Un fuerte ruido despertó "al pirata Malapata", que dormía en "el delfín volador", su navío, después de la última borrachera.
- ¡Que mil diablos me lleven! - gritó aturdido, - ¿qué sucede?.
- Hemos encayado capitán - le contestó "Rudi" el camaleón, su inseparable guarda maestre.
Al subir a cubierta, descubrieron desconcertados, ¡que el mar había desaparecido!, y "el delfín" se encontraba sobre unas rocas.
- ¡Por las barbas de neptuno!, ¿como es posible? - gritaba "Malapata", yendo de popa a proa con los brazos en alto.
- ¡Un gigante se está bebiendo el mar! - gritaban las gaviotas en el cielo - ¡un gigante se está bebiendo el mar!.
- ¡Debemos impedirlo capitán! - dijo "Rodi".
Entonces, "Malapata", escogiendo a sus más aguerridos hombres, fue en busca del gigante.
Las gaviotas, les guiaron hasta el gigante, que agachado sobre el mar, bebía y bebía sin parar.
- ¡Qué sed tengo!, ¡qué sed tengo! - gritaba.
- ¡Deja de beber! -le gritó "Malapata", - ¡o sentirás mi ira!.
El gigante, se volvió , y de un manotazo envió a "Malapata" y sus hombres a 20 metros de distancia.
- ¡Ahora verás criatura del averno! - gritó un maltrecho "Malapata" esgrimiendo su espada -,¡no hay gigante que se me resista!.
- ¡Tranquilo capitán!, - intervino Rodi - ni con 100 hombres podrás pararlo.
- ¿Y que podemos hacer? - le contestó.
- Déjame pensar.............................................
- Si el gigante tiene tanta sed, es porque el agua de mar tiene sal. cuanta más agua de mar beba, más sed tendrá.
- ¡Pues estamos perdidos! - gritó "Malapata", - ¡se beberá todo el mar!.
- ¡Tengo un plan! - anunció "Rodi" después de pensar un rato.
Se hizo de noche, y el gigante se durmió.
- ¡Ahora! - dijo "Rodi", y atando al gigante con unas cuerdas, le arrastraron hasta un gran lago que se encontraba en el interior de una isla. El gigante, dormía tan profundamente, que ni se enteró.
- ¡Qué sed tengo!,¡qué sed tengo! - fue lo primero que dijo el gigante nada más despertarse, y viendo el agua del lago, se puso a beber y a beber. Y como el agua del lago no tenía sal, el gigante se sació, y muy contento se quedó.
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