Cuentos para contar.

domingo, 7 de diciembre de 2014

El domador del viento

Eran las nueve de la mañana; el bazar de la ciudad de Lucknow empezaba a desperezarse. Del interior de las casetas de los artesanos, se escuchaba el martilleo de los plateros; en la zona de los comerciantes, un incesante ir y venir de motocicletas cargadas de forma inverosímil con innumerables bultos; los humos y olores a especias y grasa usada, que saturaba el ambiente en los puestos de comida,.................. Era también la hora de la oración, y desde los altavoces de las mezquitas, se escuchaban salmos del Corán, entremezclándose con las bandas sonoras de los últimos éxitos de Bollygood, que sonaban en los viejos radiocasetes de los tenderos.
Rashid vivía en el bazar. En aquel momento curtía la piel de una oveja, como le había enseñado su padre. Este, provenía de una de las más prestigiosas familias de constructores de cometas, y le había transmitido su saber, heredado de generación en generación.
Un hombre alto y delgado, que llevaba una túnica oscura y velo cubriéndole la boca, entró en la tienda. Sus ojos oscuros escrutaron el pequeño taller.
- Perdone - le dijo Rashid - todavía no está abierta la tienda.
El hombre, sin prestarle atención, se dirigió a una esquina del local, donde estaban amontonadas varias cometas. Cogió una de ellas, y la observó con atención.
- Un buen trabajo - dijo - ¿Las haces tú?
- No, las hace mi padre, yo sólo le ayudo.
- Tú debes de ser Rashid, ¿No es así?
- Si señor.
- Pues ve a buscar a tu padre, ¡deprisa!
La mirada intensa del hombre, disiparon los reparos que Rashid tenía de dejar solo en la tienda a un desconocido, y fue a buscar a su padre a toda prisa.
El hombre se llamaba Karín, y era un "Domador de vientos", un arte ancestral que consistía en hacer "bailar al viento", mediante el vuelo de una cometa. De esta manera, cuando se formaba una fuerte tormenta, el "domador de vientos", conseguía apaciguarla con su arte.
Karín se reunió con el padre de Rashid, y hablo así:
- Se está formando en las inmediaciones de Lucknow la tormenta más monstruosa que jamás se ha visto. Los mejores "domadores de vientos" hemos intentado controlarla, sin conseguirlo. Los sumos sacerdotes, se reunieron, y llegaron a la conclusión de que la única forma de domar a Estela, que es como llaman a la tormenta, era haciéndola bailar con una cometa construida con "Lágrimas de luna"(1). Por eso he venido, ya que tú eres uno de los más prestigiosos constructores de  cometas.
- ¿Pretendes que haga una cometa de plata? - dijo Abdul, el padre de Rashid - ¡sería terriblemente frágil!
- ¡Alá la protegerá!
Abdul se puso a trabajar de inmediato, la tormenta estaba adquiriendo dimensiones apocalípticas. Karín llevó las "Lágrimas de luna" a un platero, que las trabajó hasta convertirlas en delgadísimas láminas de plata. Con ellas, Abdul construyó el cometa, y los sumos sacerdotes la consagraron mediante complejos rituales; y llegó el momento de la verdad.

6 años antes.

Rashid tenía seis años cuando su abuelo le llevó por primera vez a volar cometas; éste, además de constructor de cometas, era un prestigioso "domador de vientos"
- Volar cometas es fácil - le dijo -, pero hacer que el viento baile con ellas, es un arte que muy pocas personas llegan a dominar; es más bien un don que se tiene o no se tiene.
- Yo quiero hacer bailar al viento.
- No basta con quererlo. Debes amar al viento, amarlo y respetarlo; sólo entonces él bailará contigo. Observa.
No soplaba la más mínima ráfaga de viento; sin embargo, el abuelo, con un simple movimiento de muñeca, hizo volar la cometa. Rashid observaba maravillado como la cometa se elevaba serpenteando en el aire, y caía caracoleando alegremente en un picado hasta la tierra, que lamió antes de ascender de nuevo y quedarse suspendida en el aire, abrazada por el viento. Fueron muchas las horas que el abuelo y el nieto pasaron volando cometas, haciéndolas volar con el viento.

En la actualidad.

Parecía que la noche se había instalado de forma perpetua en el valle; no se escuchaba ni el canto de los pájaros, que como el resto de animales, habían huido de él. El silencio comprimía el aire, a la espera de la chispa que haría estallar el cielo. Karín, concentrado plenamente en su misión, proyectaba su fuerza de voluntad sobre la cometa de plata, para intentar dominar los impetuosos vientos. Esta, se elevó hiriente en el cielo, rasgando las negras nubes. "El domador" quiso ejecutar el nervioso "Vuelo de la paloma", para sorprender luego al viento con el poderoso "Vuelo del halcón", y atraparlo en sus garras; pero el viento, colérico, hizo añicos la frágil cometa, devorándola con las llamas del "Vuelo del dragón. La última esperanza se había perdido; la tierra estaba condenada a la destrucción.
Rashid fue corriendo a casa de su abuelo. Hacía tiempo que éste no salía de casa por problemas en las articulaciones.
- ¡Abuelo, abuelo! - gritó Rashid - ¡tenemos que irnos corriendo de aquí!, ¡la tormenta llegará enseguida!
El abuelo le miró divertido.
- Si no puedo ni moverme, ¿como quieres que salga corriendo?
- Tenemos una furgoneta que ha alquilado papá, nos iremos todos en ella.
- No hijo, yo me quedo aquí, nada ni nadie podrá escapar de la tormenta. Hemos ofendido al viento con nuestras artes tramposas, y lo vamos a pagar muy caro.
- ¡ Pero abuelo!, ¡nos tenemos que ir!
El abuelo le miró con infinita ternura.
- ¡Todavía nos queda una posibilidad! - le dijo - ¿guardas la cometa que construimos juntos, con la que te enseñé a bailar con el viento?
- Creo que está por algún rincón de mi cuarto..............,¡pero está rota y estropeada!
- ¡Pues arréglala, y con ella, baila con el viento!
- ¡pero abuelo!, ¡ni siquiera Karín el mejor domaror de vientos de todos los tiempos ha conseguido detener la tormenta!, y eso que llevaba una cometa construida con "Lágrimas de luna".
- ¡Tonterías!, lo único que hace falta para domar al viento es humildad, humildad y amor, y eso es lo que te he enseñado a tener durante todo este tiempo.
Rashid se quedo anonadado, sin saber que decir.
- ¡No perdamos más tiempo! -dijo el abuelo - ¡ve a bailar con el viento!
Rashid rebuscó entre un montón de cometas polvorientas que tenía en su habitación, y cogió una. Estaba rasgada, y le faltaba el eje corto; era su primera cometa, con la que aprendió a "bailar". Fue corriendo al taller, y remendó la rasgadura. Luego ató el eje que le faltaba con un cordel; no tenía tiempo suficiente para usar cola. "Espero que aguante"-  pensó. Después de realizar unos últimos retoques, cogió la vieja cometa, y fue en bicicleta hasta el valle, donde redoblaban los truenos entre la luz de los rayos.
Rashid estaba muerto de miedo; el viento formaba remolinos a su alrededor deshojando los árboles. Colocó la cometa en el suelo y desenrolló el cordel; vio como su bicicleta caía al suelo y era arrastrada por la hierba. "Vamos allá"- pensó. Con un ligero toque de muñeca, la cometa empezó a elevarse; el viento la embistió con furiosas ráfagas, que la golpeaban sin piedad. Rashid, con pulso firme, intentaba hacerla escapar de ellas mediante quiebros y requiebros. Pasó el tiempo; le dolían las muñecas por la tensión de las cuerdas, estaba a punto de desfallecer por el esfuerzo,...............,entonces pensó en su abuelo, su imagen le reconfortó, y recuperó las fuerzas. Poco a poco, la frágil cometa lograba volar a favor de las corrientes que cambiaban incesantemente de dirección. Hasta que el viento empezó a seguir a la cometa, y se fundieron en un único y armónico movimiento. Rashid podía sentir el inmenso poder del viento entre sus manos. Entonces sucedió algo increíble: La cometa quedó suspendida en el aire, muy quieta; se encontraba en el centro de la tormenta. A su alrededor, los vientos se aglutinaban caóticamente, girando y girando a velocidades endiabladas. Rashid, con un diestro movimiento, hizo también girar la cometa, ejecutando "El vuelo del Fénix", y los vientos le acompañaron impulsando sus alas de fuego.

Hacía un día luminoso, el abuelo en su silla de ruedas, y Rashid junto a él, hacían volar sus cometas con el viento del Monzón; jugando al escondite.