Cuentos para contar.

viernes, 19 de abril de 2013

El niño peludo

En las noches de luna llena, a Luis le gustaba salir a pasear por el bosque. Bajaba por el canalón que había al lado de su ventana, para que nadie le viera, y caminaba contento entre los árboles erguidos en la oscuridad lechosa de la noche.
Pero una noche, en la que la luna casi no cabía en el cielo, le cayeron en la cabeza "semillas de luna llena". Entones, el pelo le empezó a crecer y crecer hasta llegar al suelo, ¡cubriéndole todo el cuerpo!.
Desde entonces, cada vez que había luna llena, le pasaba lo mismo, y tenía que cortarse el pelo al día siguiente.
Empezó a circular por el pueblo, el rumor de que las noches de luna llena, un terrorífico monstruo peludo con grandes dientes y garras,  salía por el bosque para comerse a quien encontrara, por lo que los cazadores, organizaron una batida para atrapar al monstruo.
Luis, ajeno a lo que sucedía, salió a pasear por la noche, ya que había luna llena. Como siempre le pasaba, el pelo le creció, hasta el suelo, pero ya acostumbrado, siguió paseando y disfrutando de la noche.
Entonces, escuchó el ladrido de los perros que se acercaban rápidamente. Se asustó mucho, y subió a un árbol, pero los perro le encontraron, y rodearon el árbol, a la espera de sus amos.
Los cazadores, le hicieron bajar con unas cuerdas, y se lo llevaron al zoológico, donde le encerraron en una jaula.
- ¡Soy un niño! - gritaba Luis desesperado. - ¡No soy un monstruo!. Pero nadie le hizo caso.

Luis, lloró y lloró desconsolado por su situación.
De pronto, vio junto a él una hermosa muchacha que le sonreía.
- No te preocupes Luis - le dijo. - Soy "tu hada madrina".
Y cogiendo una de las lágrimas que corrían por su mejilla, la apretó en su mano, y ésta se convirtió en plata.
- Toma -le dijo, - llévala sobre el corazón las noches de de luna llena, y el pelo no te crecerá.
Y poniéndole una cadena, se la puso alrededor del cuello.
Al momento, el pelo empezó a menguar.
Al día siguiente, los cazadores vieron sorprendidos que el monstruo era en realidad un niño, y avergonzados, le llevaron a su casa.

Las noches de luna llena, Luis sigue escapándose de su casa para pasear por el bosque, eso sí, no olvida la lágrima de planta sobre su corazón.

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