Cuentos para contar.

viernes, 19 de junio de 2015

La luciérnaga y la araña

En la entrada del viejo tronco hueco, la araña tejió su tela. Diéstramente, cubrió con su seda pegajosa el agujero donde antes había crecido una rama, y esperó paciéntemente en su centro, inmóvil. atenta a la más mínima vibración.
La luciérnaga, que andaba distraída por allí, iluminando la noche con sus destellos, sintió que algo fino y pegajoso le impedía avanzar. Intentó desenbarazarse de aquello, pero cuanto más empeño ponía, más enredada se quedaba.
La araña se acercaba a la luciérnaga para envolverle con su seda, cuando sintió un fuerte tirón en la tela: Una sabrosa mosca había quedado atrapada en ella.
" ¡Vaya!, esta siendo una buena noche "- pensó.
Un nuevo impacto le hizo volverse: Una polilla había caído de nuevo en su trampa.
Entonces lo comprendió: "La luz de la luciérnaga atrae a otros insectos"
Después de envolver cuidadosamente a la mosca y a la polilla, se dirigió a donde estaba la luciérnaga. Esta, agotada por el esfuerzo al intentar liberarse, esperaba resignada su triste final.
- ¡Tranquila! - le dijo la araña - No puedo liberarte, es imposible romper la tela, pero no te preocupes, yo te protegeré, te alimentaré, y te daré todo lo que necesites.
Entonces, la araña, atrapó varios caracolillos y babosas, que puso junto a la luciérnaga para que comiera. Esta, recelosa, se negó a hacerlo, pero el hambre hizo que finalmente, cambiara de opinión, y se alimentó de la comida que le dejaba la araña, hasta que recuperó las fuerzas.
Pasó el tiempo, y la araña siguió alimentando a la luciérnaga, hasta que ésta empezó a confiar en ella, hasta el punto de creerse que nunca podría salir de allí, y alegrarse por su suerte.
Mientras, la araña, orgullosa por su inteligencia, veía como montones de bichos quedaban atrapados en su tela, atraídos por la luz de la luciérnaga.
De noche, la luciérnaga veía como otras luciérnagas cortejaban entre ellas, coqueteando con sus luces intermitentes, y jugaban y cazaban llenas de vida y alegría, mientras ella se tenía que conformar con esperar a que la araña le trajera la comida todos los días. Entonces, se preguntó si la araña no le estaba engañado, y la tela no era irrompible. Quiso probarlo, y cuando ésta dormía, reunió todas sus fuerzas, y empezó a agitarse, intentando romper la tela. La araña se despertó sobresaltada, y fue corriendo donde la luciérnaga.
- ¡Qué estás haciendo!, ¡estás loca!, ¡vas a romper la tela!
- ¿No decías que era imposible romperla?
- Bueno.................pero es que si la rompes no sería capaz de hacer otra igual............
- ¡No te creo!, ¡eres una mentirosa!
Y siguió debatiéndose con todas sus fuerzas.
- ¡Está bien! - dijo la araña - ¡Tú lo has querido!, ¡te devoraré como a todos los demás!
Pero la luciérnaga, sin perder la fe en si misma, luchó con más fuerzas todavía, hasta que rompió la tela, y escapó entre las maldiciones de la araña.

La luciérnaga enseguida recuperó la flexibilidad de sus patas y de sus alas, y volvió a iluminar la noche con su luz de vida.

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