Cuentos para contar.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Las aventuras de Paquita, la cebra que perdió sus rayas (parte 1ª)

Paquita, era una cebra que vivía en una reserva, en la sabana de Africa. Un día, al ir a beber agua al lago, observó como las demás cebras se reían y cuchicheaban a su paso. Al llegar al lago, vio asombrada, en su reflejo, el motivo de las risas y los cuchicheos: ¡Había perdido las rayas! "¿Como es posible?" - pensó. Pero no halló respuesta alguna. Resignada a su suerte, Paquita, vio como se convertía en el foco de las burlas de otras cebras, sólo por ser diferente.
Los cuidadores de la reserva, observaban con sus prismáticos la manada de cebras:
- ¡he, mira eso!, ¡un burro se ha colado entre las cebras! - dijo señalando a Paquita. Le habían confundido con un burro, ya que tenía el cuerpo cubierto completamente de pelo negro como el carbón.Entonces, se montaron en sus jeeps, y  dirigiéndose hacia la manada, atraparon con sus lazos a Paquita.
La llevaron a una granja, donde se pasaba los días cargando pesados fardos sobre sus lomos, junto con otros burros. Se sentía sola y triste, alejada como estaba de su familia y sus amigos.
Después de un duro día de trabajo, Paquita se recostó sobre un montón de paja para descansar. Entonces se le acercó un burro:
- Hola - le dijo - , me llamo Ernesto,  veo que eres nueva por aquí - Paquita movió la cabeza afirmativamente - ,y veo que no te relacionas mucho con los demás burros.
- ¡Es que no soy un burro! - respondió enfadada - , ¡soy una cebra que ha perdido sus rayas!.
Ernesto le miró divertido.
- ¡Vale!, lo que tu digas, pero tienes que intentar ser más sociable. Ven, te presentaré a unos amigos.
Así, Ernesto consiguió que Paquita, poco a poco, fuera integrándose en la manada de burros. Pero no se resignaba a su suerte. Un día, vio como el granjero, pintaba unas vallas con pintura blanca, y tuvo una idea: Cuando la pintura estaba todavía fresca, se arrimó a ellas, y su pelaje quedó manchado con rayas blancas. Luego, convenció a Ernesto para que hiciera lo mismo. Cuando el granjero les vio, se creyó que eran cebras, y llamó a los cuidadores para que se las llevaran a la sabana, con las demás cebras.
- ¡No se que está pasando ultimamente con los burros y las cebras! - comentaban los cuidadores - . ¡nos están volviendo locos!.

Paquita y Ernesto pastaban contentos en la sabana con las demás cebras; Paquita volvía a lucir sus rayas blancas, y Ernesto  no tenía que cargar ya pesados fardos. Pero no todo era placidez y alegría en la vida de la manada, ¡ni mucho menos!; los leones, hambrientos, merodeaban alrededor, acechando, hostigando constantemente a la manada, hasta que los animales más débiles o enfermos, caían en sus garras. Y así, una triste tarde de verano, un fiero león, que buscaba su almuerzo, se acercó a la manada para darse un buen festín. Las cebras, veloces como balas, escaparon de la batida del león, pero Ernesto, que era un simple burro, fue presa fácil para el depredador.
Paquita estaba muy triste, se sentía culpable de la muerte de Ernesto. Shogún, el sabio jefe de la manada se le acercó al verle así.
- ¿ Qué te sucede? -  le preguntó.
- Ha sido culpa mía, Ernesto ha muerto por mi culpa.
- ¡No pequeña!, no te sientas culpable; es éste mundo cruel, en el que los animales nos devoramos unos a otros, el culpable de su muerte.
- ¿Y porqué es así?
- No lo se, pero cuentan los ancianos que existe un lugar donde los animales se respetan, y no se comen unos a otros: "Zoopía" le llaman.
- ¿Y donde puedo encontrar "zoopía"? -  le dijo Paquita con los ojos brilando.
- "El hechicero" podría ayudarte. Es un humano que vive en "la montaña del esqueleto", al norte, más allá de la reserva. Pero recuerda que no es más que una leyenda.
- ¡Si existe "Zoopía" la encontraré!
Al día siguiente, Paquita se despidió de sus amigos y familiares, y partió en busca de "Zoopía". No le costó mucho salir de la reserva, conocía un lugar de la valla que la rodeaba, donde estaba rota. Se dirigió luego a "la montaña del esqueleto", al norte, tal como le había indicado Shogún, llamada así por su forma, que recordaba a la de una calavera.
Era una gran piedra, sin árboles ni vegetación, que se alzaba siniestra en medio del desierto. Estaba oscureciendo, la luna asomaba pálida entre las nubes. Su ánimo se fue difuminando con la luz del sol, a medida que llegaba la noche. Todo tipo de ruidos desconcertantes le acompañaron hasta una cueva, que desde lejos, parecía la cuenca vacía de un ojo. Dentro vio una luz; delante de una hoguera, sentado con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, había un hombre con una piel de leopardo en sus hombros, canturreando una monótona canción. De repente, dejó de cantar. - Entra - le dijo sin abrir los ojos - . Come una zanahorias, estás hambriento. Paquita, vio un montón de suculentas zanahorias al lado del fuego, y se abalanzó hacia ellas ansiosamente.
- ¡Tranquila! -.  le dijo - te vas a atragantar.
- ¿Cómo es que te entiendo? - le dijo Paquita.
- Porque yo no soy un hombre normal, ¡Soy un poderoso brujo!, ¡entiendo a todas las criaturas, ya tengan 2, 4 o ninguna pierna! - le decía mientras levantaba los brazos y miraba al cielo.
- Entonces podrás decirme donde se encuentra "Zoopía"- le respondió Paquita, sin dejarse impresionar por la teatralidad del hombre.
- ¡Zoopía!, ¡el paraíso de los animales!,..........................¡Deberás ir a la ciudad de los hombres! - le dijo entrando como en un trance - ¡Allí lo encontrarás!, ¡pero no es como te lo imaginas!..................
De pronto, abrió los ojos, y continuó hablando con total normalidad:
- Podría hacer algo mejor por ti; podría convertirte en elefante,.........o en león, ¡serías el rey de la reserva!, ¡Qué te parece!
Paquita se vio a si misma convertida en león, sin el temor constante de ser devorada............., pero se acordó de Ernesto.
- ¡No, no puedo hacerlo!, ¡tengo que encontrar "Zoopía", para llevar allí a mi manada y vivir en paz!
- ¿Vivir en paz?, ja,ja,ja,ja - rió el brujo - ¡ la paz sólo se encuentra en tu corazón! - le dijo señalándole el pecho!.
El hechicero, le indicó a Paquita como llegar a la ciudad de los hombres, siguiendo a carretera que cruzaba el desierto, ¡y desapareció en una nube de humo!.


2 comentarios:

  1. Son las cebras, negras con rayas blancas o blancas con rayas negras.
    PD: Pobre Ernesto.

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  2. Tienen las jirafas manchas por todo el cuerpo o rayas en forma de red.
    Tienen los elefantes orejas grandes o cabeza pequeña............................
    ¡Eh ahí la cuestión!

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