Cuentos para contar.

viernes, 19 de octubre de 2012

El planeta de los robots

Saturnino, en uno de sus muchos viajes por el espacio, hasta el infinito y más allá, dio con un planeta que no conocía, así que puso "el gorrión moteado", su nave, rumbo a él.
Allí, encontró toda clase de robots: grandes, pequeños, gordos, delgados, con ruedas, hélices, alas, luces, sirenas, ........, pero estaban todos quietos, ninguno se movía.
 Pero vio un pequeño robot de juguete que andaba y decía: Alto o disparo, alto o disparo, de repente se paraba, y de su pecho salían rayos láser mientras giraba de cintura para arriba.
- ¡Vaya! - dijo Saturnino, - Tú si que funcionas.
- Me quedo sin pilas, me quedo sin piiiiiiiiiilllllllaaaaaaaasssssssssssssssssss.
Y el robot se paró.
- osea, que todos los robots se han quedado sin pilas - dijo, y fue con "el gorrión" a "Galaxi-center", el centro comercial más grande de la galaxia (y el más barato), para comprar pilas.

Al llegar, fue directamente a la sección de pilas, pero vio asombrado ¡que no quedaba ninguna!.
- Soiber, "El zorro del espacio", ha robado todas las pilas - le dijo la dependienta.
Entonces, se dirigió a la guarida de Soiber.
- ¡Soiber, zorro tramposo, devuelve las pilas que has robado! -le dijo.
- jijijiji - rió Soiber -, demasiado tarde, me tendrás que dar algo a cambio.
Tras pensarlo un rato dijo Saturnino: - Te daré "El gorrión moteado".
- De acuerdo - dijo Soiber sorprendido.
Y así, Soiber se quedó con "El gorrión" a cambio de las pilas.

Nada más subirse Soiber al "Gorrión Moteado", éste, salió disparado hacia arriba a toda velocidad,
de repente paró, y girando hacia la derecha salió de nuevo disparado como alma que lleva el diablo.
Nuevamente paró, y empezó a dar círculos cada vez más rápidamente, cayendo en barrena hacia el suelo, y  elevándose en el último momento.
- ¡Para, para! - gritaba Soiber, que rebotaba contra las paredes como una pelota de ping-pong.
- !Haz que pare por favor!.
- De acuerdo - le dijo Saturnino, - pero devuélveme la nave.
- ¡Es todo tuya, no quiero volver a verla, y a ti tampoco! - gritó Soiber.
y así, Saturnino volvió contento con las pilas y su nave, al planeta de los robots.

En el planeta de los robots, Saturnino cogió al pequeño robot que disparaba rayos láser por el pecho, y le puso pilas nuevas, ¡pero el robot seguía sin funcionar!,
- ¡Maldito zorro tramposo, me ha dado pilas gastadas! - dijo enfadado Saturnino,
pero siguiendo su instinto, agarró al robot, y lo abrazó con todas sus fuerzas.
- ¡alto o disparo, alto o disparo! - empezó a decir el robot, y a lanzar rayos láser por el pecho mientras giraba de cintura para arriba - ¡funciono, funciono!.
Así, Saturnino, abrazó a todos los robots del planeta con todas sus fuerzas, y su gran corazón recargó sus pilas e hizo que funcionaran.

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