Cuentos para contar.

viernes, 1 de febrero de 2013

¡Los cangrejos se han ido!

- ¡Vamos a coger cangrejos a la playa! - le dijo el aitona (1) a Leire.
- ¡Si, si! - le respondió Leire muy contenta.. así que cogieron el cubo y  la pala, y se fueron a la playa.
Pero al llegar, no encontraron ni un solo cangrejo.
- ¡ Que raro! - dijo el aitona, - vayamos a "La isla de los cangrejos" para preguntarles porqué no están  en la playa.
- Yo os llevaré - les dijo un delfín que pasaba por allí. Y subiéndoles en su lomo, les llevó a "La isla de los cangrejos".
- Oye cangrejo, ¿ porqué no vais a la playa? - le preguntó el aitona a un cangrejo que tomaba el sol subido a una roca.
- Es que ya no llueve mucho, y a nosotros nos gusta estar en la playa cuando llueve.
- Vayamos donde las nubes para preguntarles porqué ya no llueve - dijo el aitona.
- Yo os llevaré - les dijo una gaviota que pasaba por allí. Y subiendo a Leire y al aitona en su cuello, les llevó por el cielo hasta las nubes.
-  Oye nube, ¿ porqué no llueve ya sobre la playa? - le preguntó el aitona a una nube con forma de guitarra.
- Es que el viento no nos hace cosquillas, y es entonces cuando llueve,  por las lágrimas que se nos saltan.
- Vayamos entonces a "La cueva del viento", de donde salen todos los vientos, para ver que pasa - dijo el aitona.
- Yo os llevaré - les dijo un caballito que trotaba por el campo en ese momento. Y al galope, les llevó hasta "La cueva del viento".
De la boca de la cueva, salía una suave brisa, provocando un débil silbido.
- Pues si que sale poco viento - dijo el aitona. Y sacando una linterna del bolsillo, se internaron en la cueva.
Al fondo, encontraron un gran dragón que dormía plácidamente.
- Parece que los ronquidos del dragón producen el viento que sale de la cueva - dijo Leire,- pero debe de estar enfermo, porque son muy débiles.
- Preguntémosle que le pasa - dijo el aitona. -Señor dragón, ¿está usted enfermo?.
- Pues sí - le respondió el dragón deperezándose. - Todos los días voy al sol para alimentarme de sus rayos, pero últimamente, no me sientan bien.
- Pues vayamos al sol para ver porqué no le sientan bien sus rayos al dragón - dijo el aitona.
Al salir de "La cueva del viento", se encontraron con Saturnino.
- Yo os llevaré al sol - les dijo. - ¡vamos, montad en mi nave!.
Y subiendo al "Gorrión moteado", la nave de Saturnino, se dirigieron hacia el sol.
- Señor sol - le dijo el aitona al llegar, - sus rayos de sol no le sientan bien al dragón del viento, ¿que le sucede?.
- Es que ya no tienen la fuerza de antes,me estoy quedando sin piiiiiillllllaaaaasssssss............- le respondió el sol, casi en un suspiro.
- ¡Pues démosle un gran abrazo! - dijo Leire, - ¿no os acordáis de la aventura de Saturnino en "El planeta de los robots"? (2).
Así, Leire llamó a todos sus amigos con el móvil, y rodeando al sol, le dieron un gran abrazo.
El sol, al momento, empezó a brillar cómo nunca lo había hecho, y sus rayos recuperaron toda su fuerza, que alimentaron como dios manda al dragón cuyos ronquidos formaron los vientos que hicieron cosquillas a las nubes que muertas de risa soltaron la lluvia sobre la playa donde los cangrejos volvieron a reunirse para que Leire y el aitona se divirtieran congiéndolos.

(1) Aitona: Abuelo en euskera.
(2)"El planeta de los robots": En esa aventura, Saturnino abrazó a todos los robots del "Planeta de los robots", porque se estaban quedando sin pilas, y volvieron a funcionar.

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