La caricia
buscó un lugar donde quedarse.
En el rostro del panadero fue a posarse,
pero lleno de harina estaba.
En el rostro de una dama que pasaba,
la caricia fue a posarse,
pero en maquillaje quedó atrapada
hasta casi ahogarse.
Un rostro triste quiso consolar,
pero un río de lágrimas le volvió a arrastrar.
Entonces, al rostro de un niño fue a parar,
y se quedó en sus mejillas por siempre jamás.
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