno de los burros.
- ¡Un par!, ¡He ganado 8 carreras!
- ¿Hacéis carreras? -  preguntó Paquita sorprendida.
- Si, somos burros de carreras. Los hombres nos hacen correr montados en nuestros lomos, y hacen apuestas para ver quien acierta el vencedor, ¡están completamente locos!.
- ¿ Y lo permitís?
- Si, es una buena vida, te cuidan, te dan de comer, y de vez en cuando, tienes que correr un poco.
Al día siguiente, Paquita se dejó montar por uno de los hombres. Estaban entusiasmados con ella; ¡nunca habían visto un burro tan rápido! Empezó a competir en carreras oficiales, no tenía rival, ya que en realidad era una cebra.. Ganaba carrera tras carrera. Tan grande se hizo su fama, que le llevaban por todo el mundo para competir. Se convirtió en una celebridad: ¡Rayo, el burro más rápido de la historia!

domingo, 28 de septiembre de 2014

Las aventuras de Paquita, la cebra que perdió sus rayas (parte 2ª)

Paquita recorría la polvorienta carretera que surcaba el desierto hasta la ciudad de los hombres, donde le había dicho el hechicero que encontraría "Zoopía", el paraíso de los animales. De pronto, se puso a llover intensamente; parecía que el mar caía del cielo. La lluvia borró las rayas de pintura del cuerpo de Paquita, y convirtió la carretera en un río. Empapada, cansada, y sin ver en el horizonte otra cosa que no fuera piedras y arena, Paquita empezó a dudar de su loca empresa. Después de la tormenta, el sol volvió a convertir el desierto en un mar de fuego. Estaba hambrienta y al límite de sus fuerzas. De repente, frente a sus ojos, ¡crujientes zanahorias, y suculentos nabos, empezaron a crecer del suelo! Se abalanzó hacia ellas para comérselas, pero lo único que consiguió fue llenarse la boca de arena; había sido un espejismo.
- ¡Paquita! - escuchó de pronto - levantó la cabeza, y vio a Ernesto, que le sonreía - ¡Zoopía está en tu interior!, ¡busca en tu interior! - Y Ernesto, convirtiéndose en un león, se alejó rugiendo. La fiebre estaba haciendo mella en su debilitado cuerpo. Cayó desfallecida en la arena, y llegó la noche, que veló por ella. Cuando despertó, el sol ya imponía su ley en el cielo. Con las pocas fuerzas que le quedaban, Paquita reemprendió su marcha.
Al fin, divisó a lo lejos unas extrañas formas rectangulares que rompían la monotonía del paisaje; era la ciudad de los hombres.Con un último esfuerzo, llegó hasta allí.
Era día de mercado, numerosos puestos de ganado y alimentos se extendían por la calle principal. Paquita, se mezcló con el ganado para pasar desapercibida, y se acercó a un puesto donde exponían jugosas lechugas. Cuando el tendero se dio la vuelta, cogió una lechuga con los dientes, con tan mala fortuna que tropezó con la pata de la mesa, y todo el puesto se vino abajo. El tendero, vio a Paquita con la lechuga en la boca, y hecho un basilisco, empezó a gritar esgrimiendo una vara en la mano: -¡Maldito burro!, ¡te voy a enseñar yo a robar mis lechugas!
Paquita salió disparada, tropezando con los puestos contiguos, que acabaron con sus mercancías rodando por el suelo. Se produjo un gran revuelo; las mujeres chillaban, los niños lloraban..........
Entonces, apareció la policía, y con unos lazos atraparon a la desconcertada Paquita.
Le llevaron a una granja, donde la encerraron con unos burros en un establo.
- ¿Qué lugar es éste? - le preguntó a uno de ellos.
- Aquí traen a todos los animales abandonados. ¡A saber lo que harán con nosotros!
- Oye, estoy buscando un lugar llamado "Zoopía", el paraíso de los animales, ¿lo conoces?
- ¿Zoopia?.....................He oído hablar de un lugar que se llama de forma parecida. Se encuentra a las afueras de la ciudad, al este, por donde sale el sol, pero no creo que sea ningún paraíso.
Paquita, le contó la leyenda de "Zoopía", ante su incredulidad.
¡Tenía que escapar! , y aprovechando  un momento en el que no había ningún hombre en las inmediaciones del establo, saltó la vaya que lo  rodeaba, y salió corriendo lo más rápido que pudo.
Pasó la noche escondida entre las ruinas de una casa abandonada, y al salir el sol, se dirigió esperanzada hacia allí donde nace éste. Bordeó la ciudad para no ser vista, y en el otro extremo de la misma, encontró un muro no muy alto de forma circular. Al otro lado del muro, se escuchaban las voces de distintos animales; desde los chillidos de los monos, hasta el barrito de los elefantes.
--¡Esto debe de ser "Zoopía"! - pensó ilusionada. Así que cogió carrerilla, y saltó por encima del muro; ¡se encontraba en el paraíso de los animales, donde los animales vivían como hermanos, sin devorarse unos a otros! Miró a su alrrededor; vio a los leones junto a las cebras, ¡pero rodeados de vayas de hierro que los separaban!
- ¿Es ésto "Zoopía", el paraíso de los animales - preguntó desconcertada a una de las cebras.
- ¿Paraíso?, ¡ésto es un zoo!, ¡una cárcel donde nos encierran para que los hombres disfruten contempándonos y tirándonos zanahorias.
- Pero............................¿ésto es todo?
Paquita dio la vuelta, saltó el muro, y salió al trote, con lágrimas en los ojos.



sábado, 20 de septiembre de 2014

Las aventuras de Paquita, la cebra que perdió sus rayas (parte 1ª)

Paquita, era una cebra que vivía en una reserva, en la sabana de Africa. Un día, al ir a beber agua al lago, observó como las demás cebras se reían y cuchicheaban a su paso. Al llegar al lago, vio asombrada, en su reflejo, el motivo de las risas y los cuchicheos: ¡Había perdido las rayas! "¿Como es posible?" - pensó. Pero no halló respuesta alguna. Resignada a su suerte, Paquita, vio como se convertía en el foco de las burlas de otras cebras, sólo por ser diferente.
Los cuidadores de la reserva, observaban con sus prismáticos la manada de cebras:
- ¡he, mira eso!, ¡un burro se ha colado entre las cebras! - dijo señalando a Paquita. Le habían confundido con un burro, ya que tenía el cuerpo cubierto completamente de pelo negro como el carbón.Entonces, se montaron en sus jeeps, y  dirigiéndose hacia la manada, atraparon con sus lazos a Paquita.
La llevaron a una granja, donde se pasaba los días cargando pesados fardos sobre sus lomos, junto con otros burros. Se sentía sola y triste, alejada como estaba de su familia y sus amigos.
Después de un duro día de trabajo, Paquita se recostó sobre un montón de paja para descansar. Entonces se le acercó un burro:
- Hola - le dijo - , me llamo Ernesto,  veo que eres nueva por aquí - Paquita movió la cabeza afirmativamente - ,y veo que no te relacionas mucho con los demás burros.
- ¡Es que no soy un burro! - respondió enfadada - , ¡soy una cebra que ha perdido sus rayas!.
Ernesto le miró divertido.
- ¡Vale!, lo que tu digas, pero tienes que intentar ser más sociable. Ven, te presentaré a unos amigos.
Así, Ernesto consiguió que Paquita, poco a poco, fuera integrándose en la manada de burros. Pero no se resignaba a su suerte. Un día, vio como el granjero, pintaba unas vallas con pintura blanca, y tuvo una idea: Cuando la pintura estaba todavía fresca, se arrimó a ellas, y su pelaje quedó manchado con rayas blancas. Luego, convenció a Ernesto para que hiciera lo mismo. Cuando el granjero les vio, se creyó que eran cebras, y llamó a los cuidadores para que se las llevaran a la sabana, con las demás cebras.
- ¡No se que está pasando ultimamente con los burros y las cebras! - comentaban los cuidadores - . ¡nos están volviendo locos!.

Paquita y Ernesto pastaban contentos en la sabana con las demás cebras; Paquita volvía a lucir sus rayas blancas, y Ernesto  no tenía que cargar ya pesados fardos. Pero no todo era placidez y alegría en la vida de la manada, ¡ni mucho menos!; los leones, hambrientos, merodeaban alrededor, acechando, hostigando constantemente a la manada, hasta que los animales más débiles o enfermos, caían en sus garras. Y así, una triste tarde de verano, un fiero león, que buscaba su almuerzo, se acercó a la manada para darse un buen festín. Las cebras, veloces como balas, escaparon de la batida del león, pero Ernesto, que era un simple burro, fue presa fácil para el depredador.
Paquita estaba muy triste, se sentía culpable de la muerte de Ernesto. Shogún, el sabio jefe de la manada se le acercó al verle así.
- ¿ Qué te sucede? -  le preguntó.
- Ha sido culpa mía, Ernesto ha muerto por mi culpa.
- ¡No pequeña!, no te sientas culpable; es éste mundo cruel, en el que los animales nos devoramos unos a otros, el culpable de su muerte.
- ¿Y porqué es así?
- No lo se, pero cuentan los ancianos que existe un lugar donde los animales se respetan, y no se comen unos a otros: "Zoopía" le llaman.
- ¿Y donde puedo encontrar "zoopía"? -  le dijo Paquita con los ojos brilando.
- "El hechicero" podría ayudarte. Es un humano que vive en "la montaña del esqueleto", al norte, más allá de la reserva. Pero recuerda que no es más que una leyenda.
- ¡Si existe "Zoopía" la encontraré!
Al día siguiente, Paquita se despidió de sus amigos y familiares, y partió en busca de "Zoopía". No le costó mucho salir de la reserva, conocía un lugar de la valla que la rodeaba, donde estaba rota. Se dirigió luego a "la montaña del esqueleto", al norte, tal como le había indicado Shogún, llamada así por su forma, que recordaba a la de una calavera.
Era una gran piedra, sin árboles ni vegetación, que se alzaba siniestra en medio del desierto. Estaba oscureciendo, la luna asomaba pálida entre las nubes. Su ánimo se fue difuminando con la luz del sol, a medida que llegaba la noche. Todo tipo de ruidos desconcertantes le acompañaron hasta una cueva, que desde lejos, parecía la cuenca vacía de un ojo. Dentro vio una luz; delante de una hoguera, sentado con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, había un hombre con una piel de leopardo en sus hombros, canturreando una monótona canción. De repente, dejó de cantar. - Entra - le dijo sin abrir los ojos - . Come una zanahorias, estás hambriento. Paquita, vio un montón de suculentas zanahorias al lado del fuego, y se abalanzó hacia ellas ansiosamente.
- ¡Tranquila! -.  le dijo - te vas a atragantar.
- ¿Cómo es que te entiendo? - le dijo Paquita.
- Porque yo no soy un hombre normal, ¡Soy un poderoso brujo!, ¡entiendo a todas las criaturas, ya tengan 2, 4 o ninguna pierna! - le decía mientras levantaba los brazos y miraba al cielo.
- Entonces podrás decirme donde se encuentra "Zoopía"- le respondió Paquita, sin dejarse impresionar por la teatralidad del hombre.
- ¡Zoopía!, ¡el paraíso de los animales!,..........................¡Deberás ir a la ciudad de los hombres! - le dijo entrando como en un trance - ¡Allí lo encontrarás!, ¡pero no es como te lo imaginas!..................
De pronto, abrió los ojos, y continuó hablando con total normalidad:
- Podría hacer algo mejor por ti; podría convertirte en elefante,.........o en león, ¡serías el rey de la reserva!, ¡Qué te parece!
Paquita se vio a si misma convertida en león, sin el temor constante de ser devorada............., pero se acordó de Ernesto.
- ¡No, no puedo hacerlo!, ¡tengo que encontrar "Zoopía", para llevar allí a mi manada y vivir en paz!
- ¿Vivir en paz?, ja,ja,ja,ja - rió el brujo - ¡ la paz sólo se encuentra en tu corazón! - le dijo señalándole el pecho!.
El hechicero, le indicó a Paquita como llegar a la ciudad de los hombres, siguiendo a carretera que cruzaba el desierto, ¡y desapareció en una nube de humo!.


viernes, 5 de septiembre de 2014

El gatito valiente

El gatito jugaba con su pelota al lado de un túnel. La empujaba con sus patitas, y corría detrás de ella alborozado. En una de éstas, la pelota rebotó en un árbol y acabó en medio del túnel. El gatito se adentró temeroso en él; podía ver la silueta de la pelota entrecortada en la luz que provenía del final del túnel. De pronto, escuchó una voz profunda y penetrante, y unos chasquidos, como pasos que se acercaban. Salió disparado, dejándose casi el alma. Pero era un gatito valiente, así que se revolcó en el barro, y luego sobre una cama de hojas secas, que se le quedaron pegadas al cuerpo. De esta guisa, el gatito volvió a entrar en el túnel; - ¡soy un monstruo! - gritaba mientras se internaba en la oscuridad. Pero de nuevo la penetrante voz y los chasquidos le hicieron salir pitando, como si tuviera fuego en la cola.
El gatito, veía desconsolado su pelota en medio del túnel, rodeada de las penumbras, que ocultaban la siniestra presencia que le acechaba. "¡Tengo que recuperar mi pelota!" - se dijo armándose de valor; y se internó de nuevo en el túnel.
- ¡Sólo quiero mi pelota! - gritaba mientras avanzaba tembloroso en la oscuridad -, ¡No te tengo miedo!
De nuevo la voz........................., pero esta vez, el gatito no huyó; se paró y cerró los ojos con fuerza.
- ¡No tengo miedo! - volvió a gritar. Entonces, sintió el viento acariciando sus orejas, y peinando sus bigotes, y una gota de agua, que rompiendo en su cabeza, corrió por sus mejillas; ¡era el viento, el que ululaba como una voz, y las goteras, las que golpeaban el suelo como pasos!. Abrió los ojos, y se acercó despacio hasta la pelota; y empujándola con las patitas, salió del túnel feliz y contento.

viernes, 22 de agosto de 2014

El Hada de los nombres

Había un gran revuelo en el bosque: ¡El hada de los nombres iba a visitarles! Ella daba nombre a todos los seres del planeta.
Llegó a media tarde, y fue recibida por una comitiva formada por Mou, el búho sabio, Amy, el hada, La rana Berta, Tobruk, el ciervo, y la reina de las abejas.
- Es un placer recibirte en nuestro humilde bosque - le saludó Mou.
- ¡Gracias!, el placer es mío - dijo el hada de los nombres, sonriendo tímidamente. Llevaba un vestido azul, ceñido, que mostraba su esbelta figura; su largo cabello negro, contrastaba con la delicada palidez de su rostro.
Fueron a la colmena, donde las abejas le ofrecieron "dulce idriomel", exquisita bebida hecha con miel de los mejores pólenes. Mientras bebían, Amy no paraba de hacerle preguntas, que el hada de los nombres contestaba pacientemente;
- ¡Tiene que ser de lo más complicado el poner nombre a todas las cosas!
- que va, cada ser nace con un nombre, sólo hay que saber leerlo, eso es todo.
De pronto escucharon un tumulto, varios animales intentaban acercarse; las abejas soldado se lo impedían.
- ¿Qué sucede? - preguntó el hada de los nombres.
- No es nada - dijo Mou -, se trata de unos animales que no están contentos con sus nombres.
- Diles que se acerquen - le dijo el hada de los nombres.
- ¡Dejarles pasar! - gritó Mou.
El camaleón tomó la palabra:
- Hada de los nombres, ¿podrías darme otro nombre?, yo no soy una cama ni un león.
- ¡Yo tampoco tengo siempre hipo! - interrumpió el hipopótamo.
Se montó un gran jolgorio.
- ¡Tranquilos! - dijo el hada de los nombres - , vayamos uno por uno, intentaré complaceros a todos.
- ¡pues yo no quiero llamarme cocodrilo, no me gustan nada los cocos!
- ¡Ni yo papagayo, soy una mamá!
De nuevo el alboroto era ensordecedor.
Para entonces, ya había caído la noche, y la luna, bordaba la oscuridad con las sombras. De pronto, se escucharon unos silbidos, ¡y el aire se llenó de pavorosas formas, que flotaban entre los presentes! Se hizo un gran silencio.
- ¡Son fantasmas! - gritó Amy. Todos quedaron petrificados de espanto.
- ¡No os preocupéis!, dijo el hada de los nombres- , en realidad son seres que no aceptan sus nombres, y todas las noches vienen a mi para que les ponga uno nuevo.
- En ése caso yo me quedo con el mío - dijo el camaleón - no quiero convertirme en un fantasma.
- Ni yo - dijo el cocodrilo.
Y así, los animales descontentos con sus nombres, acabaron por aceptarlos, por temor a convertirse en fantasmas.
El hada de los nombres, pasó toda la noche con los fantasmas, intentando darles nombres que les complacieran. Al romper el alba, Mou y Amy, fueron a despedirla.
- Tienes que estar agotada - le dijo Amy.
- Bueno, es mi trabajo.
- por cierto, ¿cual es tu nombre?
- Mi nombre es "Poesía".
Entonces se escuchó una nota musical que llenó el bosque: Era un "sol"; y el astro rey salió por el horizonte: Era el amanecer.

viernes, 8 de agosto de 2014

El niño poesía y el heladero mágico en: "La cueva del terror."

Las proezas de nuestros superhéroes se extendieron a los cuatro vientos, y sus servicios eran requeridos allí donde la justicia y la esperanza debían ser restauradas.
Un grupo de niños se acercó a Félix, El Heladero Mágico, que vendía sus helados en el parque.
- ¡Señor! - le dijo uno de ellos.
- ¿Si hijo?, ¿quieres un helado de limón con mango?, ¿o quizás uno de menta y leche merengada?, ¡tengo todos los sabores que puedas imaginar!
 - Pues quiero uno de........
- ¡Andrés!, ¡que no hemos venido a por helados! - le dijo una niña dándole un codazo.
- ¡A si!, ¿es usted El Heladero Mágico? - preguntó el niño.
- ¡En carne y hueso!, ¿necesitas mis servicios?
- Si señor, mire.
Entre las manos, tenía un pollito delgado y con los ojos cerrados, que temblaba debilmente.
- ¿Qué le sucede? - preguntó Félix.
- Hace días que no come, está como ido - le dijo el niño.
- ¡Este es un trabajo para El Niño Poesía, y El heladero Mágico! - dijo Félix levantando el dedo índice y la mirada al cielo. Los niños aplaudieron entusiasmados. Sacó entonces el móvil, e hizo una llamada.
- ¡Niño Poesía!, ¡ tenemos trabajo!
- ¡Pero Félix, que estoy en clase! - Le respondió Asier en voz baja.
- Es un caso urgente, ven al parque en cuanto salgas.
-¡ Vale, pero la próxima vez mándame un mensaje!
- ¡De acuerdo, corto y cambio! Bueno, tendremos que esperar a mi colega. Mientras decidme todo lo que sepáis.
Los niños se arremolinaron alrededor de Félix.
- Pues el otro día - dijo el más resuelto de ellos - , el pollito salió con su madre y sus hermanos a dar un paseo por el bosque, sin alejarse mucho de la granja. al regresar, la madre se dio cuenta de que le faltaba un pollito. Puso al resto a buen recaudo, y se fue preocupada a buscarlo. Le encontró acurrucado ente unas hojas, tiritando de miedo. Desde entonces no ha probado bocado, y está como en trance el pobre.
- Llevadme donde le encontraron.
El grupo se dirigió a la granja donde vivía el pollito, y luego a una campa cercana, donde le encontró su madre. El heladero echó un vistazo alrededor, y con aire suspicaz, se acercó a unas rocas que formaban una especie de cueva poco profunda. Los niños le observaban con gran expectación. Se puso de rodillas para poder entrar, y miró dentro de ella con una pequeña linterna de bolsillo.
- Interesante - dijo rascándose la mejilla. - Traedme al pollito.
El Heladero cogió al pollito delicadamemente, y se acercó despacio a la cueva. Este, empezó a moverse inquieto, con las últimas fuerzas que le quedaban.
- ¡Vale, vale!, ¡tranquilo, ya está! - le dijo al pollito alejándose de la cueva y acariciándole tiernamente. En ése momento, apareció Asier en su bicicleta.
- He leído el mensaje que me has mandado - dijo. - ¿Es éste el pollito?
- Así es, y creo que la causa de su estado, está en ésa cueva - le dijo Félix señalándola. Los niños, fascinados, no perdían el más mínimo detalle de la situación.
- Bien Niño Poesía - dijo El Heladero mostrando al pollito - ¿Qué ves en su interior?
Rubén se concentró.
-¡Miedo!, ¡mucho miedo!, ¡pero no puedo ver la causa!
- Bueno, la habrá bloqueado hasta para si mismo. Es algo habitual - dijo Félix pensativamente.
Entonces, se acercó a la cueva, y empezó a dar vueltas alrededor de ella mientras meditaba. La expectación era máxima.
- ¿A qué hora encontraron al pollito? - dijo de pronto, dirigiéndose a los niños.
- A las 12 y media o así - dijo una niñita.
El Heladero consultó su reloj.
- Bien, faltan 10 minutos. Esperaremos.
- ¿Esperar qué? - dijo Asier.
- ¡Paciencia! - respondió Félix.
Vieron, como en la parte posterior de la cueva, había un agujero por el que poco a poco iban entrando los rayos de sol, iluminando por dentro las paredes. Los niños se asomaron al interior de la cueva, y de repente, en una de las paredes, ¡se dibujó claramente la silueta de una enorme serpiente! Los niños y Asier, se alejaron lo más rápido que pudieron. Entonces se escuchó una carcajada: Era el heladero, que sentado en la cueva les observaba divertido.
- ¡Venir! - les dijo - , no tengáis miedo.
Los niños y Asier, se acercaron dubitativos.
- Mirar - les dijo señalándoles la parte posterior de la cueva - lo que parece una serpiente, no es más que la sombra de una liana que cuelga sobre la apertura de la cueva. Cuando el sol entra por ella, se forma lo que parece la sombra de una serpiente en la pared.
Poco a poco, convencieron al pollito de que no había ninguna serpiente en la cueva, y enseguida recuperó el apetito y la alegría.

Ya en su cuartel general del parque, nuestros héroes celebraban la resolución del caso.
- ¡Un nuevo caso resuelto por El Niño poesía y El Heladero Mágico! - dijo Asier esgrimiendo un helado de grosellas.
- ¡Formamos un buen equipo!, ¡si señor! -respondió Félix cruzando su helado de nata con el de Asier, a modo de victoria.

jueves, 31 de julio de 2014

El baile de las ballenas (capítulo 3)

El baile

Arriaron majestuosas las velas del Delfín, que henchidas por el viento y el orgullo, lo llevaron a buen puerto. Allí los soldados les llevaron a presencia del rey.
- ¿Y bien?, ¿donde se realizará el baile? - Les preguntó el rey  a Malapata y Rodi.
- ¡Primero libera a mis hombres! - Bramó Malapata.
- ¿Me crees idiota?
- Majestad - interrumpió Rodi - , ¿Cómo pensáis evitar las inundaciones?
- ¡Mataré a cañonazos a esas malditas bestias! - respondió el rey.
- ¡Hijo de una hiena! - gritó Malapata.
- ¡Basta de cháchara!, ¡O me decís las coordenadas o ahorcaré a vuestros hombres al amanecer! - dijo cansado el rey.
Rodi, con su habitual elocuencia, tomó la palabra.
- Majestad, no estamos de acuerdo con la forma en la que piensa resolver el problema que nos ocupa, por lo que le propongo que el capitán y yo intentemos evitar El Baile de las Ballenas, con métodos menos violentos.
- ¿Y qué propones?
- Es bien sabido, que las ballenas se comunican con guturales y ancestrales cantos. Yo aprendí su lenguaje en unas de nuestras innumerables aventuras por los siete mares, y podría disuadirles a que realizaran el baile cerca de la costa.
El rey se quedó pensativo. Y al rato dijo:
- De acuerdo, pero si no les convences tú, lo harán los cañones.
Así pues, Malapata y Rodi partieron en el delfín, escoltados por cuatro navíos de guerra hacia el lugar revelado por el oráculo. El hipnótico canto de los cetáceos, se confundía con el de las gaviotas, que parecía querer unirse a la fiesta. Cientos de chorros de agua ascendían de las ballenas como, botellas de champán descorchadas.
El almirante de la tropa se acercó a Rodi.
- ¡Qué empiece la fiesta! - dijo.
Rodi, cogió el cuerno que se utilizaba para avisar de la presencia del barco cuando había niebla, y se puso a tocar, sin mucha convicción. No sucedió nada. Volvió a intentarlo, ante la impaciente mirada del almirante. Nada.
- Parece que tus métodos no son muy efectivos - dijo el almirante - . Tendré que emplear los míos.
Y levantando el sable, hizo una señal a los navíos de guerra para que rodearan a las ballenas.
- ¡Fuego! - gritó.La andanada de hierro, salpicó el aire de agua y sangre. Las ballenas, furiosas, arremetieron contra los navíos, destrozando sus cascos con sus poderosas cabezas y colas. Sólo el delfín, que se mantuvo al margen de la refriega, salió indemne. El almirante, conmovido por la furia de las ballenas, repetía una y otra vez : - ¡Mis barcos!, ¡mis barcos!
A lo lejos, algunas ballenas, empezaban el ritual, con enormes saltos.
- ¿Qué hacemos ahora? - Le dijo Malapata a Rodi, muy preocupado - ,ese bastardo del rey dejará a mis hombres en el calabozo, para que mueran ahogados.
- ¡Tengo una idea!
Rodi, cogió papel y tinta, y escribió una carta, que mandó al rey con una paloma mensajera. La carta decía lo siguiente:
"Excelentísima majestad:
Ni mis métodos, ni los suyos, han sido efectivos. Las ballenas comenzarán su ritual cuando se ponga el sol, a medianoche, e inundará parte del reino. Pero todavía nos queda una oportunidad para evitarlo: Consiga todas las esponjas del reino, y cósalas con la mayor celeridad. Luego, póngala en la costa, y recemos para que pueda absorber las olas que formen las ballenas."
Así lo hicieron, miles de esponjas fueron cosidas, formando una de varios kilómetros de superficie, y la colocaron en la costa. Cuando se puso el sol, a medianoche, un formidable espectáculo se produjo ante los atónitos ojos de Malapata y Rodi: Cientos de ballenas, dibujaban su silueta sobre el cielo estrellado, bajo la luz de la luna, en formidables e imposibles saltos. Las olas, que vapuleaban  El delfín como si fuese de papel, se acercaban temibles a la costa. Allí, la colosal esponja, esperaba sedente; se produjo el contacto, y una tras otra, las implacables olas, fueron absorbidas por la insaciable esponja.

Así fue como Malapata y sus hombres se libraron de la horca, y de paso libraron al reino de ser abnegado por las aguas.

Epílogo

El Delfín Volador navegaba de nuevo por los siete mares, en busca de nuevas aventuras.
- ¿ De verdad creías que ibas as poder hablar con las ballenas? - le dijo Malapata a Rodi
-. ¿Yo?, ¡si ni siquiera se hablar con los ingleses! Teníamos que ganar tiempo, y no se me ocurrió otra cosa.
- ¡Bueno!, al final salió todo bien.
- Y disfrutamos de un grandioso espectáculo.
- ¡Desde luego!, ¡pero por mis barbas que jamás se me ocurrirá enfadar a una ballena.!


viernes, 25 de julio de 2014

El baile de las ballenas (capítulo 2)

La isla del oráculo

- ¡Que un gorila me arranque los brazos! - maldecía Malapata - ,¿Cómo vamos a conseguir esas malditas coordenadas?
- Tranquilo capitán - le dijo Rodi - tengo un plan. La perspicaz mirada del camaleón le tranquilizó -. En La Taberna del Ciervo Blanco, después de invitar a un viejo lobo de mar a unos tragos de ron, logré sonsacarle la ubicación de La Isla del Oráculo.
Los ojos de Malapata se iluminaron. - ¡La Isla del Oráculo! - dijo abrazando a Rodi - , ¡el oráculo nos dirá donde será el baile!, ¡estamos salvados!
Los vientos eran propicios, y los hados guiaron su rumbo con firme navegar. Tras tres días, las dudas empezaron a asomar desde el oscuro mar de la incertidumbre; deberían haber llegado, según las informaciones del viejo lobo de mar. De repente, una densa niebla lo cubrió todo.
- Estas deben de ser las tinieblas que protegen los secretos de la isla capitán. Según la leyenda, la oscuridad que envuelve la isla, hace que los barcos que intentan llegar a ella, queden encallados en las afiladas rocas que rodean la isla.
- ¡Echar el ancla! - ordenó Malapata - ,¡ni los ojos del diablo verían a través de esta niebla! ¿Y ahora qué? - añadió desconsolado.
- No te preocupes capitán - dijo Rodi - , utilizaremos el submarino.
El submarino, era una ingenioso aparato, diseñado por Rodi, en forma de cilindro, con un cristal delantero, unos remos a los lados, un ancla que lo mantenía sumergido, y un tubo largo que llegaba hasta la superficie por donde entraba el aire. En él se metieron Malapata y Rodi, y remaron bajo el agua hasta la isla, evitando las rocas.
- ¡Por las ladillas de King-Kong! - bramó Malapata - ,¡esta isla no es más grande que las suelas de mis botas!
En efecto; la isla consistía en una colina que dominaba un pequeño prado, y playas rodeándolo.Más allá de la orilla, surgían del mar afiladas rocas, donde se veían  restos de navíos naufragados.
- ¿Donde está el palacio del oráculo? - dijo Malapata.
- Creo que esto es todo capitán; rocas, hierva, arena,............¿Y ovejas?
Unos balidos se oían claramente al otro lado de la colina, en el prado. Tras unos minutos, en los que casi se podían oír los resortes de los pensamientos de Rodi...................
- ¡Las ovejas son el oráculo! - gritó.
- ¿Qué?
- ¡Aquí no hay otra cosa!, y mira allí - dijo Rodi señalando la colina - parece que hay una especie de púlpito.
- ¡ Pues vamos! - dijo Malapata desenvainando su espada.
Malapata subió al púlpito y con su bozarrón gritó:
- ¡Decidme malditos sacos de lana donde será El Baile de las Ballenas, o haré con vosotras pañuelos para sonarme los mocos!
- ¡Capitán! - le dijo Rodi -, déjame a mí.
- ¡Sabios del oráculo, por el don que los dioses os han otorgado, os pedimos humildemente nos honréis con vuestra sabiduría, y nos digáis el lugar donde se realizará El Baile de las Ballenas.
Hubo un instante de silencio, y de pronto, las ovejas se pusieron a balar al unísono, formando un cacofónico canto.
- ¡Escucha capitán, cada oveja dice una palabra!
- Es cierto, ¡pero no entiendo nada! ¡De una en una malditas! - gritó Malapata, espada en mano.
Las ovejas se quedaron en silencio, mirándole con su expresión bobina. al momento, volvió a llenarse el aire con el caótico canto.
- Tiene que haber una lógica en todo esto...............- dijo Rodi - ¡ordenémoslas por tamaños!
Así lo hicieron, pero las frases que construían, no tenían ningún significado. Después las ordenaron por tonos, por gordura, por número de dientes,...................¡nada!
Se puso el sol; agotados, Malapata y Rodi se tumbaron en la playa.
- ¡No puedo más! - dijo Malapata.
- ¡Yo tampoco! - respondió Rodi - ,dejémoslo para mañana.
El canto de las ovejas continuaba en el prado, pero la noche empezó a introducir en él sus silencios.
- ¡Escucha capitán! - dijo Rodi incorporándose; se podían distinguir ciertas palabras entre el alboroto general, y poco a poco, acompañados por el rumor de las olas, las palabras formaron una frase: Latitud cuatro, longitud veinte; latitud cuatro, longitud veinte;.....................
- ¡Son las coordenadas, lo logramos!
Malapata y Rodi se abrazaron y bailaron a la luz de la luna.


sábado, 19 de julio de 2014

El baile de las ballenas (capítulo 1)

La propuesta

Cada 20 años, en un lugar determinado del inmenso océano, se produce un extraordinario acontecimiento: Miles de ballenas se reúnen y bailan a la luz de la luna.

El rey estaba reunido con los más prestigiosos magos y científicos del reino. Su fin no era otro que intentar dilucidar el lugar exacto en el que iba a suceder "El baile de las ballenas". Hace 20 años, la reunión de cetáceos tuvo lugar a pocos kilómetros de la costa, y con sus bailes, formaron impresionantes olas, que inundaron la mitad del reino.
Hipófrates, el eminente científico, tomó la palabra:
- Según los datos recabados hasta la fecha, no parece haber un patrón establecido por el que las ballenas realicen su baile, parece más bien fruto del azar..........
- ¡Tonterías! - le interrumpió Anabis, el astrólogo real -, sucederá al norte de las islas Bremen, coincidiendo con la alineación de saturno y la cima del monte Pur.
- ¿Alineaciones? - replicó Hipófrates -, ¡no son más que tonterías!, ¡supersticiones!
El alboroto fue general.
- ¡Caballeros, caballeros!, ¡si no se ponen de acuerdo irán todos a parar a las galeras! -Dijo el rey.
Y a las galeras fueron todos a parar: ¡Es imposible que magos y científicos se pongan de acuerdo en algo!

Por aquel entonces, el pirata Malapata, y su fiel contramaestre Rodi (el camaleón), se encontraban encerrados en las mazmorras del castillo. Uno de sus tripulantes, les había vendido por 10 doblones de oro.
- ¡Maldito canalla, hijo de mil diablos!, ¡le despellejaré vivo en cuanto salga de aquí! - maldecía Malapata dando vueltas en la celda como un mono enjaulado.
- ¡shhhh.........!, ¡silencio! - le instó Rodi en voz baja. Los carceleros conversaban alegremente cerca de la celda.
- ¡Lo que oyes!, ¡les mandó a todos a las galeras!
-Entonces todavía no saben donde será "El baile de las ballenas"
- No, han ofrecido una recompensa a quien lo descubra..........
- ¡Carcelero! - interrumpió Rodi - , dile al rey que el pirata Malapata sabe donde será "El baile de las ballenas".
- ¡Estás loco! - Le dijo Malapata, al oído.
- Tranquilo capitán, tengo un plan - le respondió.
Al momento, dos soldados bajaron a las mazmorras, y cubriendo de cadenas a Malapata y a Rodi, les llevaron ante el rey.
- ¡De nuevo tengo que ver tu fea cara maldito pirata! - le dijo el rey a Malapata. Años de saqueos y persecuciones, habían hecho de ambos enemigos irreconciliables.
- ¡Que el diablo te lleve, hijo de una serpiente! - le respondió Malapata mirándole fijamente.
- ¡Ejem........!, perdone nuestros modales su majestad - dijo Rodi, rebajando la tensión - , estamos todos un poco nerviosos, con ésto del baile de las ballenas, ¿no es así, su excelencia?
- ¡Decir lo que tengáis que decir!, os doy mi palabra que si me satisface, os libraré de la orca, ¡aunque me cueste una úlcera de estómago!
- Gracias majestad. Resulta que el intrépido y magnánime capitán Malapata, en una de sus muchas y aclamadas travesías por los 7 mares...........
- ¡Al grano mequetrefe! - bramó el rey.
- Perdón su excelencia. Si nos permitiese su majestad partir con nuestro humilde navío, en poco tiempo le daríamos las coordenadas exactas del lugar donde se celebrará el baile. A cambio, claro está,  de nuestra libertad, y la de nuestros hombres.
Tras pensar unos instantes, el rey respondió.
- ¡De acuerdo!, tenéis dos días;  pero si no regresáis, toda vuestra tripulación será ahorcada al amanecer del tercer día.
Y así, Malapata y Rodi, partieron al amanecer en el Delfín Volador, en busca de su libertad, y la de sus hombres.

sábado, 28 de junio de 2014

El osito de peluche

El osito de peluche quería ser de verdad,
no quería que lo abrazaran, quería él abrazar,
y un hada le dio la vida, y con ella la bondad,
y abrazaba a todo el mundo que nadie quería abrazar.

Y de tanto abrazar, sin pelo se fue a quedar,
y tan áspera era su piel, que nadie quería abrazar.
Pero todas las personas que nadie quería abrazar,
abrazaron al osito por su amor y su bondad.




viernes, 20 de junio de 2014

Las cinco orugas

Llegó el invierno, y la nieve cubrió el bosque. Las cinco orugas, consiguieron las cinco últimas hojas verdes que quedaban, y se las repartieron. La primera oruga, se comió la hoja; y murió de frío. La segunda oruga, se cubrió con la hoja; y murió de hambre. La tercera, se comió la mitad de la hoja, y se cubrió con la otra mitad; vivió algo mas que la primera y la segunda oruga, pero acabó muriendo de hambre y de frío. Las dos orugas que quedaron, se dieron calor con sus cuerpos, una a la otra, y se comieron cada una su hoja; y un buen día, vieron que de las yemas de los árboles, habían empezado a brotar tiernas hojas: Llegó la primavera. (1)

(1) Esta es la historia oficial. La historia real en: Dondehabitanlosmigalas

sábado, 7 de junio de 2014

Odisea en la cocina: O cómo sobrevivir sin mamá

Me desperté; tenía hambre, así que me puse a llorar con todas mis fuerzas. Pasó el tiempo, y mamá no venía, por lo que usé "El lloro de la desaparición", intercalando angustiosos suspiros, ¡pero nada!, mamá seguía sin venir. "Me las tendré que arreglar yo solo", pensé. Miré a mi alrededor; los ositos voladores dormían, pero el cordel que los despertaba con aquella agradable música, estaba a mi alcance. Me agarré a uno de los barrotes de la cuna para incorporarme, cogí el cordón, y tiré de él. Como ya había visto en otras ocasiones, el cordón empezó a recogerse, así que lo agarré fuertemente con las dos manos, y me llevó con él hasta el borde de la cuna. Sentí tener que despertar a los ositos, que somnolientos daban vueltas sobre mi cabeza, pero no veía otra forma de salir de la cuna. Me balanceé un poco, y me dejé caer sobre los cojines que había en el suelo; el primer obstáculo estaba salvado. ¿Y ahora qué? Decidí pedir ayuda a "Las voces de la caja", que se encontraba en la sala. Fui gateando hasta ella, me subí a la butaca, y de allí hasta la mesa donde estaba "La caja de las voces". Le di un buen golpe, y se partió por la mitad. No me asusté, sabía que era la forma de hablar con las voces. Pero no debía de haber nadie en ése momento, porque no oí la voz de la abuela, ni del tío,.........., sólo escuché a un pájaro que repetía siempre el mismo canto. Me quedé desconcertado. Entonces me acordé de "Las personas de la ventana", "¡Quizás ellas me ayuden!", pensé. Cogí "El palo de los botones", que estaba al lado de "La caja de las voces", y apreté todo los botones, hasta que escuché a "Las personas de la ventana". Entonces me puse a llorar de nuevo. ¡Nada, no me hacían ni caso! Así que les dejé con sus cosas, y me fui gateando hasta la cocina; allí encontraría comida. En la cocina se encontraba "La gran máquina de frío", donde se guardaban los alimentos; pero ¿Cómo abrirla?, la manilla quedaba muy alta para mí. Después de meditarlo largamente, decidí arriesgar mi integridad escalando por las piezas que a mamá le gustaba poner por toda la puerta de "La máquina de frío".Me escupí en las manos: "Vamos allá". Alargué la mano derecha hasta un plátano, y flexioné el brazo mientras apoyaba un pie en un calabacín. Luego apoyé mi otro pie en una sandía, mientras mi mano izquierda agarraba los cuernos de una vaca. ¡Bien, parecía que las figuritas aguantaban mi peso! Estaba cerca de la manilla, tenía que hacer el último esfuerzo. Respire hondo;y salté hacia ella con todas mis fuerzas. Conseguí agarrarle con mi mano derecha, y el peso de mi cuerpo tiró de la manilla hacia abajo, haciendo que la puerta se abriera. Me quedé colgando de la manilla. Miré hacia abajo, y tragué saliva. En ésta incómoda postura, me balanceé, y conseguí meter un pie en una de las estanterías de la puerta, y agarrarme a ella con una de mis manos; dejándome caer luego sobre una lechuga. La leche se encontraba en una estantería de la puerta de "La máquina de frío, por lo que agarré la puerta con ambas manos y la atraje hacia mí, con tan mala suerte que la puerta se cerró. ¡No veía nada! Intenté abrir la puerta, pero ¡se había atascado! ¡Con el frío que hacía, no duraría ni 20 minutos!
- ¡Buena la has liado! - Escuché de repente. - A tu derecha tienes el interruptor de la luz.
Alargué la mano y encendí la luz. Me encontré al lado de un pollo desplumado, bien gordo y amarillo.
- ¡No me mires así!, ya sé que no tengo muy buen aspecto, he tenido tiempos mejores..........pero bueno, es lo que hay.
- ¡Un pollo que habla! - exclamé.
- ¡Mira quien fue a hablar! Que, se ha vuelto a atascar la puerta.
- Eso parece.
- Bueno, yo no puedo ayudarte como ves, pero quizás Rodolfo............¡Rodolfo! - gritó - ¿Estás ahí?
-¿Donde iba a estar, maldito pollo desplumado? - respondió un langosta que se encontraba en una estantería más elevada.
- ¡Más respeto, que soy un pollo de caserío con label de calidad!
-¡ Mucho label, mucho label, pero acabarás en la cazuela como yo! ¡Pobre de mí!, ¡ni siquiera tienen la consideración de matarme antes de cocerme viva!, ¡sádicos, más que sádicos!
- Pobrecita, - dijo el pollo - está muy deprimida desde que se enteró que la cogieron porque se había acabado el bogavante.
- ¡Rodolfo!, tienes que hacer una última buena acción.
- ¿Y qué quieres que haga?
- Seguir mis instrucciones.
El pollo les dijo lo que tenían que hacer, y así lo hicieron: El niño, subió hasta la estantería donde estaba la langosta, y liberó sus  poderosas tenazas del cordel que las sujetaba. Entonces la langosta cogió la botella de champán que se encontraba tumbada a su lado, y apuntando el corcho hacia la puerta, presionó sobre él hasta que salió disparado. El zambombazo hizo que la puerta se abriera.
- ¡Ya está chaval!, ya puedes salir. Por suerte mañana es el cumpleaños de tu padre, y en toda buena celebración no puede faltar el champán - dijo el pollo.
- ¡Ni la langosta!, ¡pobre de mí! - se lamentó Rodolfo.
- ¡Muchas gracias chicos, no hubiera podido salir sin vosotros!
Me despedí de mis nuevos amigos, no sin antes dar un buen trago de leche. Después volví gateando hasta mi habitación, y subiéndome a los cojines que había en la cama que estaba al lado de mi cuna, conseguí llegar al borde de la misma; y me dejé caer dentro. Con la tripita llena, caí de nuevo en un apacible sueño.

- ¡Dios mío, me he dormido!
La mamá del bebé se despertó sobresaltada, y fue corriendo a la habitación donde éste estaba.
- ¡Angelito mío! - dijo mientras le acariciaba la mejilla - ¡Duerme mi vida!



viernes, 23 de mayo de 2014

Hermanos montañeros (parte 2ª)

Cuando llegó a casa, Josu le echó en cara a su hermano lo que había visto en el reflejo del río, ya que creía plenamente en lo que le había contado la chica del río. Iker lo negó todo, y tuvieron una fuerte discusión, que acabó con Yosu cogiendo las maletas y yéndose a  vivir lejos de su hermano.
Iker estaba muy contrariado por la actitud de su hermano, pero le quería mucho, por lo que se propuso descubrir qué le sucedía. Fue a la casa donde vivía ahora Josu , y se escondió cerca de ella, tras unos arbustos. Esperó un rato, hasta que le vio salir del portal. Entonces le siguió sin que se diera cuenta. Como todos los días, Josu se dirigió al Adarra, para estar con su amante. Al llegar al río, vio a la chica. Llevaba un vestido largo que le llegaba hasta los pies, y se peinaba el largo pelo plateado con un cepillo dorado. Al verla Josu, fue corriendo a su encuentro, y se unieron en un fogoso abrazo. Iker, esperó a que Josu se fuera para hablar a solas con la chica. Entonces, salió de su escondite. Al verle la chica, corrió hacia el río, pero la falda de su vestido se quedó enganchada en unas zarzas. Al tirar de ella, la falda se rasgó, dejando al descubierto ¡ pies de oca!, con los que, de un salto, se zambulló en el río, perdiéndose en sus profundas aguas.
Josu se quedó petrificado ante lo que había visto.
Al llegar a casa, reflexionó sobre lo sucedido, y decidió ir a pedir consejo a Maritxu, la bruja buena de Ulía.
Maritxu vivía en una humilde casa en el monte Ulía. Allí recibía a la gente, para ayudarles con su don de clarividencia, a cambio de la voluntad. Iker llamó a la puerta, de la que colgaba un cardo seco. - ¡Entra! - escuchó -, ¡está abierta!
Se encontró con una modesta sala de aspecto rústico, adornada con utensilios antiguos de campo, e iluminada débilmente por el fuego de una chimenea. Frente a ella, una delicada anciana hacía punto sentada en una silla.
- Pasa - le dijo la anciana al verle parado en la puerta -, siéntate y cuéntame que es lo que te tiene tan atemorizado -.
Maritxu, dejó la aguja y la lana en la repisa de la chimenea, y le miró con intensidad y ternura.
Al instante, Iker se tranquilizó.
- ¿Quieres unas galletas? - le ofreció la anciana acercándole una bandeja llena de ellas.
- Si gracias.
Mientras saboreaba las galletas, Iker le contó lo que había sucedido.
- Está claro que tu hermano es víctima del encantamiento de una "lamia" - le dijo Maritxu.
- ¿Una lamia?
- Si, es un ser mitológico que vive en los bosque vascos, y en otras muchas partes del mundo. Es mitad mujer, mitad animal, y puede ser benéfica o maléfica. Si es benéfica, intentará aprovecharse de tu hermano para sus propios fines: cortar leña, cazar........, pero si es maléfica, ¡lo devorará!
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Iker.
- ¿Y cómo podemos saberlo?
Maritxu se levantó, y rebuscó algo en un gran arcón que había junto a la ventana. Sacó de él un pequeño espejo de mano tapado con una bolsa de tela.
- Este espejo, es un fragmento del "Espejo de la verdad"(1). En él, se ve reflejada la verdadera naturaleza de cualquier ser. Deberás hacer que la lamia se mire en él, para que su verdadera naturaleza aflore, y se rompa el hechizo.
Después de charlar un rato, Iker se despidió de Maritxu, agradeciéndole su ayuda. Antes de irse, la anciana le dio un colgante con un laburu (2): - Esto te protegerá del hechizo de la lamia - le dijo -, llévalo contigo cuando te enfrentes a ella.
Al día siguiente, Josu cogió "El espejo de la verdad", se colgó la medalla con el laburu, y subió al Adarra temprano. Se escondió entre unos matorrales, cerca del río, donde se reunían la lamia y su hermano. Al rato, vio a Josu, que se acercaba con la mirada perdida. Entonces la lamia surgió del agua, y se subió a una roca.
- ¡Yosu! - le gritó Iker a su hermano -, ¡tenemos que hablar!.
Yosu le miró desconcertado.
- ¿Qué haces tu aquí? - le gritó furiosa la lamia.
- He venido para hablar con mi hermano.
La lamia le miró fijamente con sus profundos ojos azules, intentando hechizarle.
- Te he traído un regalo - le dijo Iker ofreciéndole el espejo, que guardaba en su mochila -, quiero que seamos amigos.
La lamia lo cogió, y quito la tela que lo envolvía. Al mirarlo, vio su mandíbula babeante y sus ojos rojos reflejados en él, y al instante, se transformó en la imagen del espejo.
-¡Maldito! - gritó la lamia arrojándose al cuello de Iker, y apretándolo con sus garras -, ¡vas a morir!.
Abrió entonces su enorme boca poblada de afilados colmillos, con la intención de morderle.
De pronto, se escuchó un golpe seco, que retumbó en todo el monte,  y la lamia cayó al suelo, con un buen chichón en la cabeza. Iker se incorporó, y vio entre la niebla de sus ojos, la silueta de su hermano, con un palo en la mano.
- ¿Estás bien? - le dijo, ayudándole a incorporarse.
- Si, si, vamonos a caso, tenemos mucho de qué hablar.

En los días siguientes, los hermanos fueron ascendiendo los montes que les quedaba para concluir el concurso, y lo ganaron; pero no por ello dejaron de ir al monte para disfrutar de él y del reto de sus cimas; eso sí, llevando siempre un laburu en el cuello, y el espejo de la verdad en la mochila.

(1) Saturnino en: El misterio del planeta cambiante
(2)  Significados del Laburu


viernes, 16 de mayo de 2014

Hermanos montañeros (parte 1ª)

El carácter de un pueblo está marcado por el lugar geográfico en el que habitan. En el caso de los vascos, las altas montañas y los profundos valles, han forjado en ellos la nobleza e integridad de su forma de ser; pero también su desconfianza y cabezonería.
Iker y Yosu eran dos hermanos que vivían en Leiza, pequeño pueblo situado en el precioso valle de Leizarán, Guipúzkoa. Cómo muchos otros niños vascos, los fines de semana, sus padres les calzaban las botas de monte, les ponían sus chamarras de "gore-tex", y les llevaban a recorrer los empinados terrenos que ascendían a las cumbres de los montes de alrededor. Pasó el tiempo, y los hermanos, convertidos en robustos jóvenes, seguían quedando los fines de semana para continuar la tradición montañera heredada de sus padres, convirtiéndose ésta en parte fundamental de sus vidas.
Por entonces, la federación vasca de montaña, con el fin de promover la afición por el monte, organizó un concurso que consistía en ver quien era capaz de subir las cien montañas más altas del País Vasco en menos tiempo, para lo cual, colocaron buzones a la sombra de las cumbres que coronaban sus cimas, de manera que el que subía a ellas, debía dejar una tarjeta con su nombre y dirección del club de montaña al que pertenecía, y llevarse las tarjetas que encontraba para enviarlas por correo a los distintos clubes de montaña de los que eran socios las personas que habían dejado las tarjetas. De ésta manera, se podía contabilizar el número de cimas que lograba una persona. Los hermanos, sin ningún tipo de ambición deportiva, asumieron el reto, cómo un juego, y poco a poco, fueron sumando cimas a su palmarés.
En una de esas excursiones, se propusieron ascender el modesto Adarra, un pequeño monte guipuzkoano.
Era un día gris y húmedo. El constante chirimiri (llamado también calabobos), tan característico de la región, empapaba el pelo y los pantalones, resbalando las gotas por su cara, y por la superficie impermeable de sus chamarras. En una hora escasa, a buen ritmo, Iker llegó a la cima del Adarra, y dejó su tarjeta en el buzón. Josu, se entretuvo recogiendo unos hongos, que su experto conocimiento de los mismos, distinguió como comestibles. Al rato, llegó hasta un río, que corría caudaloso tras las últimas nevadas. En su orilla, sobre una roca, y con los pies en el agua, una hermosa joven peinaba su largo y frondoso pelo rubio. Josu quedó prendado al momento de la fascinante joven. Esta, le miró fijamente: "- Acércate -" le dijo autoritariamente.
Hipnotizado por sus profundos ojos azules, Yosu obedeció la orden, perdida completamente su voluntad. Cuando estuvo frente a ella, sus manos (las de ella) se transformaron en garras, y su insinuante boca se abrió mostrando afilados dientes. Se disponía a devorarlo, cuando los ojos de la joven, convertidos en tizones, se encontraron con los ojos sinceros y cándidos de Josu, quedando perdidamente enamorada de ellos. Al momento, se transformó de nuevo en una hermosa joven.
- ¡Yosu!, ¿dónde te habías metido? - se escuchó entre los árboles. Iker había descendido ya de la cumbre, y buscaba a su hermano. La joven al verlo llegar, se arrojó al río y se perdió en sus frías aguas.
- ¡Pero Yosu!, ¿dónde andabas?, llevo horas buscándote. - le dijo Iker. Yosu se sobresaltó.
- ¿Y la chica?
- ¿Qué chica?
- ¡Había una chica en ésta roca!
- Yo no he visto a nadie. ¿Te has comido alguno de esos hongos que llevas en la bolsa, o qué?
Yosu miró la bolsa.
- ¡No digas tonterías, había una chica aquí!
- Vale, venga, vámonos que se hace tarde.
Los dos hermanos bajaron hasta el merendero que había en la falda del monte, y tomaron caldo bien caliente y chorizo cocido, para temblar los ánimos y recuperar fuerzas.
Aquella noche, Josu soñó con la chica del río. En el sueño, la joven bailaba insinuantemente delante de él, haciéndole gestos con las manos para que se acercara. Al día siguiente se despertó con una gran ansiedad en el pecho.
- ¿Qué te sucede? - le preguntó su hermano al verle tan inquieto.
- Nada, nada - le contestó azorado.
Cuando su hermano se fue, Josu, en vez de ir a trabajar, se dirigió al monte Adarra; la imagen de la chica del río llamándole, seguía en su cabeza. Subió apresuradamente hasta el río, y allí, en el remanso del día anterior, se encontraba la bella joven, peinándose el pelo.
- Acércate - le dijo sonriendo - no tengas miedo.
Josu se acercó. Esta vez, las manos de la chica acariciaron sus mejillas, y sus labios le besaron dulcemente. El nudo en el pecho de Josu se desató, y se enlazaron en un apasionado abrazo.

Pasaron los días; Josu sólo podía pensar en la chica del río, por lo que dejó de ir al trabajo, sin decirle nada a su hermano, para pasar el mayor tiempo posible con ella.
Al llegar el fin de semana, Iker le propuso a Josu subir al Hernio, uno de los montes que les quedaba por ascender.
- Pues no me apetece mucho - le dijo.
- ¡Venga hombre!, que no nos queda poco para ganar el concurso.
Josu se debatía entre ir al monte con su hermano, o estar con su amante. Al final se decidió a ir con su hermano.
Cuando volvió a ver a la chica del río, la encontró disgustada y furiosa.
- ¿Por qué no viniste ayer? - le gritó.
- Fui con mi hermano al monte, nos falta poco para ganar el concurso.
-¡Tonterías! - Exclamó llena de celos. Se quedó pensativa un momento. - ¿Sabes que tu hermano te está engañando? - le dijo - quiere llevarse el mérito para él solo.
- ¡Estás loca, el nunca haría algo así!
-¿Tú crees? , ¡mira!
Un movimiento circular de sus manos sobre la superficie del agua, hizo que ésta se aquietara, pero en vez de su reflejo, Josu vio a su hermano en la cima de una montaña, metiendo en el buzón una tarjeta con su nombre.
- ¿Ves?, esto está sucediendo en estos momentos.
- ¡No puede ser!
- ¡Tu hermano quiere la gloria para él solo!
- ¡No! - gritó Yosu golpeando la superficie del río.
- No te preocupes, yo estaré siempre contigo - le dijo la chica, y abrazándole, consoló su corazón herido.

jueves, 1 de mayo de 2014

El niño que quería saberlo todo

Os voy a contar una historia, la de Juan, el niño que quería saberlo todo.
Con 3 años, Juan se preguntaba por qué la leche era blanca. Ya con 5, observaba la luna, intentando descubrir los hilos de los que colgaba del cielo. Con 6, encontró en el colegio su paraíso particular, donde había sabios, que con más o menos paciencia, intentaban responder a sus preguntas. Allí  se encontraba también la biblioteca, donde pasaba innumerables horas enfrascado apasionadamente en la lectura de los cientos de libros que poblaban sus estanterías. Pero con el tiempo, aquel paraíso, se convirtió en un pequeño oasis que no podía satisfacer sus ansias de saber. Así que, siendo un avispado joven, partió de su pueblo a la ciudad, donde nuevos e inagotables paraísos de conocimiento le esperaban. Pero ni siquiera aquel inmenso caudal de sabiduría pudo llenar su anhelo de respuestas.
Un buen día, oyó hablar sobre "El país de los sabios", un lugar donde vivían las personas más cultas del planeta. Se imaginó allí, rodeado de ellos, debatiendo en intensas e interminables veladas, sobre todo tipo de temas. Y allí fue. La decepción fue tremenda. El lugar consistía en una pequeña aldea de casas de adobe, y lo más sorprendente de todo, era que la mayoría de sus habitantes ¡andaban cabeza abajo! Se acerco a uno de ellos.
- Hola, perdone que le moleste, ¿por qué anda así?
- ¡Vaya que interesante!, ¡alguien andando con los pies!
- ¿Es qué aquí todo el mundo anda cabeza abajo?
- No, no todos,................., pero es mucho más interesante.
El hombre daba vueltas alrededor de Juan, mirándole de arriba a abajo con curiosidad. A lo lejos, vio a un grupo de hombres sentados en unos bancos de madera.
- Oigan, ¿Qué les pasa esos, que andan con las manos? - les dijo.
- Pues................., no lo se le dijo uno de ellos, contrariado - lo he olvidado. ¿Quieres comer algo? - le dijo mostrándole unos frutos alargados de color naranja.
- No, gracias.
Estuvo un rato hablando con ellos; ¡ninguno recordaba nada!, ¡ni sus nombres!
Desconcertado, salió de la aldea, ¡tenía que salir de allí, encontrar una razón para todo aquello! ¿Se habían vuelto locos de remate?
Por el camino, se encontró con un campesino, que subido a un carro, llevaba trigo al molino.
- Que, ¿Vienes del país de los sabios? - le dijo.
-Sí, pero más que sabios, son locos.
- ¡No!, ¡lo que pasa es que nuestras simples mentes no pueden comprender el comportamiento de seres iluminados!, ¿sabes por qué andan cabeza abajo? Dicen, que de esa manera, la perspectiva del mundo cambia completamente, y tienen que volver a aprenderlo todo.
- ¿Y los que no recuerdan nada?
- Esos comen "El fruto del olvido"(1), para tener que aprenderlo todo de nuevo.
Juan no quiso discutir con el campesino, ante la veneración que éste procesaba a los sabios, pero tuvo claro que el ansia de saber, les había trastornado. Juan subió al carro con el campesino, y charlaron amigablemente.
- ¿Qué te trae por aquí? - le preguntó el campesino.
- Quería visitar a los sabios para aprender de ellos, pero la verdad.................
- ¿Quieres conocer al hombre más sabio del mundo?, dicen que vive en la ciudad
- ¡Me encantaría! - los ojos de Juan se iluminaron.
- Vive en la ciudad. Pregunta por Federico, Federico Montoya.
Así que fue a la ciudad y preguntó Por el tal Federico.
- Vive al final de la calle, en una casa roja - le dijeron.
- ¿Y es cierto que es un gran sabio?
- Bueno..........., sabe de todo, eso si que es verdad.
Llamó a la puerta de la casa roja, como le habían indicado. Un hombre, con un buzo de trabajo que se limpiaba las manos con un trapo, le abrió la puerta.
- Hola  - le dijo.
- ¿Eres tú Federico? - le preguntó Juan.
- Si.
- ¿Puedo hablar un momento contigo?
- Bueno, ahora estoy ocupado arreglando unas goteras. Ayer llovió como si el mar se hubiera caído del cielo - dijo Federico sonriendo - pero pasa,  charlaremos mientras trabajo.
Juan observaba como Federico subido a una escalera colocaba diestramente unas planchas de madera en el techo.
- ¿De qué querías hablarme?
- Vengo del "País de los sabios", quería aprender de ellos, pero creo que se han vuelto locos.
- Bueno, son sabios, ya sabes.
- Oye Federico - le preguntó de repente - ¿sabes cómo curar un catarro?
- No, ¿por qué?
-Por nada. ¿Y sabes por qué gira la tierra?
- Pues....................., no. ¿A qué vienen esas preguntas?
- Es que..............., perdona tengo que irme.
Juan se marchó sin ni siquiera despedirse, de tan decepcionado que estaba.
"- ¿Y ahora qué?" - pensaba - " nunca podre saberlo todo."
Decidió volver a su casa, pero antes , pasaría por casa de Federico para disculparse por su comportamiento. Llamó a la puerta.
- Está abierta - escuchó. Entró y vio a Federico poniendo una cataplasma en el pecho de un chico.
- Hola - le dijo - , perdona, pero mi sobrino está acatarrado, y le tengo que hacer una cura.
Juan se quedó de piedra.
- Bueno, cambia la cataplasma cada 12 horas, y verás cómo te alivia.
- Gracias tío.
El chico, salió de la casa corriendo.
- ¿Cómo es posible? - Juan no salía de su asombro - , ayer me dijiste que no sabías nada de medicina.
- Y así era.
- ¿Pero.........entones?
Federico se quedó pensativo.
- Tengo un secreto - le dijo -, pero prométeme que no se lo contarás a nadie.
- Te lo prometo.
Entonces le enseñó un anillo dorado con el símbolo del infinito.
- Este es "El anillo de la sabiduría" - le dijo.
- ¡Es precioso!, ¿y cómo funciona?
-Cada vez que quiero saber algo, me lo pongo, y el conocimiento que necesito me viene a la cabeza al momento.
- ¡Increíble! ¿puedo probarlo?
- No sé..............es peligroso. Si los conocimientos que buscas son egoístas, se volverán contra ti.
- Yo sólo quiero saber cómo volver a mi casa. Me he perdido.
Juan no se atrevió a revelarle que su verdadero deseo era saberlo todo.
- Bueno, si es eso, pero ten cuidado.
Federico le dio el anillo. Cuando se lo puso, Juan pidió con todas sus fuerzas saberlo todo, y así sucedió; ¡todos los conocimientos del mundo iluminaron su mente como un relámpago, y desapareció para siempre!

Así termina la historia. Juan desapareció porque lo sabía todo, y ya no tenía nada más que aprender. Yo soy un humilde maestro de instituto, y cuando veo en los ojos de alguno de mis alumnos ese brillo, ese afán por aprender y aprender, les cuento la historia de Juan, para que tengan cuidado, ya que no hay que perder nunca la curiosidad ni el gusto por aprender, pero hay que aceptar las limitaciones de cada uno, porque nadie puede saberlo todo; ¡si no queréis desaparecer!



jueves, 3 de abril de 2014

Saturnino y el misterio del planeta cambiante (el origen de los soñadores) (parte 2ª)

Saturnino contemplaba ensimismado los 4 anillos que rodeaban Saturnalia; -"¡Que recuerdos!"- Pensaba -"¡los primeros vuelos en aereo-vicicleta!, ¡las excursiones en familia a los cráteres de viento, y a los campos de burbujas!,¡ el primer beso,..................! - Allí, en aquella esfera que casi podía atrapar con la mano, había transcurrido su feliz infancia, antes de tener que partir para realizar sus estudios superiores de piloto espacial.
El gorrión aterrizó en el hangar de la casa familiar; su madre le estaba esperando. La empanada de anchoas que preparó para comer, le hizo volver de nuevo a su niñez. Mientras daban buena cuenta de ella, Saturnino contaba a su madre sus aventuras espaciales, y ella, le ponía al día de las últimas novedades familiares.
- Pues ya ves, - decía la madre de Saturnino - con lo tímida que es tu prima, y se casa con un morador de la 3ª luna.
- ¡Y yo que creía que lo había visto todo!
-Bueno, hijo, y ahora cuéntame por qué has venido a  verme.
- Pues para visitarte.................
- ¡Satur! - le dijo echándole una tierna mirada de reproche.
- La verdad es que me gustaría que me hablaras de nuestras raíces familiares.
-Ya,.............., entonces lo sabes.
Saturnino, le contó su aventura en el planeta cambiante, y como la niña le había dicho que era "un soñador".
- Pues si hijo, la niña te dijo la verdad, eres "un soñador".
- ¿Y por qué no me lo dijisteis? - le dijo enfadado.
- Pensábamos hacerlo, cuando estuvieses preparado. El don es muy poderoso, y exige una gran responsabilidad.
- ¿Y crees que estoy preparado para despertarlo?, no veo otra forma de hacer frente a la niña.
- No soy yo quien debe decidirlo. Mañana iremos a ver al abuelo, "El espejo de la verdad" nos lo dirá.
El abuelo de Saturnino era un hombre jovial y bromista, que vivía en una granja criando "saturocas", una especie de ocas originarias de  Saturnalia.
- Ya me ha hablado tu madre de tu repentino amor por las tradiciones familiares - le dijo sonriendo.
- Si abuelo, necesito tu ayuda.
- Bien, acompáñame.
Le llevó hasta un sótano lleno de cachivaches polvorientos. En una esquina, había un espejo de cuerpo entero, cubierto por una sábana .
- Acércate Satur, debes mirarte en él; verás a tu verdadero yo reflejado. Deberás mirarlo fijamente;
si eres capaz de aguantar su mirada durante 10 segundos, estarás preparado para despertar el don.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Saturnino.
- Cierra los ojos - le dijo el abuelo.
Este, retiró la sábana.
- Cuando estés preparado, vuelve a abrirlos.
Saturnino, respiró profundamente, y con un ligero temblor de párpados, los abrió de nuevo. Lo que vio le heló la sangre: Un terrorífico dragón, echando fuego por la boca, le miraba fijamente, con ojos rojos y vidriosos. El dragón gritó, ¿o era él el que gritaba?, quiso salir corriendo, pero los ojos rojos del dragón le tenían fascinado; y poco a poco, se fueron volviendo azules como los suyos. La sábana, cubriendo el espejo de nuevo, le sobresaltó.
- ¡Enhorabuena hijo! - le dijo el abuelo - ¡as superado la prueba!.
- ¿Has visto al dragón? - le dijo Saturnino, impactado todavía por la visión.
- No Satur, yo he visto tu reflejo, sólo tú puedes ver lo que hay en tu interior.
Los siguientes meses, Saturnino los paso en Saturnalia, aprendiendo las ancestrales técnicas de "visualización creativa", transmitidas de generación en generación, con las que despertaría el don que dormía en su interior. Cuando de sintió preparado, se despidió de su madre y de su abuelo, y se dirigió al planeta cambiante, para enfrentarse a la niña, de igual a igual.

"El gorrión moteado" surcaba el espacio rumbo al planeta cambiante. Mientras, Saturnino, buscaba la forma de hacer frente a la niña. Introdujo una memoria USB en el ordenador de a bordo.
- "Gorrión", aquí tienes los datos de todos "los soñadores" y el planeta que cuidan, por gentileza del abuelo. Contrasta las coordenadas del planeta cambiante con las de los planetas de la memoria.
- Enseguida Satur. Hay una coincidencia - dijo "el gorrión" tras unos segundos. - Se trata del planeta Acttress, a cago de la familia Sulivann. Pero lo más interesante, es que toda la familia, incluida Imelda, la hija de 2 años, falleció en un accidente naval, cuando naufragó el barco en el que viajaban en el lago Konttikii.
- Pues la niña debió de sobrevivir al accidente. No me extraña nada su conducta ante semejante tragedia..
"El gorrión moteado" sescendió sobre acttress, el planeta cambiante. Ahora estaba cubierto de nieve. Los niños se lanzaban ladera abajo con sus trineos, y patinaban en inmensos lagos helados. No tardó Imelda en descubrir a Saturnino.
- ¡Te dije que no volvieras nunca más por aquí! - le gritó.
- He venido para darte un regalo.
Le mostró un gran cajón rectangular envuelto en papel de regalo y adornado con lazos. Lo miró curiosa.
- ¡No quiero ningún regalo tuyo! - le gritó de repente, cambiando de actitud , - ¡Ni de ti, ni de ninguna persona mayor!, ¡sois todos unos egoístas y unos mentirosos!
- ¿Por qué dices eso?, ¿quizás porque tus padres te dejaron sola?
Imelda le miró furiosa.
- ¡Cállate! - le ordenó.
- Ellos no tuvieron la culpa de lo que sucedió.................
- ¡Basta! - le interrumpió, llevándose las manos a los oídos. De pronto, cerró los ojos, se concentró, y delante de ella apareció  un terrible monstruo peludo de 6 metros de altura, con tenazas en vez de manos, 4 filas de dientes afilados, y un gran ojo en medio de la frente.
- ¡acaba con él! - gritó  Imelda.
"- Es hora de poner en práctica lo que he aprendido" - pensó Saturnino. Se concentró intensamente. El monstruo se acercaba, el suelo retumbaba a cada paso que daba. Abrió los ojos, ¡no había pasado nada!, ¡ el monstruo estaba frente a él!. " - ¡Concentración, concentración!" - volvió a intentarlo. Abrió los ojos:¡Un formidable dragón se interponía ahora entre el monstruo y él, ¡lo había conseguido! El dragón, de un coletazo, lanzó Al monstruo por los aires; pero éste, se recuperó de inmediato, y agarró al dragón por el cuello con una de sus tenazas, mientras que subido a su lomo, le golpeaba la cabeza. El pobre dragón quedó sin sentido en el suelo.
- ¿Eso es todo lo que sabes hacer? - le dijo Imelda a Saturnino - veo que has aprendido algunos trucos desde la última vez que nos vimos, pero no van a servir de nada; terminemos de una vez - dijo haciendo una señal al monstruo. Este, cogió a Saturnino con su tenaza, y se lo tragó de un bocado. Imelda cerró los ojos, y el monstruo desapareció. Entonces, vio el regalo que le había traído Saturnino. Lo abrió con curiosidad. Dentro de la caja, había un gran espejo de cuerpo entero cubierto con una sábana. La quitó: Dio varios pasos atrás aterrada; en el espejo se reflejaba el terrorífico monstruo que acababa de crear.
- Ese eres tú - le dijo Saturnino, saliendo de detrás del espejo -, te estás mirando en "El espejo de la verdad". En él se refleja tu verdadero ser.
- Pero...................¡si el monstruo te había devorado! - dijo Imelda sorprendida.
- No era yo, sólo era un robot.
Imelda estaba muy confusa.
- ¿Y eso soy yo? - le dijo señalando el reflejo del espejo -, ¿en eso me he convertido?
- Así es, pero depende de ti el cambiarlo.
Imelda miró al monstruo reflejado en el espejo, y lloró amargamente. Pero poco a poco, el enorme ojo negro del monstruo, se fue tiñendo de verde, como los ojos de Imelda.

-¿Qué ha sido de la niña? - le preguntó el abuelo a Saturnino.
- Entre los datos que me diste, encontramos que un tío de Imelda vivía en Solaris, un planeta agrícola de sector de Orión, y le llevamos con él.
- ¿Y si vuelve a las andadas?
- No lo creo, lo que vio en el espejo no le gustó nada, y además ya no sentirá sola, ahora tiene varios primos de su edad con los que divertirse.
- Todavía nos queda una pregunta por responder: ¿Como pudo la niña despertar su don sin la ayuda de nadie?
- Si despertó por sí solo, podría ocurrir lo mismo en otros casos, ya las consecuencias podrían ser catastróficas.
Se produjo un intenso silencio entre Saturnino y el abuelo, ante tal expectativa.
- ¿Y tú?, ¿qué vas a hacer con el don? - le preguntó el abuelo rompiendo la tensión.
- Olvidarlo. No creo que nadie esté preparado para usarlo correctamente...........
- ¡Venga, dejaros de cháchara y a comer, que se enfría! - les interrumpió la madre de Saturnino, con una sabrosa empanada de anchoas recién hecha en la mano.
- Aunque quizás lo utilice, para no olvidarme del sabor de la empanada de mamá - dijo Saturnino, mientras él y el abuelo reían ante la mirada extrañada de ésta.


sábado, 22 de marzo de 2014

Saturnino y el misterio del planeta cambiante (El origen de "Los soñadores") (parte 1ª)

La fascinación de Saturnino por los misterios del universo, le hacían recorrer el espacio sideral, con su nave, El Gorrión moteado, en busca de respuestas.
La computadora del Gorrión había descubierto un planeta que no constaba en la cartas de navegación, y hacia allí se dirigían, con un cosquilleo, tanto en el estómago de Saturnino, como en los circuitos del Gorrión.

La nave descendió en un pequeño prado.
- Bueno Gorrión, modo camuflaje - ordenó Saturnino - estaremos en contacto por el comunicador.
- Dirígete hacia el norte, detecto presencia de vida inteligente - respondió la voz metálica del Gorrión - ten cuidado.
Saturnino cogió su equipo de exploración y se dirigió al norte, como le había indicado El gorrión. El paisaje era espléndido; recorrió frondosos bosques, campos floridos llenos de mariposas revoloteando, ríos cristalinos y verdes valles, hasta llegar a una extraña ciudad. Extraña, porque las únicas construcciones que había, eran toboganes, columpios, camas elásticas, tiovivos, etc., parecía un enorme parque infantil. En ella, había niños corriendo, peleándose, jugando con el barro, andando en bici, sin la presencia de ningún mayor detrás de ello, intentando que se comieran el bocadillo. Anduvo por la ciudad entre el alboroto generalizado. Se repetía la misma escena allí donde iba.
- Hola, ¿Donde están tus padres? - Le preguntó a un niño que se hurgaba la nariz, sentado en el suelo.
- ¿Padres?, ¿Qué es eso?.
- Pues personas mayores,................
- ¿Eres tú una persona mayor?
- Bueno................
El niño salió corriendo detrás de otro que le acababa de tirar del pelo. Saturnino, desconcertado, y  cansado de tanto alboroto, regresó a la nave, ayudado por el localizador.
- Es extraño Gorrión, no he encontrado a ninguna persona mayor en la ciudad - comentaba en la nave mientras comía una cena ligera.
- Quizás sea un planeta guardería, controlada por robots.
- No se, tampoco he visto ninguno. Bueno mañana será otro día. Buenas noches Gorrión.
- Buenas noches Satur.
Saturnino, cansado, se rindió a un profundo y apacible sueño.

Un aire frío le despertó. Abrió los ojos, vio nubes persiguiéndose en el azul del cielo, y sintió la humedad de la hierba en su espalda. Se incorporó sorprendido;"- ¿Donde estoy? "- se preguntó. "- ¿Y el gorrión?"
Miró a su alrededor, sólo encontró un tostador a su lado. Intentó contactar con el gorrión, pero no obtuvo respuesta. Todavía no había amanecido, y por la situación de las estrellas, calculó que era el lugar donde había aterrizado; sin embargo, nada era tal como lo recordaba. Se dirigió hacia el norte, donde debería estar la ciudad de los niños. Cruzó dunas y palmeras, donde el día anterior, crecían árboles y flores, y al llegar donde debería estar la ciudad, se encontró con un formidable palacio, digno de cualquier cuento de hadas que se precie. Un río, corría presuroso delante del palacio, en su orilla, un hombre, sentado en una roca, pescaba, mirando soñoliento la superficie del agua.
- Oiga - le dijo Saturnino - ¿no se levantaba  aquí una ciudad llena de niños?
- Puede ser, y quizás mañana haya un volcán, o un aeropuerto,..................¡Quien sabe!
- ¿Me estás tomando el pelo? - le dijo Saturnino enfadado.
-¿Yo?, no pareces de aquí - le contestó mirándole fijamente -, pero no ne preocupes, mañana quizás seas un conejo, o un despertador, ¡Quien sabe!
- ¿Es que en éste planeta todo cambia de un día para otro?
- ¡Exacto! Eres más listo de lo que pareces.
- ¿Y que puedo hacer para recuperar mi nave?, ¡Ahora es una tostadora!
- Sólo la niña te puede ayudar.
-¿La niña?
- Si, La soñadora. Sus sueños se convierten el realidad ¿sabes?.Tiene el poder de transformar el planeta en el escenario de sus sueños, y a todos los que vivimos en él, en sus actores. ¡Es una pesadilla!
- ¡Pero yo no he cambiado!
- ¡Entonces eres uno de ellos! - soltando la caña, el hombre salió disparado, sin parar de chillar. Saturnino, miraba atónito como se alejaba. "- tengo que encontrar a la niña" - pensó. "- ¿Y que niña no sueña con ser una princesa y vivir en un palacio como en el que tengo delante?"
Así que entró en el palacio. Era un palacio formidable, con grandes torres cilíndricas unidas por arcos, y una torre central que sobresalía sobre las demás culminando en un tejado cónico; como el de Walt Disney  vamos. Llegó hasta la puerta del palacio, cruzando jardines y fuentes. Estaba abierta. Dentro, el polvo y las telarañas cubría un lujoso hall, del que ascendían unas escaleras de mármol con barandillas doradas. Tenía la sensación de que al llegar arriba, se encontraría a "Bella y Bestia" bailando en un salón; pero en lugar de eso, ¡se encontró a un terrorífico dragón, encadenado frente a una celda. El dragón se le acercó amenazante. Saturnino, sin inmutarse, sacó el desintegrador del cinturón, y disparándole, le convirtió en puntitos de luz que se difuminaron al instante.
- ¡No, no y no!, ¡Así no es como deberías haber matado al dragón! - dijo una niña,saliendo de la celda, enfadada. Iba vestida con un formidable traje de princesa.
- ¡Perdón, su majestad!, olvidé mi espada en casa. - respondió divertido Saturnino.
La niña se le quedó mirando con el gesto fruncido.
- Vaya, veo que eres uno de los nuestros - le dijo.
- ¿Uno de los nuestros?
- ¡Pues claro!, ¡un soñador!, ¡por eso no puedo hacer que cambies!
Viendo la expresión de extrañeza en la mirada de Sasturnino, la niña se dio cuenta de que no era consciente de ello.
- Princesa - le dijo Saturnino - no se de lo que me estás hablando, pero lo que si se, es que no deberías tratar así a la gente.
- ¿Tratarla como?
- ¡Como si fueran tus juguetes!, ¡Cada uno tiene que ser como es!
- Pero entonces no me divierto - dijo la niña enfurruñada.
- No se trata de que te diviertas tú sola, se trata de que nos divirtamos todos.
La niña se quedó pensativa.
- ¡Es demasiado complicado!, ¡será mejor que te vayas y dejes en paz mis sueños!
Después de decir ésto, se dio la vuelta y se metió de nuevo en la celda.
"¡Menudo carácter!" - pensaba Saturnino, cuando de repente, el palacio se empezó a transformar ante sus ojos en una pasarela de moda, en la que la niña desfilaba con llamativos vestidos, bajo los flashes de las cámaras de los periodistas, y la gente que aplaudía a radiar. Entonces, Saturnino se subió a la pasarela, y se puso a desfilar, ante la indignación de la niña.
- ¡Pero que demonios haces! -  le gritó.
- Yo también quiero desfilar, ¡es muy divertido! -  le dijo Saturnino moviendo el trasero.
- ¿Quieres dejar de fastidiar mis sueños?
- Con una condición - respondió Saturnino poniéndose serio.
- ¡Cual!
- Que devuelvas mi nave a su forma original.
Le mostró la tostadora que llevaba en la mochila. La niña le miró enfadada.
- ¡Está bien!,
Entonces cerró los ojos, se concentró, y la tostadora se transformó en El gorrión moteado.
- ¡Ahora lárgate!, ¡y no vuelvas más por aquí! - gritó.

Ya en el espacio, Saturnino comprobaba el estado de su nave.
- Parece que todo está en orden.
- Si Satur, funcionando a pleno rendimiento.
- Perfecto. Esa niña se merece unos azotes, ¿no crees?
- ¡Y que lo digas!
- Bueno Gorrión, necesito una información; dime lo que sepas sobre "Los soñadores", ¡por lo visto soy uno de ellos!
- Enseguida Sastur. Buscando datos.
Tras unos pocos segundos, El gorrión continuó: - Cuenta la leyenda, que el universo con todo lo que contiene fue creado por "El soñador", de acuerdo con sus sublimes sueños. Pero se sentía sólo, por lo que dotó a los seres que había creado de libertad, para que fueran como él. "El soñador" no era todopoderoso, sobre la muerte no tenía poder, era mortal, como las criaturas que había creado. Entonces, "El soñador", transmitió su don a algunas de sus criaturas, para que cuidaran del resto cuando hubiera fallecido.
- ¡La leyenda es cierta!, pero ¿como puedo encontrar a "Los soñadores"?
- Según la leyenda, hay una estirpe de "Soñadores" en cada mundo, encargada de cuidarlo. Podríamos encontrarlos en cualquier planeta.
- ¡Es cierto!, y puesto que yo soy un "Soñador", significa que mi familia forma parte de una estirpe de "Soñadores". ¡Vayamos entonces a Saturnalia, tenemos asuntos familiares importantes que tratar!