Cuentos para contar.

jueves, 31 de diciembre de 2015

De elefantes, monos y alubias

Los monos, siempre de chirigota y con ganas de pasárselo bien, decidieron gastar una broma a los elefantes: cocinaron unas alubias, y se las pusieron para cenar, entre los cacahuetes y los plátanos. Cuando se durmieron, les taponaron el culo metiéndoles unos palos, y lo elefantes llenos de gases a causa de las alubias, se hincharon e hincharon hasta salir flotando por los aires. ¡Qué espectáculo!, ¡decenas de elefantes, grandes y pequeños suspendidos en el cielo a merced del viento! Tanta gracia le hizo al viento, que rió y rió, tan fuerte que los elefantes acabaron en la luna. Allí, los elefantes se quitaron los palos del  culo unos a otros, con las trompas. ¡Imaginaros el estruendo!, ¡decenas y decenas de sonoros pedos salieron al instante!, ¿y el olor?; la luna, asqueada, se lanzó de cabeza al mar, y se lavó con jabón y estropajo,haciéndose unos cuantos cráteres más, para librarse de él. Hasta los peces se refugiaron en los ríos a causa de la peste.
Los pobres elefantes, calados hasta los huesos y humillados, pensaron  en vengarse de los monos, que andaban con las mandíbulas desencajadas de tanto reírse. Así que cuando éstos dormían, untaron con cola sus árboles favoritos, donde solían subirse para coger plátanos. Y allí se quedaron los monos, pegados a la corteza de os árboles, muertos de hambre, alargando las manos para intentar coger los plátanos que colgaban sobre sus cabezas.
" Habéis tenido vuestro merecido"- les dijeron los elefantes - "Os dejaremos así un par de días, para que escarmentéis".
Pero sucedió que un tigre que se acercó por allí para reírse de los elefantes, se encontró con los monos pegados en los árboles, al alcance de sus garras y sus dientes.
" ¡Con el hambre que tengo!" - pensó - "¡me voy a dar un festín!"
Los elefantes,  viendo que su broma había ido demasiado lejos, dadas las circunstancias, invitaron al tigre a cenar.
" Unas verduritas antes del banquete te ayudarán para hacer mejor la digestión" - le dijeron.
El tigre aceptó encantado, y entre  frutas y verduras, se comió las alubias que los monos habían mezclado con ellas.Cuando terminó, le metieron una rama en el culo, ¡y volando se fue como un globo de rayas amarillas y negras!
Con chorros de agua a presión saliendo de sus trompas, los elefantes despegaron a los monos de los árboles. Parecían castañuelas, por el claqueteo de sus dientes a causa del susto.

Y lo que empezó como una broma que humilló a los elefantes, ¡se convirtió en el mayor espectáculo del mundo!, ya que el dueño de un circo que vio a los elefantes por los aires, con buen ojo comercial, les contrató, haciendo de ellos grandes estrellas internacionales.
El pobre tigre, ahí anda flotando en el aire, esperando que algún piadoso pajarillo le saque la rama del culo.

viernes, 18 de diciembre de 2015

El amo cruel

Había un amo que poseía una inmensa riqueza, y un sinfín de criados a su servicio, a los que imponía su voluntad mediante amenazas.
Uno de ellos era músico, y le obligaba a componer innumerables odas sobre él y sus grandezas.
- Amo - le dijo un día - ¿No podría componer canciones sobre el vuelo de los pájaros, o el amor en los ojos de los enamorados?
- ¡No! - le respondió el amo enfadado - ¡si lo haces llamaré a mi guardaespaldas, y te matará!
El guardaespaldas, que tenía 2 hijos y 3 hijas pequeñas, era un hombre de honor, entregado al arte de la guerra.
- No es honorable conseguir lo que uno quiere con amenazas - le dijo al amo.
- ¿Quieres que tus hijos mueran de hambre? ¡si no matarías al músico cuando yo te lo ordenara, mandaría al cocinero que no les diera comida! - le respondió.
El cocinero, también tenía hijos, y no aceptaría la orden del amo ¡en ningún caso!,
pero.......... no tenía donde vivir, y el albañil, a servicio del amo, le estaba construyendo una casa, mientras vivía en la mansión del amo.
- Si dieras de comer a los hijos del guardaespaldas, cuando yo te mandara lo contrario, ordenaría al albañil que derrumbara la casa que te está construyendo, y te echaría de mi mansión.
El albañil, estaba enamorado de la hija del amo, una linda joven, aunque algo superficial. El amo, le prometió la mano de su hija, si hacía todo lo que le pedía.
- Derrumbarás la casa que estás construyendo al cocinero si éste da de comer a los hijos del guardaespaldas, en el caso de que el guardaespaldas no matara al músico.
- ¡No puedo hacer algo tan vil!
- ¡Pues nunca te casarás con mi hija!
¿Y la hija? pues debía de cumplir las órdenes de su padre, si quería heredar su inmensa fortuna.

Pero ocurrió que la hija se enamoró de un joven galán, y con el corazón inflamado, ambos se fugaron, ignorando las riquezas del padre.
El albañil, con el corazón roto, dejó al amo;
el cocinero, al ver frustrado su sueño de tener una casa propia, también se fue;
el guerrero buscó otro amo que alimentara a sus hijos;
y el músico, libre de las amenazas de muerte, se fue a trobar por los caminos.

Y el amo se quedó completamente solo, con sus riquezas y con su rencor.

sábado, 5 de diciembre de 2015

El centrifugado

El todavía inmaduro sistema digestivo del bebé, devolvió la papilla, empapando por completo la mantita rosa de lana que lo cubría. Estaba echa a mano, con cariño y dedicación, por la abuela Marisa, que había bordado también el nombre de la niña con letras caligráficas.
La mamá, cogió la manta, y limpió delicadamente la boca del bebe, con la parte seca. Luego la echó al cubo de la ropa sucia, donde se inició una interesante conversación entre la mantita, un calcetín, una sudadera, y una corbata.
- ¡Qué haces tu aquí! - le dijo el calcetín a la manta - se supone que la ropa delicada se lava a mano.
- No lo se - respondió - es la primera vez que me manchan.
- Pues vas a acabar hecha trizas - habló la corbata.
- ¡Venga ya, si es muy divertido! - dijo la sudadera - sobre todo al final, cuando la cosa se desmadra.
La mantita se asustó.
- ¿Qué es lo que me van a hacer?
- Nos van a meter a todos en la lavadora para darnos un buen baño  - dijo entusiasmada la sudadera.
- Tranquila - continuó solemne el calcetín - se trata de una máquina en la que damos vueltas y vueltas entre agua y jabón.
- ¡ Hasta que llega el final! - saltó la corbata - ¡ y se convierte en una endiablada trituradora que deshilacha las más resistentes telas!, ¡sólo los más fuertes sobreviven!
- ¡No te pases!, Yo he pasado por cientos de lavados, y mira, como nuevo - dijo el calcetín, intentando ocultar el talón, donde se apreciaba cierto desgaste.
Ante la diversidad de opiniones, la mantita quedó sumida en una gran incertidumbre.
Cuando el cubo de la ropa sucia estuvo lleno, el papá se lo llevó hasta la lavadora, y metió la ropa en ella, sin fijarse en la delicada manta rosa que debería haber lavado a mano. Echó el detergente y el suavizante en la cajetilla, y puso en marcha la lavadora en el programa habitual.
El tambor de la lavadora se llenó de agua caliente y jabón,
"Vaya, es agradable, el agua está caliente y perfumada".
y empezó a dar vueltas.
"Bueno, es bastante molesto, pero puedo acostumbrarme".
La suela de una zapatilla empezó a rasgarla, allí donde estaba bordado el nombre de la niña.
"Aguantaré, no puede quedar mucho.......".
Al cabo de un tiempo, empezó el centrifugado; la zapatilla desgarraba la delicada lana en cada violenta vuelta del tambor.

El papá, abrió la puerta de la lavadora, y sacó la ropa con gran disgusto: ¡La sudadera, el calcetín, la corbata,......! ¡toda la colada estaba teñida de rosa!
De la mantita no quedaba ni rastro.

viernes, 20 de noviembre de 2015

Leire y sus juegos

"El robot dinosaurio destrozaba la ciudad, derivando los edificios con la cola, para atrapar a sus aterrorizados habitantes y tragárselos. Con ellos, el malvado Puercovich elaboraba la deliciosa mermelada de arándanos que tanto le gustaba. Pero entonces, apareció La Princesa de Hielo, y disparó su rayo superultracongelante, dando de lleno al dinosaurio. Este, quedó atrapado en el hielo, pero con los rayos láser de sus ojos, lo derritió. La princesa, utilizó su móvil de última generación para hacer una llamada, y volando sobre sus cabezas, Superpuch, el osito de peluche gigante, bajó de los cielos. Agarró al dinosaurio con sus dos brazos, y utilizando su poderoso abrazo amoroso, inutilizó al dinosaurio. Puercovich, que lo conducía desde dentro, escapó de la boca del dinosaurio con su nave espacial, y mandó a su ejército de zombies para que tomaran la destrozada ciudad. Se libró una terrible batalla entre los zombies y los animales de goma que fueron a liberarla................"
- ¡Leire, a dormir, que ya es tarde!
- ¡Ahora!
- ¡Pero como tienes la habitación, ya puedes recogerlo todo antes de acostarte!
- ¡Vale!
Leire guardó todo en el baúl-desastre de los juguetes, y se metió en la cama, quedándose dormida al instante. Los habitantes de la ciudad deberán esperar hasta que Leire despierte, aunque probablemente, ya se habrá olvidado de ellos.

Los padres de Leire hablaban con su profesora.
- Es una buena niña, muy cariñosa, y con una gran imaginación, pero tiene que centrarse en sus tareas, se pasa todo el tiempo jugando, y se olvida de sus deberes.
- ¡Es una niña! - protestó el padre.
- Sus compañeros también, pero son mucho más aplicados.
- ¿Y qué podemos hacer? - preguntó la madre.
- Disciplina, disciplina es lo que necesita: Ponerle horarios, estímulos mediante recompensas y castigos.....

Nada más llegar a casa, los padres cogieron el baúl de los juguetes, le pusieron un candado, y lo subieron al trastero. No se dieron cuenta de que La Princesa de Hielo se encontraba bajo la cama. Al llegar Leire, se encontró que sus juguetes habían desaparecido.
- ¡Mamá, papá, y mis juguetes!
- Ven hija - le dijo su madre desde el sofá de la sala.
- Mira, tu padre y yo hemos hablado con la profesora, y nos ha dicho que te distraes mucho. Por eso, hemos guardado los juguetes en el desván, y no podrás jugar con ellos hasta que no hagas los deberes.
- ¡Pero mamá!, ¿y La Princesa de Hielo, y Superpuch,......?
- Tendrán que esperar hasta que mejoren tus notas.
- ¡No!. ¡Quiero jugar con ellos ahora!
- ¡Pero quien te has creído!, ¡Vete a tu habitación, y no salgas hasta que no acabes tus deberes!
Leire corrió a su habitación, cerró la puerta de un portazo, y lloró tumbada boca abajo sobre la colcha de su cama.

Cuando el padre de Leire llegó a casa, se encontró con una grúa y un camión delante de la puerta. También había un coche de policía.
- ¿Qué sucede agente?- preguntó dirigiéndose a los policías que estaban dentro del coche. Se quedó de piedra; ¡eran dos clics-policia de tamaño natural!
- Se trata de un secuestro - dijo uno de ellos - si no los liberan a las buenas, destrozaremos la casa.
El padre retrocedió estupefacto, subió corriendo las escaleras, y entró precipitadamente.
- ¡Has visto eso! - le dijo a su esposa nada más entrar. Pero ésta no pudo responder, ¡ya que se encontraba congelada en la cocina!
- ¡Dame la llave! -escuchó a sus espaldas, ¡La Princesa de Hielo, en carne y hueso, tendía amenazante su mano hacia él - o te convertiré a tí también en hielo.
- ¡No Princesa, espera, no le hagas daño! - gritó Leire, que fue apareció corriendo en la cocina.
Entonces se escuchó una explosión, provenía del desván; Puerchovich había conseguido recargar las pilas del dinosaurio mecánico con el ordenador de juguete portátil, que estaba también en el baúl.
- ¡Transformación! - gritó el cerdo, apretando un botón de su mando a distancia, y el dinosaurio empezó a crecer y a transformarse en un terrible monstruo mutante. La casa empezó a desmoronarse, y el padre cogió el cuerpo congelado de su esposa, y salió con Leire antes de que la casa se viniera abajo.
- ¡Humanos, humanos, necesito humanos para hacer mi mermelada! - decía Puercobich entre siniestras carcajadas.
El monstruo mutante era una especia de masa gelatinosa llena de tentáculos y ojos, con una enorme boca. Alargaba sus tentáculos pegajosos atrapando a la gente que andaba por allí para tragárselos. Entonces apareció como de la nada un enorme osito de peluche : ¡Era Superpuch!, que intentaba abrazar al monstruo, sin conseguirlo, porque éste se le escurría entre los brazos. La Princesa de Hielo, al ver que Superpuch no podía con el monstruo, se dispuso a congelarlo con su anillo mágico. En ese momento, Puercobich cogió a Leire, y le apuntó con una pistola.
- ¡No lo hagas, o la convertiré en mermelada, con mi pistola mermelarizante!
Pero antes de que pudiera hacer nada, una grúa cogió con su gancho a Puercobich por los pantalones, y se lo llevó por los aires; un clic-obrero de tamaño natural, la conducía................

Leire escribía en la cocina. En la sala, sus padres hablaban con la maestra.
- Parece que hemos conseguido algo - comentaba el padre.
- El escribir las historias que imagina hace que se centre en algo práctico, y le ayuda a concentrarse.
- Parece que está dando sus frutos - decía sonriente la madre.

"Todo parecía normal; la bestia, convertida en niña por la manipulación genética de los extraterrestres, iba a clase y se comportaba como cualquier niña de su edad, pero mientras escribía en la cocina, se produjo la alineación planetaria que desató de nuevo a la bestia................"
- ¿Qué sucede? - dijo la maestra alarmada al escuchar un fuerte ruido.
- No lo se, viene de la cocina.................................

viernes, 30 de octubre de 2015

El zombie que podía soñar

¿Porqué soñamos?, os habréis preguntado más de una vez; os lo contaré: El primer hombre que vivió en el mundo, convivía en perfecta armonía con todas las criaturas, tanto con las de la luz, como con las de las sombras. pero había una criatura que le envidiaba; se trataba de un gato, y era tanta su envidia, que de un zarpazo, le arrancó un trozo de alma y lo arrojó al Abismo de los Tiempos. Desde entonces, el hombre tiene que dormir para zambullirse en los abismos del tiempo y poder estar en contacto con el trozo de alma que le falta.
¿Qué como lo se?, ¡pues porque soy un zombie!, ¡el único zombie que existe que puede soñar! Os contaré mi historia.

Cuando alguien pierde su alma, y sigue viviendo, se convierte en un zombie. No me preguntéis porque pasa, pero suele pasar. Y a mi me sucedió. Andaba por el bosque cogiendo setas, cuando me pilló una tormenta. Me que dé ensimismado, viendo como el cielo parecía romperse en mil pedazos, como un espejo roto, al estallar los rayos sobre mi cabeza. Y sobre ella cayó uno de ellos, chamuscándome desde la coronilla hasta la planta de los pies. Y morí como es natural, o casi, porque aquí estoy, convertido en zombie.
Como tal, vagaba  día y noche por el bosque, sin voluntad propia, sin alegrías ni tristezas, sin sueños, sin alma. Cuando tropecé con algo metálico que había en el suelo; era una trampa para zorros, en la que había caído un gato. Con el tropezón, la trampa saltó por los aires, y se abrió, liberando al gato. Este llevaba días sin comer ni beber, sumido en terribles dolores, y lleno de agradecimiento, me dijo lo siguiente:
- Si no llega a ser por ti, hubiera muerto de sed y hambre, te debo la vida. Por eso voy a recompensarte; ¿te gustaría recuperar un trozo de tu alma?
Asentí con la cabeza, ya que el habla es una cualidad del alma.
- Pues entonces, ¡acompáñame!
Anduvimos mucho tiempo. Mi amigo el gato, se desesperaba ante mi torpeza, ya que como es sabido, los zombies arrastramos los pies, y además, tenía que pararme a menudo para recoger algún miembro que se me había caído por el camino.
Llegamos hasta un gran palacio, situado en la cima de la montaña más alta, rodeado de nieve y hielo. En la puerta, se encontraba un gigante con una armadura plateada que resplandecía al sol. Sostenía una enorme hacha entre las manos.
- Este es el Palacio de los Sueños, y aquel su guardián - me dijo señalando al gigante. - Todas las noches, las almas vienen aquí, y una vez dentro, se acuestan en una de las 3 camas que hay en la sala principal. Dependiendo de la cama que elijan, tendrán sueños maravillosos, pesadillas espantosas, o no soñarán nada. Sólo tendrás que acostarte en una de las camas, reencontrarte con un trozo de tu alma, y soñar.
¡Pero yo no tenía alma, y el guardián nunca me permitiría entrar! Así se lo hice entender al gato, lanzando una resignada mirada al gigante.
-¡Claro, el guardián!, ¡no te dejará pasar si no tienes alma........! - dijo pensativamente. - pero no te preocupes, los gatos somos criaturas especiales, mi alma te poseerá, y podrás entrar conmigo.
Y así fue, ¡Era maravilloso volver a soñar!, aunque a veces sufría espantosas pesadillas con perros de  dos cabezas y cien bocas, que me perseguían babeantes.
Pero me cansé enseguida. Soñar con enormes bancos de sardinas que nadaban por el cielo, y caían directamente a mi boca, o en infinitos ovillos de lana en los que enrredarme. La verdad, que no me llenaba en absoluto. Así que intenté entrar en el palacio por mis propios medios.
Me acerqué renqueante hasta la puerta, donde se encontraba el guardián.
- ¡Qué haces aquí! - rugió - los zombies no pueden entrar en el Palacio de los Sueños, ¡no tenéis alma!
Me quedé quieto, e intente conmoverle con mi mirada más suplicante. Pero el guardián insistió, más furioso todavía:
- ¡He dicho que te largues!
Pero yo no estaba dispuesto a desistir, así que cerré los ojos, y me quedé ahí plantado. El gigante, fuera de si, cogió su hacha, y me cortó por la mitad, como si fuese un melón. Pero cuando creía que echaría mis restos al foso, vi como, con rostro sorprendido, cogía mi corazón, que había rodado por el suelo, y lo miraba estupefacto: ¡Mi corazón brillaba!, ¡un trozo del rayo que me atravesó, se había quedado atrapado en él!
- Si me das tu corazón, te dejaré entrar - me dijo - el calor que desprende, me calentará en las gélidas horas de guardia. Pero tendrás que elegir bien la cama donde dormir, porque allí dormirás por siempre, y tu vida podría convertirse en una pesadilla eterna.
Como soy un zombie, no tuve ningún problema en darle mi corazón al guardián, yo no lo necesitaba.
El gigante me abrió las puertas del palacio, y me dejó entrar, una vez que me reconstruyó, y se guardó mi corazón en el bolsillo.
Dentro, todo estaba hecho de cristal y nubes. En la sala principal vi las tres camas. Eran idénticas, de madera, con colchones de lana, y cuatro angelitos guardando sus cuatro esquinas.
No se cuanto tiempo pasé allí, sin decidirme que cama elegir. Al final, ya cansado, me tumbé en la más cercana.
Y os preguntaréis que cama elegí, si la de los sueños maravillosos, la de las pesadillas, o en la que no se soñaba. La respuesta sólo depende de vosotros, de si os ha gustado el cuento, os ha dejado indiferentes, o no os ha gustado nada en absoluto, ¡CUANDO DESPERTEIS!





sábado, 24 de octubre de 2015

La gota de agua y la lágrima

La gota de agua corría feliz por el cauce del río, sorteando rocas y troncos a toda velocidad. Descansaba en un remanso, cuando a su  lado, cayó una gota que era distinta a las demás.
- Hola -le saludó- tu no eres una gota de agua normal.
- No, soy una lágrima - le respondió.
La gota de agua, que no había oído hablar nunca de las lágrimas, vio que estaba triste.
- ¿Porqué estás triste? - le preguntó.
- Vengo del ojo de una niña, se le cayó al río su muñeca favorita mientras jugaba con ella, y la corriente se la llevó. Por eso lloró, y caí al agua.
- ¡Vaya!, ¡tenemos que ayudarle! - dijo la gota de agua impresionada.
La gota de agua y la lágrima corrieron raudas, arrastradas por la corriente, hasta llegar al mar. Allí, buscaron incansablemente la muñeca, entre cartones, plásticos y otras basuras que flotaban a la deriva.
- ¡Nunca la encontraremos! - decía afligida la lágrima.
- ¡Claro que sí!, ¡pediremos ayuda!
La noticia de la muñeca perdida, se fue propagando de gota en gota, y enseguida dieron con ella. La encontraron varada en una playa. La gota de agua y la lágrima, esperaron a que subiera la marea, y entre todas las gotas de agua, llevaron a la muñeca hasta altamar, sorteando las olas.
- ¿Y ahora, como vamos a llevar la muñeca hasta la niña? - se quejaba la lágrima con su pesimismo natural.
- La verdad es que no lo sé, pero tiene que haber una forma.
Y la hubo. Tanto era el interés de las gotas de agua y la lágrima por devolver la muñeca a la niña, que al evaporarse por e calor del sol, formaron una nube alrededor de ella, que hizo que se elevara por el cielo. El viento les ayudó, soplando la nube río arriba, hasta donde estaba la niña, que todos los días iba allí donde había perdido su muñeca, a llorar desconsoladamente.
Entonces el viento se enfrió, convirtiendo las gotas de agua y la lágrima en lluvia, haciendo caer la muñeca al río, justo al lado de la niña. ¡No se lo podía creer!, ¡Elsa estaba allí!, ¡como caída del cielo! La niña abrazó su muñeca, y jugó con ella hasta que se hizo de noche.
La gota de agua estaba satisfecha, y se disponía a volver de nuevo al mar, cuando a su lado, cayó una nueva lágrima, pero esta no estaba triste, al contrario, estaba llena de gozo y agradecimiento.

viernes, 9 de octubre de 2015

El cabrero y el guante mágico

Juan tenía una cabra, Esmeralda. Le quería mucho, y además era su único medio de subsistencia. Todos los días ordeñaba a la cabra, y con la leche hacía sabrosos quesos que luego vendía en el mercado del pueblo. No sacaba mucho dinero, pero si el suficiente como para poder haberse comprado un pequeña chabola de madera en el bosque. Juan era feliz, pero ya era mayor, y cada vez le costaba más ir al pueblo, que se encontraba a 2 horas de la chabola donde vivía.
Un día, paso por el bosque un rico comerciante. Su caballo estaba exhausto, y al ver la chabola de Juan paró y llamó a la puerta.
- Hola buen hombre - le dijo a Juan - mi caballo está agotado, y necesita agua y descanso.
- ¡Como no!, pase, y descanse usted también - le respondió amablemente - le daré agua y alfalfa a su caballo, y podrá continuar en cuanto se recupere.
Así lo hizo, y convidó al comerciante a queso y vino.
- ¡Uhmmmm!, este queso está buenísimo - dijo el comerciante -  ¿donde lo compra?
- Lo hago yo mismo, tengo una cabra que me da una leche excelente.
El comerciante, con su ambiciosa mente, vio enseguida que tenía entre manos un buen negocio.
- Me gustaría hacerte una propuesta - le dijo - si me haces 20 quesos como este, yo te los compraré todos.
- ¡20 quesos!, ¡si con 5 que haga me bastan para vivir!
- Piensa que con el dinero que te sobre podrías comprarte un carro y un caballo para poder ir al pueblo para vender tus quesos.
- ¡Vaya!, no estaría mal...........
El comerciante, sin darle tiempo a pensar, le plantó delante de sus ojos un contrato, en el que Juan tendría que hacer 20 quesos por 6 monedas de oro en el plazo de 2 semanas.
- Firma aquí y tendrás tu carro.
Juan firmó, ya se imaginaba sentado en su majestuoso carro, de camino al pueblo.

Juan se puso a la labor, pero se dio cuenta que necesitaría mucha más leche de lo habitual, por lo que ordeñaba a Esmeralda hasta la última gota, y hasta 2 veces por día. Juan se enfadaba mucho con ella, ya que veía que ésta no iba a ser capaz de darle la leche que necesitaba. La pobre Esmeralda adelgazó mucho, y enfermó. Por ese motivo, dejó de dar leche.
A las 2 semanas, el comerciante fue a casa de Juan a por sus 20 quesos, tal como habían acordado.
- Lo siento -  le dijo Juan - mi cabra ha enfermado, y ya no me da leche. Sólo he podido hacer 8 quesos.
- ¡8 quesos! - gritó el comerciante fuera de sí -¡ Tengo vendidos ya los 20 quesos!, ¡Exijo que me los hagas!
- ¡Pero como voy a hacerlos!
- ¡ Es tu problema!, ¡si dentro de una semana no me das 20 quesos, me quedaré con tu chabola!
El comerciante montó en su caballo y se fue, dejando a Juan en la más absoluta desolación.

El pobre Juan no sabía que hacer, la preocupación le hacía pasar la noches dando vueltas en la cama sin poder dormir.
Un día, pasó por allí un apuesto joven montando un impresionate caballo.
- Hola buen hombre -  le dijo - ¿Sabe por donde se va al pueblo?
- Si claro, siga por el robledal hasta el río, y continúe por el camino que pasa entre los trigales, no tiene pérdida.
El joven, al ver las ojeras del pobre Juan, le preguntó qué le sucedía. El cabrero le contó su historia.
- Podría ayudarte - le dijo - toma éste guante, tiene el poder de convertir el oro en arena. Cuando venga el comerciante a por sus quesos, pídele que te de primero el dinero, cuando lo haga, lo tomarás con la mano enguatada en el guante mágico, y las monedas se convertirán en arena. Al no poder pagarte, no tendrás porqué darle los quesos.
Juan le mostró al joven su eterno agradecimiento, y por fin pudo dormir en paz.

Llegó el día en el que el comerciante fue a casa de Juan a por los quesos. Llegó acompañado de un alguacil, para que se llevara preso a Juan si no cumplía el contrato.
- ¡Los 20 quesos! - gritaba mientras aporreaba la puerta con una mano, y mantenía el contrato firmado por Juan en la otra.
Juan abrió la puerta con parsimonia.
- Primero págame - le dijo mientras tendía la mano enguantada.
- ¡ Aquí tienes!- le dijo sacando 6 monedas de oro del bolsillo de su chaqueta. Estas, al ponerlas en la mano de Juan, se deshicieron al tocarla, convirtiéndose en arena, que se llevó el viento.
- No veo ninguna monede en mi mano - dijo Juan simulando asombro.
- ¿queeee?, ¡no puede ser, si yo..........!
Volvió a sacar otras 6 monedas de oro, y las puso de nuevo en la mano de Juan; y de nuevo el viento se llevó lo que quedó de ellas.
- ¡Es magia!, ¡magia negra!, ¡deténgale alguacil! - gritó el comerciante con el rostro desencajado.
- Lo siento -  dijo el alguacil inmutable - no veo que se haya cometido ningún delito.
El comerciante, fuera de si, se abalanzó sobre Juan gritando.
- ¡Maldito brujo!
Pero el alguacil, con un rápido movimiento, agarró al comerciante del brazo, y se lo llevó atado de pies y manos, por intentar agredir al cabrero.

Juan, con los 3 quesos de más que había hecho, consiguió el dinero suficiente para llevar a Esmeralda al mejor médico del pueblo. La cabra se recuperó, y empezó a dar de nuevo la mejor leche del condado.
Un día, llamaron a la puerta de su chabola; era el apuesto joven que le dio el guante mágico.
- Vengo a por el guante - le dijo.
Juan se lo devolvió, y le contó lo sucedido.
- Ahora vivo como antes - le comentó - cuido de mi cabra, y ella me da todo lo que necesito, ¿para qué quiero más?
- Has hecho lo correcto - le contestó.
También le dijo, que era un príncipe, y que tenía que volver a su reino, pero tendría noticias de él.
Un buen día, se presentó un hombre en casa de Juan.
- Vengo en nombre del príncipe Igor - le dijo - traigo un presente de su parte.
Y le dejó ante su puerta un precioso carro tirado por un majestuoso corcel.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Al cienpiés le huelen los pies

El cienpiés fue a buscar zapatos,
al cienpiés le huelen los pies,
que peste dijo el zapatero
al ponerse a medirle los pies.

Le hizo zapatos con rosas,
con lirios, romero y clavel,
lengüetas de hierbabuena,
cordones de menta y miel

Que ya no está sólo el cienpiés,
que ya no le huelen los pies,
que le han crecido las flores
en el lomo y en la piel.


viernes, 18 de septiembre de 2015

De safari en el centro comercial

A Camilo ya le dejaban ir a comprar solo el pan. Se sentía muy orgulloso por ello. Su madre, le dio un billete de 5 euros y la bolsa de tela alargada para guardar el pan. Bajó a saltos la escalera y salió a la calle. La panadería estaba 2 calles más para adelante, pero no se acordaba hacia que lado debía ir. Se volvió para preguntárselo a su madre, pero se detuvo, no quería que su madre pensaba que no se las podía arreglar solo. Miró hacia ambos lados de la calle, y se decidió por el de su izquierda. Anduvo por el medio de la calle peatonal, prestando atención a las tiendas que había a ambos lados:"Ranaparla", una tienda en la que vendían ranas parlantes;"Auto-bípedos", ponía en otra, donde se veían a través del escaparate, coches con 2 enormes piernas articuladas en vez de ruedas; otra en la que te pintaban la cara con maquillajes que cambiaban de color según tu estado de ánimo, llamada "Maquimagic";..........
A Camilo no le sonaba en absoluto ninguna de las tiendas, pero siguió andando, buscando la panadería. A unos metros, vio una tienda en cuyo escaparate había un pan de hogaza con bigote, sombrero de copa, pajarita y un bastón ¡bailando claqué!
"Aquí será", pensó, y entró cautelosamente.
Dentro, había toda clase de panes, con formas y colores dispares.
- ¡Eh chiquillo! - le dijo uno con sombrero torero y una muleta en la mano - cógeme, para hacerte el mejor bocata de jamón ibérico que jamás hayas probado.
- ¡De eso nada cuate! - le dijo otro con sombrero mejicano y una guitarra - Un buen bocadillo de pollo con chile y guacamole es lo que necesitas.
- Lo siento - respondió Camilo - Mi madre suele coger..........
- ¿Qué deseas? - le interrumpieron desde el mostrador. Entre una nube de harina, distinguió a un hombre gordo que con mirada amenazante, se sacudía las manos en su mandilón.
- Pues................quería 4 barras de pan.
- ¡4 barras de pan! - gritó el hombre - bien, bien............eso es muy genérico.............las quieres para montar, para pintar, para viajar en el tiempo,..................
- Las quería para comer..........
-¡Para comer!. ¡estás loco!, ¡maldito caníbal!, ¡fuera de mi tienda!
El hombre cogió un rodillo y saltó por encima del mostrador. Camilo corrió hacia la puerta, pero los panes se le echaron encima para detenerle. Dando golpes a diestro y siniestro, consiguió desembarazarse de ellos, en definitiva, eran sólo panes, y se alejó de la tienda sin parar de correr.

"¿Y ahora qué?  - pensó.
- ¡Eh! - escuchó de repente, pero no había nadie cerca.
- ¡Aquí abajo!
Miró al suelo, pero tampoco vio nada.
- ¡En el bolsillo hombre!
Metió la mano en el bolsillo, lo único que encontró fue el billete de 5 euros que le había dado su madre, unas monedas.
- ¡Hombre, al fin! - ¡el señor pintado en el billete era el que le hablaba!
- ¿Qué te sucede, que pones esa cara?
- Tengo que comprar 4 barras de pan, pero no se donde.
- ¡Pues en El Centro Comercial, donde sino! ¡ donde se encuentre todo!
- ¿Y donde está?, no recuerdo que haya ninguno por aquí.
-  ¿Qué donde está?, ¡estos niños de hoy están atontados con tanta televisión y tanto videojuego! Pues donde están todos, al doblar la esquina. Siempre que doblas una esquina, te encuentras un Centro Comercial, ¿Es que no lo sabías?
- Pues no. Gracias - dijo Camilo titubeando.
Se guardó el billete en el bolsillo, dobló la primera esquina que se encontró, y allí estaba : El Centro Comercial. Parecía unas ferias, donde las luces de neón parpadeaban en enormes anuncios de productos y ofertas, entre estridente música de moda.
- ¿Qué desea? - le preguntó uno de los cajeros de la entrada.
- 4 barras de pan.
- Sigue todo recto y a la derecha, al lado de la sección de jardinería.
Detrás del cajero había una gran puerta con el nombre del centro comercial grabado en lo alto: "Safari Center", en la boca abierta del dibujo de un león.
Se quedó mirando la puerta sin saber que hacer. El cajero, al ver su expresión de desconcierto se dirigió a él.
- ¿Es la primera vez?
- Si.
- Entonces te acompañaré.
El cajero se quitó la bata. Debajo llevaba unos pantalones cortos de color beige, camisa del mismo color y un chaleco con multitud de bolsillos. En la cintura llevaba un látigo enrollado. Se puso un sombrero de ala, y cogió un carro.
- Me llamo Emilio, ¿tienes tu dinero a mano?
- Si - respondió un asombrado Camilo, mostrándole el billete de 5 euros.
- Perfecto, vamos.
Abrió las puertas, y ante ellos, se extendió la inconmensurable sabana africana, bajo un ardiente sol.
- La principal norma es no sacar el dinero hasta que no encuentres el producto que quieras comprar. Recuérdalo, es lo más importante.
- De acuerdo.
Un enorme cartel les indicaba que estaban en la sección de limpieza: Varias fregonas metía  sus mochos en un charco y limpiaban las piedras colindantes; algunos palos sueltos perseguían mochos de distintos colores y formas; los sprays limpiadores con aroma de limón rociaban los troncos de los árboles para que las bayetas los pulieran hasta hacerles brillar. Camilo lo observaba todo entusiasmado.
Llegaron a la sección de jardinería. Allí, enormes sacos de tierra se afanaban en llenar cada hueco que veían. Era una hermosa sección, con decenas de flores en sus tiestos que cantaban y bailaban bajo el agua de las regaderas y chorros de abono.
- Bueno, ya estamos llegando - dijo Emilio.
Camilo comprobó que el billete de 5 euros seguía en su bolsillo, pero al sacar la mano, un par de monedas cayeron al suelo, rebotando en la pista por la que caminaban.
Al oír el ruido de las monedas, el cajero se detuvo, y se quedó muy quieto.
- ¡No te muevas!
- lo siento, al mirar si.........
- ¡Silencio!
Emilio miró a su alrededor.
- Puede que no hayan oído caer las monedas. ¡Pero las sienten!, ¡saben que están ahí!, ¡y las esperan ansiosamente!
- ¿Quienes?
- ¡Cualquier producto!, pero sólo las mejores ofertas serán las que las consigan.
A sus espaldas oyeron ruidos de motores. Se volvieron: ¡Este mes los cotacéspedes tenían un 40% de descuento!
- ¡Corre! - le dijo Emilio - yo les entretendré.
Camilo se quedó paralizado, las afiladas cuchillas de los cortacéspedes cortaban de cuajo las plantas que se cruzaban en su camino, y se acercaban peligrosamente. Entonces Emilio, con un rápìdo movimiento, sacó la etiquetadora del cinturón de su pantalón, y saltando ágilmente de una a otra, les fue imprimiendo etiquetas encima de las que llevaban puestas. Los cotacéspedes se fueron retirándose, mientras desaceleraban sus motores, hasta quedarse en ralentí.
- ¡Por poco! - suspiró Emilio.
- ¿Porqué se han detenido?
- Les he cambiado el precio por otro más alto - respondió sin darle importancia.- Bueno, ya hemos llegado.
Emilio deseó quedarse allí para siempre: Las velas de cumpleaños saltaban de tarta en tarta, mientras bollos, palmeras y cruasanes se bañaban en un lago de chocolate caliente.
Pero no era todo felicidad, al lado de las barras recién echas que se tostaban al sol, se encontraban las del día anterior, duras como huesos en un osario.
- Venga, elige las barras de pan que quiera comprar y acércate - le dijo Emilio.
Se acercó a unas baguetes poco tostadas, como le gustaban a su madre.
- Ahora saca el dinero.
Al hacerlo, varias de ellas se acercaron curiosas. Eligió las 4 más blancas, y las metió en el carro.
En la caja, Camilo le dio los 5 euros a Emilio, que le giñaron un ojo, y éste le devolvió el cambio.
- Que tenga un buen día - le dijo el cajero, enfundado ya en su bata.
-Igualmente.

Salió del centro comercial, y dobló de nuevo la esquina. Se encontró con una calle que le resultaba familiar, y 2 calles más adelante, encontró el portal de su casa..
Al entrar en casa, su madre le esperaba malhumorada.
-¡Cuanto has tardado!, ¡me tenías preocupadísima!
- Si ya........es que ya sabes, todo el mundo quiere que le compres.
Su madre le miró extrañada.
- Algún día tenemos que ir al Centro Comercial - continuó - es muy divertido.
- Está a las afueras de la ciudad, nos viene muy lejos.
-¡ Qué va, si sólo hay que doblar una esquina!
- ¡Cada día dices cosas más raras!, venga cámbiate de ropa mientras te preparo la merienda.
En la bolsa, los panes esperaban ansiosos las suculentas lonchas de chorizo.


sábado, 15 de agosto de 2015

El pirata Malapata y los espíritus de la naturaleza (3)

El almirante Górgobich, de la armada real, oteaba el horizonte con su único ojo, mientras se reflejaban los rayos del sol nuevo en su otro ojo de cristal. Como Acab, buscaba al pirata Malapata como un perro de presa, desde que perdió uno de sus ojos por el coletazo de una ballena, al verse involucrado en "El baile de las ballenas"(1), por culpa del pirata.

El vigía dio el grito de alarma: - ¡Barco a la vista!
A unas millas de distancia, ondeaba al viento la bandera negra del "Delfín Volador", el barco del pirata Malapata.
- ¡Mantenga el rumbo! - ordenó Górgobich al timonel.
La fragata Hélix, comandada por Górgobich, se acercaba al Delfín Volador, sin que éste pareciera preocuparse por su proximidad.
"- Algo trama ése maldito pirata" -  pensaba el almirante.
Cuando el Hélix estuvo lo suficientemente cerca, Górgobich dio orden de virar al noroeste, para poner al Delfín en el punto de mira de sus cañones.
- ¡Preparados para abrir fuego! - Gritó Górgobich a los artilleros.
Pero antes de que pudieran hacerlo, una ola de más de 20 metros arroyó al Hélix, hundiéndolo en los abismos marinos.
Górgobich, que flotaba entre los restos de su barco, agarrado a una tabla, materializaba su odio hacia Malapata con una nueva úlcera de estómago.
Lo que no sabía el almirante, es que la gran ola había surgido de un remolino de agua, que en ese momento estaba engullendo al Delfín en una infernal espiral.

- ¡Haz algo Rodi!. ¡o acabaremos destrozados!, ¡por las entrañas de belcebú!
- ¡ Lo intento capitán, lo intento!: "¡Desde el mismo centro de la tierra, convoco el poder de los vientos, para poner orden en el caos del mundo!"
De pronto, un gran tornado se formó encima del Delfín, y lo arrastró fuera del remolino, hasta los arrecifes de Isla Victoria, donde quedó encallado.

La tripulación del Delfín, todavía sobresaltada por  la situación vivida, se afanaba por reparar los innumerables daños sufridos.
- ¡Vamos gandules, a trabajar!, ¡los hombres del rey pueden aparecer en cualquier momento! - gritaba Malapata.
- ¡Te lo dije capitán!, las leyes de la naturaleza obedecen a la ley de la reciprocidad: "Toda acción genera una reacción igual y de sentido contrario".
Malapata le miraba con extrañeza.
- Osea - continuó - Que si utilizamos el medallón para hacer el mal, éste nos volverá a nosotros, y nos ocurrirá algo malo.
- ¡ Panplinas!, ¡trae el medallón, yo me haré cargo.
Rodi le dio el medallón con resignación, sabía que no se podía discutir con Malapata.

Cayó la noche, y mientras Malapata y sus hombres dormían agotados en cubierta, una figura delgada y siniestra, subía por la cadena del ancla del Delfín.Se acercó a Malapata, y de un tirón le arrancó el medallón. Malapata se despertó sobresaltado, y sintió la punta de una espada en el cuello.
- ¿Durmiendo la borrachera Malapata?
- ¡Górgobich!, ¡Maldito hijo de una hiena reumática!
- ¡Tan elocuente como siempre!
- ¡Devuélveme el medallón!, ¡no es para que jueguen con él ineptos como tú!
- Se perfectamente de lo que se trata: "El medallón de los Espíritus de la Naturaleza", soy un experto en magia negra, y al ver la ola supuse que lo teníais en vuestras sucias manos. Y ahora, antes de matarte quiero que veas como destruyo a tu tripulación, y tu querido barco.
Górgobich alzó los brazos y dijo: "¡Desde el centro de la tierra, convoco el poder del fuego, para que purifique el mundo!"
Cientos de rayos cayeron del cielo sobre el Delfín. Górgobich, con el rostro desencajado por las carcajadas, observaba entusiasmado como los rayos convertían su cubierta en una barbacoa, iluminando la noche como una antorcha. Pero uno de los rayos, alcanzó de lleno a Górgobich, calcinándolo. Quedó de él una macabra estatua de ceniza, con la boca abierta en una patética carcajada, que el viento deshizo.
Rodi, sin perder un segundo, cogió el medallón, y convocó al espíritu del agua para que apagara el fuego con una intensa tromba sobre el Delfín.
- "La ley de la reciprocidad" ha hecho de nuevo su trabajo - dijo Rodi, al ver el montón de cenizas en el que se había convertido Górgobich.

- ¡Rodi, maldita rata bastarda!, ¡donde está el medallón!, ¡que te revienten las tripas, y te explote la cabeza para que coman tus retos los buitres! - blasfemaba Malapata en la cubierta del Delfín.
Mientras, Rodi, dejaba caer el medallón en el agua, subido al bote con el que se había alejado unos metros del navío.
" - Es mejor no jugar con las leyes de la naaturaleza, sobre todo si tu espíritu no es puro" - pensaba.

(1) El baile de las ballenas

viernes, 7 de agosto de 2015

El pirata Malapata y los espíritus de la naturaleza (2)

En el Delfín Volador se respiraba un ambiente festivo, la tripulación se arremolinaba alrededor de Ragout, que manipulaba la polea de la que colgaba cabeza abajo el brujo. Los tiburones intentaban atraparle con sus dientes antes de que Ragout tirara de sus pies hacia arriba. El brujo, con una actitud envidiable, se encomendaba a todos los dioses conocidos.
- ¡Ese maldito tragasables no suelta palabra! - maldecía Malapata.
- Deja que los tiburones le coman la nariz, verás como canta como un pajarito! - Dijo Bernard entre las carcajadas del resto.
- No va a soltar prenda - barruntó Rodi pensativo - aunque tengo una teoría, ¡bajarle!
Ragout, levantó al brujo con la polea, y lo soltó en cubierta, como un pescado recién cogido. Este, con gran dignidad, se sentó en el suelo, cruzando los brazos y las piernas. Entonces Rodi, se le acercó, y de un tirón, le arrancó el medallón que llevaba en el cuello a modo de collar. La expresión del brujo cambió, y se abalanzó hacia Rodi con desesperación, pero antes de que pudiera alcanzarle, se encontró colgando del pescuezo entre el puño de Ragout.
- Enciérralo - Le dijo Rodi.
- ¡Así que era el colgante el que le daba el poder! ¡por los tentáculos del Kraken! - Bramó Malapata.
- Así parece.
Rodi, se encerró en la biblioteca con el medallón y los innumerables y arcanos conocimientos acumulados en los libros, que celosamente había ido recopilando en sus correrías. Descubrió que el medallón había sido forjado en el centro mismo de la tierra, por Ramsun el enano, que robó el mapa que llevaba hsta allí por los laberínticos pasadizos de las cavernas de fuego, al mismísimo Oscus, Señor del Intramundo.
- ¡Bueno, déjate de cuentos! - le respondió Malapata cuando Rodi intentó contarle la historia del medalllón - ¡y haz que funcione!
- No es tan sencillo, el brujo sigue sin querer colaborar, y necesitamos los conjuros que activan el poder del medallón.
- ¡Déjamelo a mi!
Rodi vio preocupado como Malapata entró con un tonel de ron al calabozo donde se encontraba el brujo." -¡Es capaz de ahogarle en él!" - pensó.
Al rato, salió Malapata del calabozo, abrazado al brujo, cantando canciones de piratas. El brujo estaba borracho como una cuba.
- Aquí tienes los conjuros - le dijo a Rodi, tendiéndole una hoja escrita por ambas caras, y desembarazándose del brujo, que se quedó en el suelo durmiendo la mona - ¡Qué poco aguantan éstos indígenas!

viernes, 31 de julio de 2015

El Pirata Malapata y los espíritus de la naturaleza (1)

Tras varios meses de navegación ininterrumpida, los hombres del capitán Malapata empezaban a mostrar signos de cansancio. El abordaje de varios galeones del rey, había provocado que éste pusiera precio a la cabeza del pirata, y que "El Delfín Volador" fuera el barco más buscado de los 4 mares.
-Capitán - dijo Rodi, el camaleón, lugarteniente de Malapata - tenemos que tomar tierra cuanto antes, los chicos están muy nerviosos.
- ¡Tonterías!, ¡permanecerían en el infierno sin salir durante años, si haría falta!
- Ya, pero Ragout acaba de tirar al bardo por la borda.
- ¡Eso lo hace todos los días!
- Si, pero hoy es la octava vez que lo hace, y no ha sido el único que lo ha hecho..........
- Bueno, quizás tengas razón, desembarcaremos en la primera isla que veamos - dijo a regañadientes.
No tardo el vigía en gritar: ¡Tiera a la vista!, justo cuando Ragout iba a tirar al bardo por novena vez por la borda.
Fondearon El Delfín a cuatro millas de la costa, y cogieron los botes para ir hasta la playa. La isla estaba habitada por indígenas, que les acogieron con gran amabilidad. Por la noche les ofrecieron una fiesta, en la que Malapata y sus hombres comieron y bebieron hasta quedar saciados. Después bailaron a ritmo de los tambores. Malapata , bailaba alrededor de la fogata, a hombros de uno de sus hombres, cuando los tambores dejaron de sonar: El brujo, vestido con una piel de leopardo, se había lebantado, y con los brazos en alto, se dirigía hacia el mar, como en trance. Toda la tribu le siguió hasta la orilla.
- ¿Qué sucede? - le preguntó Malapata a Rodi.
- No lo se, debe de tratarse algún tipo de ritual.
Se produjo un silencio expectante. Entonces, el brujo, con los brazos en alto y los ojos cerrados, empezó a entonar un extraño canto bajo la luna llena, de cara al mar.
- Vamos a ver de que se trata - dijo Malapata yendo hacia allí.
A unos diez metros de donde se encontraba el brujo, se levantó una columna de agua, que en forma de remolino, ascendió hacia el cielo.
- ¡Por las escamas del diablo! - masculló Malapata.
- Debe ser algún tipo de truco - dijo Rodi pensativo.
Entonces, bajo los brazos, y la columna de agua se desmoronó. Luego, sin dejar de cantar, movió ambos brazos hacia la derecha, y una fuerte corriente de aire se levantó en esa dirección, luego, los movió hacia la izquierda, y la dirección de la corriente cambió hacia aquella dirección.
- ¡Es el diablo en persona! - bramó Malapata.
De pronto, bajó los brazos, y subiéndolos otra vez, hizo que dos columnas de arena, una a cada lado, se levantaran hacia el cielo, permaneciendo así hasta que los bajó, y se deshicieron en el aire.
- ¡Impresionante! - Malapata, estaba con la boca abierta.
- Ese agua de coco fermentada que nos han dado.....- reflexionaba Rodi en voz alta.
Volvieron al poblado. Malapata permanecía callado, sumido en profundos pensamientos. Rodi le miró.
- ¿En qué estás pensando Capitán?
- Ese hombre podría ser un magnífico aliado...........
Al día siguiente, cuando quedaban un par de horas para que saliera el sol  y toda la tribu dormía a pierna suelta tras la fiesta, Malapata y sus hombres embarcaban en sus botes rumbo al Delfín, con un invitado, que amordazado, vestía una piel de leopardo.

viernes, 17 de julio de 2015

Las aventuras de RIna, la gata callejera: La riada.

Anochecía; el sol se llevaba consigo sus últimos rayos, dejando la noche fría y oscura.
Rina arrimaba el lomo al motor de un coche que acababa de aparcar, y que se mantenía todavía caliente. Se recostó sobare una de las rudas, molesta por el humo de los coches que pasaban cerca. Se quedó adormecida con el calorcillo y el run-run de los motores.
Un ruido fuerte le despertó; ¡la rueda en la que se apoyaba empezó a girar! Dio un salto hacia un lado, ¡la rueda trasera también giraba!, y se acercaba rápidamente. Un nuevo salto le hizo salir de debajo del coche, y corrió hasta ponerse a salvo entre unos arbustos. Vio como el coche se alejaba; su mirada de terror delataba la firme decisión de no volver a acercarse a una de esas temibles cosas.

Hacía cada vez más frío, el cielo raso anunciaba helada; si no encontraba pronto un refugio, no lo contaría.
Al lado de un contenedor de basura, Rina vio una caja de madera con una abertura en uno de sus laterales. Contorsionó su elástico cuerpo para meterse por ella, y se ovilló en una de sus esquinas. Allí la temperatura era mucho más agradable que en el exterior, y su cuerpo tembloroso fue ganando calor, hasta quedarse dormida.
De pronto se levantó un fuerte viento, y el cielo, plagado de estrellas, desapareció, cubierto por negras nubes. Al momento, se desencadenó una fuerte tormenta, y empezó a llover de forma copiosa. Llevaba 3 días sin parar de llover, y el río que bordeaba la ciudad estaba a punto de desbordarse. Y eso ocurrió, al coincidir la tormenta con la pleamar, ya que la ciudad se encontraba al lado de la costa.
De nuevo un fuerte ruido despertó a Rina; la caja en la que dormía era arrastrada por el río, que extendía sus brazos de agua por las calles de la ciudad. Intentó salir de la caja, pero el agua que entraba a borbotones por la apertura, se lo impidió. Le invadió el pánico, y se puso a arañar frenéticamente las paredes de la caja. De pronto la caja se paró; Rina se quedó muy quieta, expectante. El agua dejó de entrar, y acercándose a la apertura de la caja, asomó la cabeza. La caja se había quedado enredada entre las ramas de un árbol que había quedado sumergido por el agua. Más allá, la corriente volvía a su cauce, y corría violenteamente por él; si la caja llegaba hasta el río,acabaría destrozada contra las piedras, con Rina dentro.
Cerca de donde se encontraba, había un coche que también había sido arrastrado por la corriente, y se encontraba atrancado entre unas piedras; si conseguía llegar hasta él, podría subir por ellas y saltar a una casa próxima. Pero el terror le invadió, al acordarse del incidente que tuvo con una de aquellas bestias, en el que casi es aplastada por una de sus temibles extremidades. Se quedó paralizada; la caja empezaba a moverse, desenbarazándose de las ramas. Miró al río desatado, luego a la bestia...........y saltó hacia la bestia.
Cayó en el techo del coche, mientras veía como la caja se hacía trizas entre las rocas. Miró hacia la casa; no se sentía con fuerzas para llegar a ella, y seguía diluviando. Entonces vio como una de las bocas de la bestia estaba abierta, una de las ventanillas del coche estaba rota, y sin pensarlo, se deslizó en su interior.
El interior de la bestia era mullido, y la temperatura buena. Allí dentro, no parecía tan peligrosa, incluso le pareció afectuosa, así que se durmió entre sus fauces, mientras escuchaba el ruido de la lluvia al golpear su piel de hierro.

Cuando despertó, había dejado de llover, y los hombres se afanaban en reparar los estragos ocasionados por el río al salirse de su cauce. Se estiró perezosamente, y salió del interior de la bestia, agradeciéndole su protección. El sol volvía a brillar en el cielo.

viernes, 19 de junio de 2015

La luciérnaga y la araña

En la entrada del viejo tronco hueco, la araña tejió su tela. Diéstramente, cubrió con su seda pegajosa el agujero donde antes había crecido una rama, y esperó paciéntemente en su centro, inmóvil. atenta a la más mínima vibración.
La luciérnaga, que andaba distraída por allí, iluminando la noche con sus destellos, sintió que algo fino y pegajoso le impedía avanzar. Intentó desenbarazarse de aquello, pero cuanto más empeño ponía, más enredada se quedaba.
La araña se acercaba a la luciérnaga para envolverle con su seda, cuando sintió un fuerte tirón en la tela: Una sabrosa mosca había quedado atrapada en ella.
" ¡Vaya!, esta siendo una buena noche "- pensó.
Un nuevo impacto le hizo volverse: Una polilla había caído de nuevo en su trampa.
Entonces lo comprendió: "La luz de la luciérnaga atrae a otros insectos"
Después de envolver cuidadosamente a la mosca y a la polilla, se dirigió a donde estaba la luciérnaga. Esta, agotada por el esfuerzo al intentar liberarse, esperaba resignada su triste final.
- ¡Tranquila! - le dijo la araña - No puedo liberarte, es imposible romper la tela, pero no te preocupes, yo te protegeré, te alimentaré, y te daré todo lo que necesites.
Entonces, la araña, atrapó varios caracolillos y babosas, que puso junto a la luciérnaga para que comiera. Esta, recelosa, se negó a hacerlo, pero el hambre hizo que finalmente, cambiara de opinión, y se alimentó de la comida que le dejaba la araña, hasta que recuperó las fuerzas.
Pasó el tiempo, y la araña siguió alimentando a la luciérnaga, hasta que ésta empezó a confiar en ella, hasta el punto de creerse que nunca podría salir de allí, y alegrarse por su suerte.
Mientras, la araña, orgullosa por su inteligencia, veía como montones de bichos quedaban atrapados en su tela, atraídos por la luz de la luciérnaga.
De noche, la luciérnaga veía como otras luciérnagas cortejaban entre ellas, coqueteando con sus luces intermitentes, y jugaban y cazaban llenas de vida y alegría, mientras ella se tenía que conformar con esperar a que la araña le trajera la comida todos los días. Entonces, se preguntó si la araña no le estaba engañado, y la tela no era irrompible. Quiso probarlo, y cuando ésta dormía, reunió todas sus fuerzas, y empezó a agitarse, intentando romper la tela. La araña se despertó sobresaltada, y fue corriendo donde la luciérnaga.
- ¡Qué estás haciendo!, ¡estás loca!, ¡vas a romper la tela!
- ¿No decías que era imposible romperla?
- Bueno.................pero es que si la rompes no sería capaz de hacer otra igual............
- ¡No te creo!, ¡eres una mentirosa!
Y siguió debatiéndose con todas sus fuerzas.
- ¡Está bien! - dijo la araña - ¡Tú lo has querido!, ¡te devoraré como a todos los demás!
Pero la luciérnaga, sin perder la fe en si misma, luchó con más fuerzas todavía, hasta que rompió la tela, y escapó entre las maldiciones de la araña.

La luciérnaga enseguida recuperó la flexibilidad de sus patas y de sus alas, y volvió a iluminar la noche con su luz de vida.

viernes, 12 de junio de 2015

EL cuervo

A Carlos le encantaba ir al parque, pero no para jugar al fútbol o al escondite con los amigos, sino para ver a los artistas que diariamente ofrecían sus espectáculos por unas monedas.
Estaba de vacaciones, y la tarde era espléndida, por lo que se preparó un sanwich de jamón y queso y se fue al parque en bici.
Los "coralillos" ya habían florecido, y un intenso olor a miel empapaba el aire. Cogió el atajo que entre los helechos y laureles, le llevó directamente al estanque. De la mochila sacó media barra de pan, ya duro, de ayer, y lo desmenuzó sobre el agua. Al momento, patos, tortugas, peces y palomas, se disputaban las migas mojadas. Una vez acabado el festín, Marcos se subió de nuevo a la bici y cruzó el camino principal hasta el kiosco, donde solía actuar el payaso. Pero le encontró sentado en un banco con los codos sobre las rodillas, los mofletes apoyados en las palmas de las manos, y la mirada perdida.
- ¿Te sucede algo? - le preguntó.
- ¡No podía haber sucedido nada peor! - dijo el payaso mirando al cielo y alzando las manos - ¡el cuervo!, ¡el maldito cuervo!, ¡se paró frente a mí, y me miró fijamente con sus ojos negros!, ¡robándome el alma, la vida, mi alegría!, ¡Y que es un payaso sin alegría!, ¡nada, no es nada!, ¡un esperpento!
Y clavó su mirada en el suelo, dejando caer los brazos entre sus piernas abiertas.
Marcos, desconcertado, cogió su bici y se dirigió a la explanada donde los pavos reales exhibían sus majestuosos abanicos que tenían por cola. Allí era donde el mago hacía sus trucos. Pero lo encontró buscando algo entre unos arbustos.
- ¡Tiene que estar en algún sitio! - decía nervioso.
- ¿Qué buscas? - le preguntó Carlos.
- ¡Mi conejo!, ¡no está aquí! - dijo metiendo la mano en su sombrero de copa - ¡como agarre a ese maldito cuervo, le haré desaparecer para siempre!
Entonces miró fijamente a Carlos.
- ¿No habrás visto tú a mi conejo?
- No, que va.........
- ¡Me ha robado mi magia!, ¡maldito pajarraco!.......¡quizás esté entre tus pantalones!, ¡vamos conejito, sal de ahí!
El mago se le acercó con la vista fija en su bragueta. Carlos subió a la bici, y escapó lo más rápido que pudo.
Mientras pedaleaba, pensaba en los extraños acontecimientos que acababan de suceder, y en el cuervo, que era el origen de los mismos.
Entonces fue donde Andrés, el cantautor, que ofrecía sus canciones en la zona de picnic, al lado de los grandes robles. Le encontró apoyado en uno de ellos, con la guitarra a su lado, guardada en la funda.
- ¿No tocas? - le preguntó.
- No, no estoy inspirado.
- No será por casualidad por el cuervo.
- ¿Como lo sabes?
- Me lo imaginaba. ¡No creerás en serio que él tiene la culpa!
Andrés le miró con resignación.
- Cuando un cuervo te mira fijamente ¡te roba el alma!
- ¡venga hombre!,y si fuera así, ¿qué tienes que hacer para recuperarla?
- ¡Matar al cuervo!, no hay otra manera.
Carlos se quedó pensativo.
- ¡Lo encontraré! - dijo, y cogiendo la bici se dirigió al bosque de hayas, que ocupaba la zona este del parque, y donde había un comedero para pájaros; tarde o temprano el cuervo pasaría por allí.
Se sentó debajo de un haya, sacó la armónica que siempre llevaba consigo, y se puso a tocar. Pensó que el cuervo se sentiría atraído por la música, y así fue; un gran pájaro negro le observaba con sus oscuros ojos clavados en él. Siguió tocando, y se dio cuenta que iba a ser incapaz de matarle.
"Simplemente es un animal curioso, que se siente atraído por lo que hace el payaso, el mago y el cantautor,y ahora se acerca al escuchar mi armónica." - pensó.
Se levantó, miró con cariño el cuervo, y fue a toda prisa en su bici a ver al payaso. Este, seguía sentado en el banco, con la mirada en el suelo.
- Oye, ¿quieres que te cuente un chiste? - le dijo.
- ¿Un chiste?
- Si, escucha: ¿Sabes que hace una interrogación en un campo de patatas? Pues sembrar la duda.
El payaso se quedó pensativo.
- sembrar la duda - repitió - sembrar la duda,.....¡sembrar la duda!, ¡sembrar la duda! - decía cada vez más alto, mientras reía a carcajadas - ¡sembrar la duda!
La gente que había a su alrededor se acercó. Al verles, el payaso contó el chiste, y al ver que todos se reían, siguió con los de su repertorio. El payaso había recuperado su alegría.
Entonces Carlos fue donde el mago. Este continuaba buscando su conejo, entre las colas de los pavos reales, los cuales huían despavoridos. Cogió una baraja de cartas del mago y su megáfono:
- ¡Señoras y señores, acérquense si quieren ver los más increíbles trucos de magia! - dijo a pleno volumen.
Se formó un pequeño corro alrededor de él.
- Ahora observen.
Intentó pasar las cartas de la baraja de una mano a otra, como hacen los magos, pero se le cayeron todas al suelo. Entonces el mago que se había acercado por el alboroto, cogió otra baraja.
- ¡ Pero que torpe! - dijo, y con gran maestría pasó las cartas de una mano a otra sin caérsele ni una sola.
Todos aplaudieron, y el mago siguió con sus trucos entre las ovaciones del público.
Discretamente, Marcos dejó al mago con su recuperada confianza, y fue donde Andrés, el cantautor, que dormitaba debajo de un roble. Se sentó junto a él, y sacó su armónica. Se puso a tocar, y al oírle el músico, no  se pudo resistir a acompañarle con la guitarra. La gente que pasaba por ahí, se paraba a escucharles, y tocaron hasta que se puso el sol, ¡ante la atenta mirada de un cuervo muy curioso!


sábado, 23 de mayo de 2015

Excursión al museo de la ciencia

Estoy muy contenta y excitada, hoy tenemos excursión en el colegio, ¡vamos al museo de la ciencia!
Nos llevaron en autobús hasta el museo, un cubo blanco con grandes cristaleras, donde nos enseñaron de forma divertida los fundamentos de la ciencia. En la sala de vídeo, vimos una película de dibujos animados, en la que se veía a un tal Isaac Newton debajo de un manzano, que al caerle una manzana en la cabeza, gritaba :¡Eureka!, acababa de descubrir la ley de la gravedad. Luego, nos explicaron que todos los cuerpos se atraen entre sí, y la tierra al ser tan grande, nos atrae a todos nosotros, por eso los chinos que están en la otra parte del mundo no se caen al espacio. es un poco raro, pero bueno, será así. También fuimos a un laboratorio, donde vimos por el microscopio patas de araña y alas de mosca, ¡Que chulada!, aunque daba un poco de asco. También hicimos magia, con un baso lleno de agua al que le poníamos una cartulina encima, le dábamos la vuelta, ¡y el agua no se caía!; aunque nos dijeron que era por la presión o algo así.
Para terminar, nos llevaron al planetarium, donde sentados en cómodos sillones abatibles, vimos, proyectados en el techo, los planetas y las estrellas, como si en realidad fuera de noche y estuviéramos mirando el cielo. Más de uno se durmió,  a pesar de lo alto que estaba el sonido, y las intensas luces de la pantalla.
En la zona de picnic del museo, los profes nos dieron el almuerzo: sanwiches de jamón y nocilla, mientras jugábamos al escondite. Amaya y yo, nos escondimos en un bosque próximo
- ¡Aquí no nos encontrarán! - le dije a Amaya, tirando de su brazo para que se agachara.
Sin embargo, Josu, que le había tocado buscar a los demás, se acercaba hacia nosotras.
- ¡Vámonos! - me dijo Amaya, y nos internamos en el bosque.

- ¡Qué ven mis ojos! - escuchamos. Un hombrecillo con pelo blanco y despeinado, bigote, vestido con un elegante frac verde, sombrero de copa y un bastón plateado, apareció delante de nosotras, como por arte de magia.
- ¿Qué hacéis en este siniestro bosque solas?
- Jugamos al escondite - dijo Leire
- Venimos del museo de la ciencia - añadió Amaya.
- ¿Qué has dicho? ¿museo de la ciencia? ¡no puede ser!
- Pero si...........
- ¡Silencio!,  ¡nos pueden oír los Tyranosaurus Retretex!
- ¿Los que?
- ¡Demasiado tarde, ya están aquí!
Tres enormes Tyranosaurus con un retrete en vez de cabeza, nos rodeaban, y sin darnos tiempo para reaccionar, ¡nos tragaron de un bocado!, menos al hombrecillo, que les esquivó con un ágil salto.
- ¡Vaya por dios! - exclamó el hombrecillo, y con otro ágil salto, saltó a los lomos del que habíamos sido su almuerzo, y tiró de una cadena que le colgaba del cuello. Se escuchó un ruido como de desagüe, y salimos por un agujero situado al lado de la cola, completamente empapadas.
- Tranquilas, sólo estaban jugando, son inofensivos - nos dijo el hombrecillo, ofreciéndonos una toalla - bueno, sobre qué hablábamos........., a si........el museo de la ciencia.........¡tonterías!, ¡no existe!, ¡no son más que supersticiones! ¡vamos, decidme la verdad!
- ¡Es cierto!, fuimos allí de excursión con el colegio, pero nos perdimos jugando al escondite - le dije sorprendida.
El hombrecillo me miró fijamente a los ojos, luego a Amaya, que estaba un poco asustada.
- Parece que decís la verdad. Por cierto, no nos hemos presentado, me llamo Nietsnie, Trebla Nietsnie, pero llamarme Nit.
- Yo Leire, y esta es Amaya, mi mejor amiga.
- Hola señor Nit - le dijo Amaya.
- Bueno, vayamos a lo importante; la ciencia no es mas que una superstición, leyendas, un intento de explicar aquello que no tiene explicación, ¡no existe ningún museo de la ciencia!
- ¡Pero si estuvimos allí!
- ¡Allí, acá, dentro, fuera,............! ¡todo está en tu mente! - me dijo señalándome la frente - ¡vámonos de aquí!
Entonces, cogió el bastón plateado que tenía en la mano, y sopló por uno de sus extremos, que terminaba en un aro. Se formó una burbuja, ¡qué nos envolvió y nos elevó en el aire!
- ¡Es increíble! - grité
- ¡Fantástico! - exclamó Amaya.
Nietsnie nos miraba con aire resignado.
- ¡Estos niños de hoy!, ¡tienen la cabeza llena de razonamientos! - exclamó.
La pompa ascendía por el cielo, y se balanceaba levemente con el viento. Nos cruzamos con otras pompas que contenían personas, animales, e incluso familias enteras, a las que Nit saludaba.
- Señora lewis, ¿Qué tal sus hijos?
- Bien, bien, hoy tienen clase de vuelo en dragón.
- ¿Y su marido?
- Pues ya sabe, con sus amigotes, jugando al Jumanji.
- Es un juego peligroso.
- ¡Ya sabe como son los hombres!
- Bueno, que tenga un buen día.
- Igualmente.
Entonces, vimos una burbuja enorme, que contenía un palacio dentro.
- ¿Qué es aquello? - pregunté
- ¡El museo de la fantasía!, tenéis que aprender un par de cosas.
Dentro, vimos a un hombre sentado debajo de una palmera. De repente, cayó un coco, y le golpeó en plena cabeza, dejándolo sin sentido.
- Ese hombre es Notwen, Caasi Notwen, así es como descubrió las leyes de la levedad, ¡en sueños!
- ¿Y que dicen esas leyes? - Preguntó Amaya.
- Pues que todo flota, y las cosas se atraen o repelen según los gustos y deseos.
- ¡Qué guay! - gritamos.
- Ahora, sólo tenéis que divertiros, las leyes de la levedad se encargarán del resto.
¡Nos lo pasamos de miedo!, jugando en un inmenso txiki-park, comiendo chuches hasta hartarnos, cazando medusas con Bob Esponja, jugandos al escondite con Blancanieves y Sofía,..........Acabamos agotadas, y nos echamos una buena siesta en la casa de Winnie De Poo.
 Al despertar, nos encontramos con Nit.
- ¿Lo habéis pasado bien?
- Si, estupendamente - dijo Amaya.
- ¿Y tú Leire? - me preguntó.
- Si.................., pero hecho de menos a mis amigos y a mis padres.
- Pues la verdad........yo también - dijo Amaya.
Y al momento, nos encontramos en la zona de picnic del museo de la ciencia,¡ rodeados de todos nuestros amigos!.

viernes, 8 de mayo de 2015

La leyenda del "Robacorazones" (4)

Luis tuvo un agradable sueño, en el que su corazón latía de nuevo en su pecho, que a su vez era el corazón de la tierra, y de todo el universo. Cuando despertó, se encontró en un lugar extraño: vio su imagen reflejada en cientos de espejos que le rodeaban; pero esta aparecía distorsionada. En un espejo, tenía la cabeza tan grande como el cuerpo, en otra, los brazos le llegaban hasta el suelo,... Dio un grito, y su voz, se repitió en un eco que se fue perdiendo a lo lejos. Se encontraba en un laberinto de espejos. Se levantó y buscó la salida. Fueron muchos los golpes que se dio. Había espejos hasta en el suelo y el techo, la confusión era total. Harto de andar sin llegar a ningún sitio, se paró, respiró hondo, y miró a su alrededor, buscando alguna pista para salir del laberinto. Entonces se fijó que en algunos espejos, se reflejaba su imagen sin distorsionar, y decidió seguirlos. De esta manera, encontró la salida.
Aliviado, miró a su alrededor; se encontraba en un lugar apocalíptico, desiértico, donde columnas de humo se levantaban sobre ruinas ardiendo, tapando el sol.
"Esto si que es el infierno" -  pensó.
A lo lejos, distinguió una figura delgada y encorvada entre las ruinas ardientes: Se trataba del varón Greenforce. Echó a correr hasta alcanzarle No quería que le vería, para pillarle desprevenido, pero unas ruinas consumidas por el fuego se desmoronaron cerca de donde se encontraba, y el ruido hizo que el varón volviera su mirada hacia allí.
- ¡Has llegado hasta aquí! - dijo sorprendido al ver a Luis.
- ¡Si, y me vas a devolver mi corazón.
De pronto, Luis se sintió mareado, y el pecho le empezó a doler. Se apoyó en una roca.
- ¿Te sucede algo? - dijo el varón - no será que la cuerda del reloj que tienes como corazón se ha acabado?
" ¡No, ahora no! - pensó Luis.
El varón rió aliviado.
- ¡Qué descorazonadora imagen! - bromeó.
¡Efectivamente!,  la cuerda del reloj que Luis tenía como corazón, se había acabado. Perdió la conciencia.
Entonces, bajó un diablo del cielo, y agarrando al varón por el cuello, le arrebató el corazón de Luis.

- ¡Luis, Luis!, ¡despierta!
Luis abrió los ojos, y vio el rostro escamoso y cornudo del diablo.
- ¡Ahhhhh! - gritó.
- ¡Tranquilo, soy yo bernardo!
- ¿Bernardo?
- Es el precio que un ángel tiene que pagar por entrar en el infierno, pronto perderé la consciencia de mi mismo...............pero no te preocupes por mí. Toma, aquí tienes tu corazón.
Bernardo le dio el corazón a Luis, y sin darle tiempo a que le dijera nada, se elevo en el aire con sus alas de murciélago, lanzando un terrible alarido, y perdiéndose entre las volutas de humo negro que se elevaban desde la tierra.
Luis observó el corazón rojo y palpitante entre sus manos. Este, empezó a brillar, y desapareció, ocupando su lugar en el pecho.
- ¡Por fin es tuyo! - escuchó. El diablo en persona flotaba en el aire a unos metros de él. - ¿Es todo lo que deseas?
Luis no tuvo miedo, le miró a la cara y dijo resuelto:
- ¡Si!
El diablo rió.
- Resulta que yo también.
- Pues tendrás que volver a arrancármelo.
- ¡Venga hombre!, sabes que ese no es mi estilo. Yo hago tratos.
- ¡No tienes nada que ofrecerme!
- ¿Estás seguro?
El diablo extendió la mano, y apareció junto a él Leire.
el rostro de Luis cambió por completo.
- Prefiero tu corazón - continuó el diablo - pero tendré que conformarme con el de ella.
- ¡No! - gritó Luis - te daré mi corazón, pero suéltale.
- ¿Hacemos entonces un trato?, ¿Tú corazón por el de ella?
Luis no lo dudo,
- ¡De acuerdo!
- Bien, pues entonces firma aquí, ¡con tu sangre!
Apareció delante de Luis un papel y una pluma, unida a su corazón por un tubo. Luis firmó, y su corazón desapareció, apareciendo Leire junto a él. La abrazó, estaba llorando.
- Tranquila, tranquila, no pasa nada.
El diablo, cogió el corazón de Luis, y se lo tragó. La tierra empezó a temblar, y el cielo se rompió, cayendo en mil pedazos. El cuerpo del diablo empezó a crecer, y entre alaridos, se convirtió en un terrorífico y deforme monstruo.
Luis, protegió a Leire con su cuerpo, echándose sobre ella en el suelo. Cuando abrió los ojos, se encontró de nuevo en el mundo, y vio como el diablo, convertido en una monstruosa y gigante abominación, se dirigía a una ciudad próxima, con la intención de destruirla.
"¿Qué puedo hacer?, ¿Y como es que sigo vivo sin corazón?" - Pensó Luis.
Entonces sintió un rítmico golpeteo en su pecho: ¡Era su corazón!, ¡estaba allí, y latía con enorme fuerza!
De él,empezó a salir un brillo que fue envolviendo a Luis, hasta convertirse en un rayo de luz, que desde su pecho, surgió poderoso, y alcanzó al diablo. Este empezó a gritar, y ardió hasta quedar consumido por las llamas.
- ¿Qué ha sucedido?  - Le dijo Leire a Luis, abrazándole.
- Nada, no te preocupes, todo está bien.

Luis tuvo un sueño. En él aparecía Bernardo, con aspecto de ángel.
- Dime Bernardo, ¿qué sucedió?
- Sucedió que para poder llegar al infierno, tuviste que superar pruebas que exigían un corazón puro.
- ¡Pero si no tenía corazón!
- El corazón se forja en cada situación que se nos presenta en la vida.
- ¿Y qué pasó con el diablo?
- Está en el infierno, donde siempre estará. No existe fuerza más poderosa en el mundo que la de un corazón puro: El poder del amor.



viernes, 1 de mayo de 2015

La leyenda del "Robacorazones" (3)

Luis caminó por un lugar desértico, en el que el sol agrietaba la tierra reseca. De pronto escuchó una sirena, y vio a lo lejos, como apareciendo de la nada, un inmenso palacio dorado que brillaba y centelleaba con los rayos del sol. Se formó un gran alboroto, y empezó a salir gente de todas partes: de detrás de las piedras, de entre los matorrales, de debajo de la tierra,..........., que corrían desesperados hacia el palacio. Uno de ellos, le dio tal empujón, que le tiró al suelo. Desde allí, vio como la gente se peleaba de forma muy violenta por llegar antes al palacio.
-" ¿Pero que sucede?" - se preguntó.
Al rato, vio como el palacio se difuminaba hasta desaparecer, y la gente, volvía a mimetizarse con el entorno.
- ¿porqué no has corrido como todos los demás? - escuchó a su espalda - ¡eres joven y fuerte!
Se volvió, y vio a un anciano apoyado en una muleta.
- ¿Qué te pasa?, ¡eres mudo o que!
- Perdone, es que no soy de aquí. ¿Me podría explicar que es lo que ha sucedido?
- ¿Qué ha sucedido?, pues que debes de estar loco si no has intentado entrar en el palacio.
- ¿Y porqué debería querer entrar en el palacio?
-¡Además de loco estás ciego!, ¡mira a tu alrededor, no hay nada! ¡En el palacio hay riquezas y abundancia para todo aquel que entre! Si yo tuviera tus piernas no estaría aquí malviviendo, te lo aseguro. ¡Estos jóvenes no saben nada de la vida!
El hombre se alejó maldiciendo.
Pasado un tiempo, sonó de nuevo la sirena, y el formidable palacio apareció de nuevo de la nada, en un lugar diferente, y de nuevo, empezó a aparecer gente de todas partes, en febril carrera hacia él. Instintivamente, Luis echó a correr hacia allí, y al aparecer el palacio cerca de donde estaba, llegó rápidamente hasta la puerta. Se iba a disponer a entrar, cuando sintió un fuerte golpe en la cabeza, y cayó al suelo; le habían golpeado con un palo, y pasaron por encima suyo, pisándole las costillas. Cuando se recuperó, el palacio había desaparecido.
-"¡Maldita sea, la próxima vez lo conseguiré! - pensó, y buscó un palo para hacerse un arma.
Luis miró a su alrededor; encontró varios almendros y unos cuantos olivos. Se fijó también en un pequeño riachuelo en cuyas orillas crecían madreselvas. Pudo distinguir verdes hojas de zanahorias creciendo en la tierra, y aunque hacia calor, soplaba una agradable brisa. - " Pues no se está tan mal en este lugar" - pensó.
Se sentó en la orilla del riachuelo, donde encontró dulces fresas silvestres que comió con deleite. Se estaba quedando agradablemente dormido debajo de una pequeña encina, entre el murmullo del agua, y el canto de los pájaros, cuando la sirena volvió a retumbar por todo el valle. Se levantó de inmediato y cogió el palo que había preparado como arma. Entonces, vio como cerca de donde estaba, un hombre golpeaba salvajemente con un piedra a otro en la cabeza. - "¡Pero que estoy haciendo!, ¡ésto es una locura!" - pensó, y tiró el palo.
Volvió a tumbarse a la sombra del árbol,  y se quedó dormido.

viernes, 24 de abril de 2015

La leyenda del "Robacorazones" (2)

Luis se puso a caminar sin saber hacia donde . Se fue internando por un bosque, hasta un lago cubierto de niebla. Escuchó un crujido proveniente del agua; una barca se acercaba a la orilla del lago, entre la niebla. En ella, un personaje con una capucha que le tapaba el rostro y una túnica negra, remaba de pie sobre la popa de la embarcación.
- ¡Sube! - le dijo con una voz que no parecía humana.
Temblando de pies a cabeza, subió al bote. Sin pronunciar una sola palabra, el barquero remó pausadamente hasta la otra orilla, entre un silencio absoluto. Allí el barquero se quedó muy quieto. Luis vio su mano saliendo de la manga de la túnica: ¡Era un esqueleto! Se precipitó muerto de miedo fuera del bote y saltó al agua. Al mirar hacia atrás, no vio más que las negras aguas del lago.

La niebla se disipó, y se encontró frente a una cueva. Había antorchas a ambos lados de la entrada, por lo que se introdujo en ella. Las antorchas, colocadas en las paredes, iluminaban la cueva. Esta, se estrechaba a medida de que avanzaba, hasta el punto de tener que arrastrarse para continuar. Sudaba, tenía plapitaciones, pero ya le era casi imposible girarse para volver. La desesperación, amenazaba con atraparlo, pero entonces, le fue más fácil avanzar, y poco a poco, la cueva se fue ensanchando de nuevo, hasta  llegar a una amplia estancia. Miró aliviado a su alrededor: ¡Se encontraba rodeado de chocolate!,¡estalactitas de chocolate blanco colgaban del techo, sobre un río de chocolate líquido que rodeaba rocas de chocolate negro entre paredes de chocolate con almendras y pasas!
- " ¡Chocolate, con lo que me gusta!" - Pensó, entonces se dio cuenta de que estaba hambriento, y se puso a comer frenéticamente.
Cuando ya no pudo comer más, siguió avanzando por la cueva de chocolate.Llegó a una estancia más grande, donde, sentados en cómodas tumbonas, encontró a varias personas. ¡Estaban terriblemente gordas!, y sólo se movían para alargar su mano y coger un trozo de chocolate que se llevaban a la boca.
- perdone - le dijo Luis a una de ellas - ¿Que sitio es éste?
- ¿Que sitio? - le contestó éste con la boca llena de chocolate - ¡El Paraíso!, sólo tienes que tumbarte y comer todo lo que te apetezca.
Luis se quedó confuso.
- ¿Y no hacéis nada más?
- ¿Hacer?, ¿Qué otra cosa se puede hacer?
- Pues.........no se, pasear, pintar, jugar a fútbol....
- Para eso tendría que salir de aquí........y tendría que bajar unos kilos para pasar por la cueva.........y para eso tendría que dejar de comer............¡no,no,no!
El hombre alargó la mano y siguió comiendo.
Luis miró a su alrededor, el chocolate tenía una pinta estupenda, y se puso a comer de nuevo.
- ¡Oye!, tienes tumbonas libres, coge una - le dijo el hombre, señalándolas.
Luis se dirigió hacia allí, pero se paró en seco. - "¿Qué estoy haciendo?" - pensó - "si sigo comiendo, ¡no saldré nunca de aquí!
Dio media vuelta, y corrió entre el suculento chocolate, luchando contra el embriagador aroma que le obligaba a  detenerse. Luego se arrastró por el estrecho pasadizo, y salió aliviado a la luz del sol.

viernes, 17 de abril de 2015

La leyenda del "Robacorazones" (1)

Hacía buen tiempo, por lo que los niños habían salido al patio a jugar en la hora del recreo. Luis jugaba con Leire a los cromos. Aunque ésta era 2 años menor, Luis se llevaba muy bien con ella.
Iosu y pedro se les acercaron.
- ¡Eh tu, cacota!, ¡eres una nena o que! - dijo Iosu.
- Es una nena, porque juega con nenas - recalcó Pedro.
Varios niños les rodearon.
- ¿No dices nada? - insistió Iosu.
- Vámonos Leire - Luis le cogió de la mano, y se abrieron paso entre los niños que les rodeaban.
- ¡Nena, nena! - corearon todos.
Leire se puso a llorar.
- No te preocupes, no pasa nada - le consoló Luis, enjuagándole las lágrimas con la mano.
Detrás de la reja que guardaba el patio, una siniestra figura observaba la escena, y sonreía.

Al salir del colegio, Luis se dirigía a su casa, cuando fue abordado por la siniestra figura que espiaba a través de la reja.
- Ejem.........., señor Luis.
Luis se sobresaltó al ver a un hombre delgado, casi esquelético, que vestía un antiguo traje negro, y cuyos ojos parecían ventanas hacia un invierno eterno.
- Permita que me presente; Soy el barón Greenforce -le dijo, taladrándole con sus oscuros ojos - Quiero ofrecerle un trato...........verá, soy inventor, y he inventado una máquina que hace que las personas sean queridas por todo el mundo. ¿Qué le parece?
- Bueno............
- Su funcionamiento es muy simple, cambia los iones negativos del aura de las personas en iones positivos, así que todo el mundo querrá estar contigo, es una cuestión de electromagnetismo.
- Ya.
- Confía en mí, y te convertirás en el niño más popular del colegio.
- pero yo no quiero ser popular....
-¡Si todo el mundo quiere serlo!.¿Quien no quiere se popular?, ¡hay que estar loco para no querer ser popular!
- Lo siento, pero yo......
- ¡Por favor!, ¡por favor!, ¡deja que te ayude!, ¡por Dios! - El barón se arrodilló frente a Luis suplicándole.
- ¡Venga, venga, barón!, ¡levántese!, ¡dejaré que me ayude!
- ¡Gracias,gracias!, ¡no se arrepentirá, se lo juro! - decía el barón mientras besaba la mano de Luis.
Pero por debajo de su suplicante mirada, una ansiosa y siniestra sonrisa se extendía en sus labios.

Al día siguiente, Luis acudió a casa del Barón, más por lástima que por interés propio. Era una destartalada mansión a las afueras de la ciudad, que parecía surgir del mismísimo infierno, rodeada por un oscuro jardín, que como una jungla, parecía devorarla.
Dentro, el barón, vestido con una bata blanca, le recibió con pastosa cordialidad.
- ¡Adelante, adelante!, ¡está usted en su casa!, ¡póngase cómodo, debe de estar agotado de tan largo periplo! - le dijo ofreciéndole un viejo y gastado sillón situado frente a una polvorienta chimenea donde todavía humeaban extraños restos calcinados.
- Bueno.....será mejor que empecemos cuanto antes, tengo que hacer los deberes de clase.
- Bien, bien, como quiera, vayamos entonces a mi laboratorio. Acompáñeme por favor.
Por dentro, la mansión parecía más abandonada si cabe. Le llevó hasta el sótano, por oscuros pasillos, a la luz de un candelabro que llevaba en el mano. Allí, se encontraba su laboratorio, lleno de extraños cachibaches.
- Siéntese aquí, y perdone el desorden.
Nada más sentarse, el barón cerró unos grilletes que salían del posabrazos de la silla, y otros que salían de las patas, atrapándole brazos y piernas. Se sobresaltó, y el sobresalto se convirtió en terror cuando escuchó la risa histérica del barón, que con los ojos inyectados en sangre, se frotaba las manos.
- ¡Ya te tengo!, ¡por fin!
- ¿Qué está haciendo?, ¡qué quiere de mi!
El barón le miró fijamente, mientras cogía unas tenazas con la mano.
- ¡Tu corazón!
Luis se desmayó.

Cuando despertó, se encontró en su cuarto, tumbado en la cama. Tenía las sábanas empapadas de sudor, y le dolía el pecho. ¿Habría sido todo un sueño? Salió para despejarse un poco. Estaba mareado, y le seguía doliendo el pecho.
- Luis - escuchó. Un joven apuesto se le acerco - permite que me presente..............
- ¡No!, ¡no quiero saber nada de desconocidos!
Echó a correr. Sin embargo, cuando se detuvo, se encontró con el joven delante de él
- ¿Como es posible? - dijo extrañado.
- No te asustes, sólo quiero ayudarte. Escucha, se lo que te ha sucedido, y te lo puedo explicar todo.
- ¿Quien eres?, ¿Y como lo sabes?
- Soy Bernardo, tu ángel de la guardia. ¡En serio, no pongas esa cara!
- ¿Y porqué no me ayudaste ayer?
- Lo intente...........pero el barón es un ser muy astuto y escurridizo.
- ¿Entonces no fue un mal sueño?
- No, sucedió.
- ¿Y mi corazón? -dijo Luis llevándose la mano al pecho.
- Te lo ha quitado.
- ¡Si lo noto palpitar!
- Lo que escuchas es un reloj que el barón ha puesto en su lugar. En cuanto se acabe la cuerda, se parará y ....
- ¿Y moriré?
- si, si no logramos recuperar antes tu corazón.
Una onda preocupación llenó a Luis
- ¡Vayamos a por el barón!, ¡tenemos que recuperarlo!
- Antes te contaré una historia, su historia, la historia del "Robacorazones". El Barón Greengorce ha tenido muchos nombres a lo largo de la historia; Caín, Judas, Rasputín, Adolf,........,es un ser inmortal, que hizo un pacto con el diablo: Le pidió la inmortalidad a cambio de su corazón. El diablo aceptó, y desde entonces vaga por la tierra burlándose del paso del tiempo.
- ¿Y porqué quiere mi corazón?
- Es muy desgraciado, no se puede ser feliz sin corazón, y ahora lo que más desea en este mundo, es la muerte. Por eso roba corazones, para encontrar un corazón puro.
-¡No entiendo nada!
- Déjame continuar. Mira, el diablo ha intentado a lo largo de la historia, apropiarse de un corazón puro. El no puede manifestarse en el mundo, sólo puede influir en él, influyendo en las personas; pero un corazón puro, le daría el poder para hacerlo, ¡y sería el fin de la humanidad!
- ¿Y que tiene que ver conmigo?
- ¡Tu corazón es puro!, ¡y el barón lo necesita como moneda de cambio para ser de nuevo mortal!
- Luis se quedó callado, intentando digerir lo que le acababa de contar Bernardo.
- ¡Es todo muy complicado!- dijo al rato.
- Bueno, tienes que encontrar al barón, y para ello debes ir al infierno, donde se encuentra el diablo.El barón ya estará de camino para encontrarse con él.
- ¿El infierno existe?
- Por desgracia si.
- ¿Y donde se encuentra?
- ¡En todas partes!, sólo tienes que desear encontrarlo, ¡Y él te encontrará a ti!
Luis cerró los ojos, pensó en el infierno y deseó con todas sus fuerzas ir allí.
- Ahora sólo tienes que dejarte llevar - Dijo Bernardo.
- Bien, pues vamos.
- Luis.........lo siento, yo no puedo acompañarte. Los ángeles no podemos entrar en el infierno, nos corromperíamos de inmediato. Pero estaré contigo si me necesitas.
- Pero...........
- Se que tienes miedo, pero es un viaje que debes hacer tu solo. Pero no lo olvides, si me necesitas ¡llámame! ¡Suerte!
Bernardo desapareció, dejando a Luis en la más terrible confusión.



viernes, 13 de febrero de 2015

El Niño Poesía y El Heladero Mágico en: Las tres reliquias (parte 4ª)

"El Niño Poesía" y el "Heladero Mágico" convocaron al presidente de "Gugulandia" ("Bebelandia")  y al Sumo Sacerdote a una reunión en "Planet - Toy". Se dirigieron a una zona donde se amontonaban cajas de música.
- Les he reunido aquí - les dijo Félix - porque hemos descubierto donde se encuentran "Las Tres Reliquias".
- ¡Donde, donde! - gritó ansioso el presidente.
- Aquí mismo, en una de estas cajas.
- ¿Pero en cual?
- Quizás El Sumo Sacerdote tendría la amabilidad de indicárnoslo - dijo Félix irónicamente.
El Sumo Sacerdote se puso rojo como un tomate.
- ¡No se de qué está hablando! - farfulló.
- ¿No es en una de éstas cajas donde se guardan las reliquias la víspera de la procesión? - preguntó Asier?
- Pues si,.................
- Pues como Sumo Sacerdote, tendrá la llave que la abre.
- ¡Así es!.....¿pero a donde quieres ir a parar?
- ¿ Nos podría hacer el favor de mostrarnos cual es la caja y abrirla?
Tras unos instantes de vacilación, El Sumo Sacerdote se puso a gritar:
- ¡No lo pienso hacer!, ¡ésto es un atropello!, ¡ quienes os habéis creído que sois, héroes de pacotilla!
- ¡Abra la caja inmediatamente! - Le ordenó el presidente, echándole una mirada que haría temblar al mismísimo diablo.
El Sumo Sacerdote, con mano temblorosa, cogió una llave que llevaba en el cuello, a modo de collar, y aproximándose a una vieja caja decorada con mariposas pintadas, se dispuso a abrirla.
- ¡ No, no puedo! - gritó.
El presidente, le arrebató la llave de la mano, y dijo solemnemente:
- ¡Pues lo haré yo!
Al abrirla, junto a la bailarina que giraba al ritmo de una cristalina melodía, ¡se encontraban "Las tres reliquias"!
- ¿ Cómo has sido capaz?, ¿Y porqué?
El Sumo Sacerdote se echó a llorar.
- ¡Tenía que hacerlo!- dijo entre sollozos.
- Yo se lo explicaré todo - dijo Félix -. En realidad, las reliquias son falsas, siempre lo han sido, lo que sucedió, fue que la estirpe de Los Sumos Sacerdotes, aprovecharon la leyenda de "Las tres reliquias" para decir que las habían descubierto, y así convertirse en sus protectores. De esta manera, obtenían todo tipo de privilegios. Por eso, cuando se propuso hacer una demostración de sus poderes a causa de su centenario,  el actual Sumo Sacerdote, tuvo que actuar rápìdamente, esconderlas, y hacer creer  que las habían robado.
- Así que las reliquias son falsas - dijo el presidente pensativo.
- Si señor, siempre lo han sido.
- ¿Y como lo descubristeis?
- Después de enfrentarnos con "Superabusón", que estaba compinchado con El Sumo Sacerdote, volvimos al almacén. Allí encontramos un rastro de baba, que nos llevó hasta ésta caja - dijo señalando la caja donde estaban "Las tres reliquias" - , que es la única que estaba cerrada, y sin llave.
Lo demás fue pura deducción.

Asier y Félix, jugaban con los bebés en la arena del parque:
- Ha sido un duro golpe para la sociedad descubrir que eran falsas - comentaba el presidente mientras hacía un castillo de arena.
- Bueno, es mejor que las leyendas sigan siendo leyendas - dijo Félix - y si quiere que alguna se haga realidad, ¡aquí tiene uno de los legendarios helados del Heladero Mágico!
Un delicioso helado de tres bolas, con caramelo y virutas de chocolate, apareció en su mano como por arte de magia.

viernes, 6 de febrero de 2015

El niño poesía y el heladero mágico en: Las tres reliquias (parte 3ª)

"Planet-Toy" era la juguetería más impresionante que Asier había visto: Cuatro plantas repletas de juguetes dedicados a los personajes de las películas y series de moda.
Al llegar, fueron a hablar con el encargado.
- Hola - dijo Félix - somos restauradores de juguetes, y estamos interesados en adquirir juguetes deteriorados, o que hayan quedado anticuado.
- Pues habéis venido al sitio ideal, tenemos el almacén repleto de juguetes que no se pueden vender. Acompañarme.
Bajaron en el ascensor varias plantas, hasta el sótano. Allí, amontonados en polvorientas estanterías, cientos de juguetes, soñaban con la remota posibilidad de que algún niño jugara con ellos.
- Pues éste es "El país de los juguetes abandonados" - dijo el encargado.
- Gracias, echaremos un vistazo.
El encargado, volvió a sus quehaceres, dejando a nuestros superhéroes en medio de aquel caos de juguetes rotos.
- ¿Por donde empezamos?
- Tiene que haber un orden..................busquemos peluches, tenemos que encontrar "El Gran Peluche".
Recorrieron varios pasillos atestados de muñecas a las que les faltaba un ojo o una pierna, cajas de puzles descoloridas, bicicletas sin ruedas, coches teledirigidos sin antena, cuentos a los que les faltaba hojas, disfraces pasados de moda,......................, y al final, peluches sucios y descoloridos.
- "El Gran Peluche, es un enorme oso al que le falta un ojo, y lleva una camiseta blanca con un corazón.
- ¡Pues a buscar!
Subidos a escaleras de mano, Asier y Félix movieron uno por uno los peluches agolpados en las estanterías, buscando uno que encajara con la descripción del "Gran Peluche". De pronto, escucharon una voz:
- ¿Buscáis esto?
Un niño gordo, embutido en un ajustado mono negro, con el dibujo de un puño en el pecho, y un antifaz, sostenía en la mano "El Gran Peluche".
- ¿Quien eres? - preguntó Asier.
- ¿No me reconoces?, por lo visto te zurré demasiado fuerte la última vez.
El niño se quitó la máscara.
- ¡Eusebio, "El Gorila"!
- El mismo. Ahora soy "Superabusón", y voy a darte una buena paliza.
- Creo que no nos han prestado - medió Félix.
- ¡Tu calla viejo! - respondió Eusebio - luego me encargaré de ti.
El heladero fue a enfrentarse a él, pero la mano de Asier le contuvo.
- Tranquilo - le dijo - es algo personal, yo me encargo.
Eusebio, era un compañero de colegio de Asier. Era un abusón, y se la tenía jurada, porque usando su poder, Asier descubrió que tenía afición de coleccionar mariposas, y al hacerlo público, su fama de duro se hizo añicos.
- ¿Quieres el peluche? - gritó "Superabusón"- ¡pues ven a por él!
Asier se acercó precavido. Entonces, Eusebio, de un imposible salto, cayó sobre Asier, quedando éste atrapado bajo el orondo cuerpo de Eusebio.
- ¡Podemos ser amigos!..... - dijo Asier entrecortadamente.
- ¡Destruiste mi reputación, y ahora voy a acabar yo contigo!
- ¡Tengo una "spicebush swallowtail"(1), si me sueltas será tuya.!
- ¿ Cómo?, ¿una  "spicebush swallowtail"? - dijo Eusebio reduciendo la presión sobre Asier - Son rarísimas..............
Eusebio soltó a Asier, y como le había prometido, le dio la mariposa que guardaba en su casa.

(1) Una especie de mariposa.

viernes, 23 de enero de 2015

El Niño Poesía y El Heladero Mágico en: Las tres reliquias (parte 2ª)

El "Frigo-móvil" avanzó raudo por las calles atestadas de la ciudad, impulsado por el pedaleo de los pies del "Heladero Mágico", hasta un gran parque con juegos para niños. Aparcaron junto a la piscina de arena, donde varios bebés jugaban con cubos y palas bajo la atenta mirada de sus madres, que charlaban sentadas en un banco próximo.
- ¡Señoras! - les dijo Félix - ¿puedo darles unos helados a sus hijos?
- Si claro - respondieron, ya que conocían de sobra al heladero.
Félix y Asier, se acercaron a los niños con los helados. Estos, gateando, se acercaron sonrientes.
- Gu-gu-ga-ga-gi - dijo uno de ellos.
- Gu-gi-ga-ga-gu - respondió Félix con semblante serio (1).
Como la mayoría no está familiarizado con el idioma bebé, haremos una traducción fidedigna de la conversación que se llevó a cabo.
- Gracias por venir - dijo uno de ellos.
- Gracias a usted por recibirnos, señor presidente. - respondió Félix con semblante serio - le presento a "El Niño Poesía"- dijo señalando a Asier.
- Encantado de conocerle, su fama le precede.
- ¡Saluda! - le dijo Félix a Asier dándole un codazo.
- El gusto es mío - dijo Asier inclinando la cabeza ante el bebé.
- ¡Estamos consternados por la pérdida de las 3 reliquias! - habló el bebé, dirigiéndose de nuevo a Félix.
- ¿Cómo sucedió?
- Como sabes, las reliquias se encuentran escondidas entre las estanterías del sótano de "Planet-Toy", el lugar sagrado al que todo bebé debe de peregrinar una vez en su vida de bebé.
- Si, conozco vuestras costumbres.
- Pues sabrás también, que cada 6 de enero, las 3 reliquias son llevadas en procesión hasta "El Gran Peluche", para que sean veneradas por los fieles. Este año, se iba a conmemorar el centenario del descubrimiento de las reliquias, por lo que se había pensado en hacer una demostración de sus poderes. Sin embargo, al ir a recogerlas, la conmoción fue enorme, al no encontraslas en el lugar donde se escondían.
- ¿Tiene alguna sospecha de quien pudo cometer el robo?
- No, nadie excepto El Sumo Sacerdote y yo, conocemos el lugar donde se esconden las reliquias. Además, ¿qué bebé osaría cometer semejante sacrilegio?
Asier asistía anonadado el intercambio de sonidos guturales entre Félix y el bebé mientras jugaban con la arena, para evitar las sospechas de las madres.
- Gracias por su ayuda - dijo al fin el bebé ofreciéndole la mano a Félix.
- Le mantendré informado - le respondió éste cogiéndosela.
Después de hacerle unas carantoñas, se acercó de nuevo a las madres.
- ¡Son un encanto! - les dijo a las sonrientes y orgullosas madres, que habían observado toda la escena.
- Vayamos al escenario del crimen - Le dijo Félix a Asier.
De nuevo en el "Frigo-móvil", se dirigieron a "Planet-Toy", el lugar sagrado de los bebés, donde no se podían ni imaginar los peligros que les acechaban.

(1) Hay que recordar, que uno de los poderes del "Heladero Mágico", es el entendimiento de todo tipo de idiomas.

viernes, 16 de enero de 2015

El Niño Poesía y El Heladero Mágico en: "Las tres reliquias"(parte 1ª)

Llovía, y el fuerte viento hacía imposible abrir el paraguas sin que se doblaran las varillas. Resguardados en su cuartel general (la vieja heladería abandonada), "El Niño Poesía", y "El Heladero Mágico", leían comics, mientras saboreaban las nuevas creaciones de Félix.
- Pues no se que decirte, para mí a este de macarrones con tomate le falta algo - Decía Asier.
-Uhm............., si, quizás un poco más de queso le iría bien.
- y de albahaca también.
Entonces sonó el teléfono.
- Aquí "El Heladero Mágico", desde el cuartel general, ¿Qué desea? - dijo Félix cogiendo el auricular.
- Si,,,,,,,,,,,,,,,,,,,,ya,....................,¡vaya!..................de acuerdo, iremos enseguida. Tenemos un nuevo caso - dijo tras colgar el teléfono.
- ¿De qué se trata?
- Han robado "Las tres reliquias".
- ¿Las tres reliquias?
- Si................, claro, no puedes saber de lo que te hablo - dijo Félix al ver la cara de extrañeza de Asier - pues abre bien los oídos. Los adultos tratamos a los bebes como si fueran ignorantes, sólo por que no les entendemos. Pero no es así, ¡ni mucho menos!, durante siglos, se han ido reuniendo de forma clandestina para discutir sus problemas, organizar fiestas, y demás. De estas reuniones, surgió una sociedad secreta llamada "Bebe-landia"
- ¡Alucinante!
- ¡Y que lo digas!
- ¿cómo es que nadie la conoce?
- Son muy cuidadosos. Además, cuando los bebés aprenden el lenguaje de los adultos, olvidan automaticamente todo lo que tiene que ver con "Bebe-landia"
-¿Y como perdura la sociedad?
- Es todo un misterio.
- ¡Vaya!
Asier y Félix dieron varias chupadas a sus helados.
- Resulta - continuó Félix - que me acaba de llamar el actual presidente de "Bebe-landia".
- ¿Le conoces?
- Tengo contactos en todo el mundo - replicó orgulloso -. Pues me ha pedido que recupere " Las tres reliquias". Se trata del tesoro sagrado de la sociedad: El pañal superabsorbente, La piruleta de los mil sabores, y el juguete irrompible.
- ¡Caramba!
- Creía que era un mito la existencia de las reliquias,¡pero son reales! Las han preservado durante generaciones, guardadas en el interior del "Gran peluche", un osito de peluche que se encuentra en el "Planet-toy", el gran templo de los bebés.
- Es un caso la mar de interesante.
- Si, he concertado una cita con el presidente, nos informará minuciosamente de los hechos, ¡vamos!
¡"El Niño Poesía", y "El Heladero Mágico", cogieron "El Frigo-móvil",(el carrito de los helados) para emprender una nueva y fascinante aventura en pos de la justicia!