Cuentos para contar.

viernes, 1 de mayo de 2015

La leyenda del "Robacorazones" (3)

Luis caminó por un lugar desértico, en el que el sol agrietaba la tierra reseca. De pronto escuchó una sirena, y vio a lo lejos, como apareciendo de la nada, un inmenso palacio dorado que brillaba y centelleaba con los rayos del sol. Se formó un gran alboroto, y empezó a salir gente de todas partes: de detrás de las piedras, de entre los matorrales, de debajo de la tierra,..........., que corrían desesperados hacia el palacio. Uno de ellos, le dio tal empujón, que le tiró al suelo. Desde allí, vio como la gente se peleaba de forma muy violenta por llegar antes al palacio.
-" ¿Pero que sucede?" - se preguntó.
Al rato, vio como el palacio se difuminaba hasta desaparecer, y la gente, volvía a mimetizarse con el entorno.
- ¿porqué no has corrido como todos los demás? - escuchó a su espalda - ¡eres joven y fuerte!
Se volvió, y vio a un anciano apoyado en una muleta.
- ¿Qué te pasa?, ¡eres mudo o que!
- Perdone, es que no soy de aquí. ¿Me podría explicar que es lo que ha sucedido?
- ¿Qué ha sucedido?, pues que debes de estar loco si no has intentado entrar en el palacio.
- ¿Y porqué debería querer entrar en el palacio?
-¡Además de loco estás ciego!, ¡mira a tu alrededor, no hay nada! ¡En el palacio hay riquezas y abundancia para todo aquel que entre! Si yo tuviera tus piernas no estaría aquí malviviendo, te lo aseguro. ¡Estos jóvenes no saben nada de la vida!
El hombre se alejó maldiciendo.
Pasado un tiempo, sonó de nuevo la sirena, y el formidable palacio apareció de nuevo de la nada, en un lugar diferente, y de nuevo, empezó a aparecer gente de todas partes, en febril carrera hacia él. Instintivamente, Luis echó a correr hacia allí, y al aparecer el palacio cerca de donde estaba, llegó rápidamente hasta la puerta. Se iba a disponer a entrar, cuando sintió un fuerte golpe en la cabeza, y cayó al suelo; le habían golpeado con un palo, y pasaron por encima suyo, pisándole las costillas. Cuando se recuperó, el palacio había desaparecido.
-"¡Maldita sea, la próxima vez lo conseguiré! - pensó, y buscó un palo para hacerse un arma.
Luis miró a su alrededor; encontró varios almendros y unos cuantos olivos. Se fijó también en un pequeño riachuelo en cuyas orillas crecían madreselvas. Pudo distinguir verdes hojas de zanahorias creciendo en la tierra, y aunque hacia calor, soplaba una agradable brisa. - " Pues no se está tan mal en este lugar" - pensó.
Se sentó en la orilla del riachuelo, donde encontró dulces fresas silvestres que comió con deleite. Se estaba quedando agradablemente dormido debajo de una pequeña encina, entre el murmullo del agua, y el canto de los pájaros, cuando la sirena volvió a retumbar por todo el valle. Se levantó de inmediato y cogió el palo que había preparado como arma. Entonces, vio como cerca de donde estaba, un hombre golpeaba salvajemente con un piedra a otro en la cabeza. - "¡Pero que estoy haciendo!, ¡ésto es una locura!" - pensó, y tiró el palo.
Volvió a tumbarse a la sombra del árbol,  y se quedó dormido.

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