Cuentos para contar.

viernes, 18 de enero de 2013

El caldero mágico

En un país muy cercano, existe ¡un lago de chocolate!.
Cuenta la leyenda, que hace mucho tiempo, una gran tormenta, destrozó todas las cosechas de las que se alimentaban las familias de un pequeño pueblo. Sin las cosechas, ni las personas ni el ganado tenían para comer, por lo que el hambre se extendió por la región.
Un día, un niño llamado Juan, estaba jugando en el bosque, cuando se puso ha llover copiosamente, así que fue corriendo a refugiarse en una cueva.
"¡Vaya chaparrón!", pensaba Juan mientras se secaba con la mano el pelo chorreante.
Se sentó en una piedra que había en la entrada de la cueva, y sus tripas empezaron a protestar pidiendo comida.
"¡Que agusto me comería un plato de espaguetis con tomate y queso!", pensaba Juan  relamiéndose los labios, "¡uhmmm, hasta Huelo el delicioso queso derretido!".
De repente, la cueva empezó a llenarse de humo, y al volver la cabeza, vio que al fondo había una luz roja, como si de una fogata se tratase. Fue hacia allí, y vio un gran caldero sobre un fuego. Al acercarse ¡no podía creérselo!,¡Estaba lleno de exquisitos espaguetis con tomate y queso!. Así que se puso a comer hasta hartarse.
Al día siguiente, cuando el hambre empezó a apretar, fue corriendo a la cueva. "Hoy me comería un buen plato de sopa con poyo y jamón", pensaba. Al llegar a la cueva, y mirar dentro del caldero, ¡se encontró con      una humeante y sabrosa sopa de poyo y jamón!.
Juan, después de tomar sopa hasta saciarse, fue corriendo donde sus padres, y les contó lo que le había sucedido.
- ¡Es increíble!, este caldero es mágico, y  podrá acabar con el hambre que estamos padeciendo por causa de la tormenta -dijo el padre de Juan, y  fue a decírselo a sus vecinos, para que corriera la voz. Y así se pudo alimentar a todas las familias del pueblo.
Pero en el pueblo, había un niño gordinflón y glotón, que estaba obsesionado por el chocolate. Así que fue donde el caldero mágico.
- ¡Chocolate, chocolate!, ¡quiero chocolate y más chocolate!.
Entonces se asomó al caldero, y vio que estaba lleno del más delicioso y aromático chocolate que había comido nunca. Loco de contento, se puso a comer y a comer, metiendo incluso la cabeza dentro del caldero. Pero cuanto más comía, mas chocolate quería, y éste empezó a desbordar el caldero, formando un río que abnegó todo los bosques de alrrededor, llegando hasta el pueblo, que quedó sumergido bajo el humeante chocolate.

Por eso, si algún día vas al lago de chocolate, ¡haz caso de los carteles que rodean el lago!:

                                        ESTÁ TERMINANTEMENTE PROHIBIDO
                                            TOMAR MÁS CHOCOLATE DEL QUE
                                            SE NECESITE, POR PROBLEMAS DE
                                                          DESBORDAMIENTO
                                                           

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