Cuentos para contar.

jueves, 7 de abril de 2016

El cine mágico

Leire e Icíar, su madre, cogieron el autobús para ir al centro comercial. En los cines estrenaban la última película de Disney: "Princesas a todo ritmo", y Leire estaba loca por verla. Compraron palomitas con caramelo tamaño XL, Coca Colas en baso grande, y así, bien preparadas para la sesión cinematográfica, se pusieron a la cola del cine. Cuando estuvieron dentro, miraron en la entrada el número de la sala. Para su sorpresa, vieron que se trataba de la sala 0.
- ¡Qué raro! - dijo Icíar - la página de internet por la que cogí las entradas era un poco rara, pero no me fijé en ésto.......
- Mira mamá allí es.
Delante de ellas estaba la sala 0
- Pues vamos.
Dentro, la sala estaba vacía, lo que les sorprendió. Se sentaron en la zona central, y se pusieron las gafas tridimensionales, ya que la película era en tres dimensiones.
Se apagaron las luces, y de repente se encontraron rodeadas por una jungla con grandes árboles, lianas, y flores exóticas.
- ¡Ya empieza! - gritó Leire entusiasmada.
- ¡Menudo realismo!
De pronto, escucharon un silbido delante de ellas: Una serpiente enorme se deslizaba por el tronco de un árbol, sacando su bífida lengua.
- ¡Es enorme! - dijo Leire.
- ¡Silencio!
- Si no hay nadie.
Oyeron un nuevo silbido detrás de ellas; al lado de Icíar otra serpiente más grande aún, se acercaba amenazante. Dos serpientes mas reptaban entre las hojas delante de ellas.
- ¡Estamos rodeadas! - gritó.
- No parece una película de princesas, más bien una de superhéroes. La estarán anunciando.
En ese momento, con un ajustado traje rojo, una capa azul, y un antifaz, apareció un superhéroe, que volando, aterrizó entre las serpientes, las cogió una a una, y fue atándolas hasta hacer un gran lazo con ellas. Después se acercó a Icíar y Lerie.
- No es un buen lugar para unas damas - dijo, y sin dejarles reaccionar, les cogió por la cintura ¡Y se las llevó volando por el aire!, ¡No se lo podían creer! Cruzaron montes, valles y ciudades, entre los fuertes brazos del superhéroe. Al llegar a una carretera al lado de unos campos de trigo, descendió.
- Bueno, aquí estarán más seguras - les dijo dejándolas en el suelo - ¡Hasta pronto!
- ¡Qué guay! - dijo Leire - pero yo quiero ver a las princesas.
Icíar no decía nada, se encontraba en estado de shock.
- ¡Mira mamá, viene un coche!
Un Cádillac descapotable se acercaba a toda velocidad. Cuando llegó a su altura, paró. Dentro había dos chicas con gafas de sol, una alta y delgada, la otra baja y gruesa. Vestían de una forma muy extravagante, con pantalones pitillo, cazadora de cuero, y muñequeras de pinchos.
- ¡Qué tal chicas! - les dijeron - Venga, subir, os llevamos.
Icíar y Leire se sentaron en la parte de atrás.
- ¿A donde vais?
- Pues............, nose, a la ciudad más próxima -le dijo Icíar.
- ¡Pues vamos!
La chica apretó a fondo el acelerador; el rugido del motor se confundía con la música rock que sonaba a pleno volumen en el equipo de música.
- ¿Cómo os llamáis?
- Yo me llamo Leire, y mi mamá, Icíar.
- Hola..... - Dijo cohibida.
- Yo soy Jakie - dijo la más gruesa.
- Y yo su hermana Elwoina - la más delgada.
- ¿Sois princesas?
- ¿Cómo lo sabes?
- Por vuestras tiaras.
- ¡Qué observadora!, aunque a nosotras no nos van los rollos de palacio.
Escucharon unas sirenas detrás de ellas.
- ¡La pasma!
Jakie dio un nuevo acelerón, entre los gritos de júbilo de las princesas. El coche de policía les seguía de cerca; ¡era una persecución en toda regla! Delante de ellas, apareció otro coche de policía cortándoles el paso. De un volantazo, Jakie se metió entre unos maizales; Icíar y Leire gritaban abrazadas.
- Tranquilas chicas - dijo Elwoina - a mi hermana no le gana nadie conduciendo.
Salieron a campo a través, a los dos coches de policía se le habían unido cuatro más, el ruido de las sirenas era ensordecedor. De repente, vieron como a unos metros delante de ellas, el campo terminaba en un precipicio. Jakie, con gran sangre fría, dio un nuevo volantazo, dejando el coche entre unos arbustos, que lo cubrían por completo. Los coches de policía pararon en seco delante del precipicio.
- ¡Si, si! -gritaban las princesas chocando sus manos, y las de Leire e Icíar.
Cuando los policías se fueron, Jakie condujo de nuevo hasta la carretera.
- ¡Ha sido superemocionante! - decía Leire emocionada.
- Un poco peligroso.....
-¡Venga mamá, hay que divertirse! - dijo Jakie.
- Si nos damos prisa llegaremos a  tiempo para el concierto - dijo Elwoina.
- ¿Un concierto? - preguntó Leire.
- Damos un concierto de rock para recaudar fondos y poder reconstruir un hogar para unos niños  huérfanos.
- ¿Por eso os perseguía la policía?
- Si, el alcalde quiere construir allí un centro comercial, ¡es un maldito bastardo!
- ¡esa no es la forma de hablar de una princesa - le recriminó Icíar.
- ¡Pero si de unas princesas rockeras! - respondió Jakie. Y aceleró, subiendo el volumen de la música.
Al llegar al lugar del concierto, vieron que la policía rodeaba el recinto.
- ¿Cómo vamos a entrar?
- Tengo una idea - dijo Leire - iremos por las alcantarillas.
- ¡Necesitaremos los planos!
- Dejármelo a mi, soy una experta informática.
Cogió su móvil, y entrando en la web del ayuntamiento, descargó los planos de las alcantarillas. Cogieron un par de linternas que llevaban en el coche, y bajaron por la alcantarilla más próxima.
Siguiendo los planos, llegaron hasta dentro del teatro donde se iba a celebrar el concierto, y salieron justo en el escenario. Allí ya estaba todo preparado: La batería las guitarras, el bajo, los metales, el órgano, las luces ya encendidas, y un público enfervorizado que llenaba el teatro.
EL concierto fue memorable; las princesas, Leire e Icíar, cantaron y bailaron ante un público entregado que no paro tampoco de cantar y bailar. Los policías y el alcalde, esperaban alrededor del escenario a que terminara el espectáculo para detener a las princesas. No se atrevía a hacerlo delante de tanta gente, ya que pronto eran las elecciones, y no podía quedar mal.
Al terminar, mientras los músicos de la banda seguían tocando, las princesas, Leire e Icíar, cogieron el dinero de la taquilla, y bajaron de nuevo por la alcantarilla, hasta llegar donde habían dejado el coche.
Fueron con él hasta la ciudad donde se encontraba el orfanato que querían derribar por viejo, y les entregaron el dinero a las monjas que lo regían, ante el regocijo de una veintena de niños, que recuperaron la sonrisa y las ganas de vivir.
- ¡Ha sido una aventura extraordinario! - decía Leire entusiasmada - sois muy generosas.
- Bueno, la verdad es que no es sólo generosidad - dijo Jakie - aquí es donde nos hemos criado, ¿no es así Elwoina?
- Así es, la verdad es que nuestra sangre no es real, nuestros padres nos adoptaron porque no podían tener hijos, pero éste fue nuestro verdadero hogar.
- ¡Qué historia más bonita!, veo que trae esa imagen de rockeras se esconde un tierno corazón.
- ¡De eso nada!, ¡a rockanrolear! - dijeron las princesas al unísono.
Y cantaron y bailaron toda la noche.

Se encendieron las luces de la sala; en la pantalla salían los créditos con una banda sonora de rock muy marchosa.
A la salida del cine, les esperaba el aita de Leire.
- ¡Qué peli más chula! - le dijo Leie entusiasmada.
- ¿Te ha gustado?
- ¡Mucho!, tienes que verla.
- ¿Y a ti cariño?
- Si..........¡pero no me imaginaba que ésto de las tres dimensiones fuera tan realista!, ¡estoy agotada!
Icíar sacó las entradas picadas del bolsillo, y las tiró a una papelera:
¡No vio como éstas ardían por las buenas,convirtiéndose en cenizas!




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