Cuentos para contar.

sábado, 24 de octubre de 2015

La gota de agua y la lágrima

La gota de agua corría feliz por el cauce del río, sorteando rocas y troncos a toda velocidad. Descansaba en un remanso, cuando a su  lado, cayó una gota que era distinta a las demás.
- Hola -le saludó- tu no eres una gota de agua normal.
- No, soy una lágrima - le respondió.
La gota de agua, que no había oído hablar nunca de las lágrimas, vio que estaba triste.
- ¿Porqué estás triste? - le preguntó.
- Vengo del ojo de una niña, se le cayó al río su muñeca favorita mientras jugaba con ella, y la corriente se la llevó. Por eso lloró, y caí al agua.
- ¡Vaya!, ¡tenemos que ayudarle! - dijo la gota de agua impresionada.
La gota de agua y la lágrima corrieron raudas, arrastradas por la corriente, hasta llegar al mar. Allí, buscaron incansablemente la muñeca, entre cartones, plásticos y otras basuras que flotaban a la deriva.
- ¡Nunca la encontraremos! - decía afligida la lágrima.
- ¡Claro que sí!, ¡pediremos ayuda!
La noticia de la muñeca perdida, se fue propagando de gota en gota, y enseguida dieron con ella. La encontraron varada en una playa. La gota de agua y la lágrima, esperaron a que subiera la marea, y entre todas las gotas de agua, llevaron a la muñeca hasta altamar, sorteando las olas.
- ¿Y ahora, como vamos a llevar la muñeca hasta la niña? - se quejaba la lágrima con su pesimismo natural.
- La verdad es que no lo sé, pero tiene que haber una forma.
Y la hubo. Tanto era el interés de las gotas de agua y la lágrima por devolver la muñeca a la niña, que al evaporarse por e calor del sol, formaron una nube alrededor de ella, que hizo que se elevara por el cielo. El viento les ayudó, soplando la nube río arriba, hasta donde estaba la niña, que todos los días iba allí donde había perdido su muñeca, a llorar desconsoladamente.
Entonces el viento se enfrió, convirtiendo las gotas de agua y la lágrima en lluvia, haciendo caer la muñeca al río, justo al lado de la niña. ¡No se lo podía creer!, ¡Elsa estaba allí!, ¡como caída del cielo! La niña abrazó su muñeca, y jugó con ella hasta que se hizo de noche.
La gota de agua estaba satisfecha, y se disponía a volver de nuevo al mar, cuando a su lado, cayó una nueva lágrima, pero esta no estaba triste, al contrario, estaba llena de gozo y agradecimiento.

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