Cuentos para contar.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Las aventuras de Paquita, la cebra que perdió sus rayas (parte 5ª)

Se celebraba una carrera en Africa, cerca de la reserva donde había nacido Paquita. Ella, miraba emocionada por la ventanilla del avión: Grandes extensiones de hierba dorada, tamizada de arena que levantaban las manadas de ñus en estampida, grandes lagos como ojos azules, reflejando el cielo, peñas impresionantes sosteniéndolo todo,,,,,,,,,,,,., los recuerdos se amontonaron en su cabeza; ¡estaba de nuevo en casa!
En cuanto salió del avión, hechó a correr como nunca lo había hecho. Corrió y corrió sin mirar atrás, y llegó hasta la sabana, su hogar. En el lago, donde se reunen todos los animales para beber, ¡encontró a su manada!: Sus padres, sus amigos,.......todas las personas a las que amaba, allí no era más que Paquita, una más de la manada. Se sentía feliz, pero tenía mucho que hacer. Al alba, reunió a toda la manada, y les contó el maravilloso lugar que había conocido : "Burrolandia".
- ¡Iremos a "burrolandia",  y viviremos allí.
- ¿Y cómo vamos a ir hasta allí? - dijo Shogun, el jefe de la manada.
- ¡Tengo un plan!
Al día siguiente, Paquita fue a ver al hechicero, en La Montaña del Esqueleto. Le encontró en su cueva, frente a la hoguera.
- ¿Encontraste zoopía? - le preguntó al verle.
- Si, pero como me dijiste, no era lo que me había imaginado.
- ¡Nada es como te lo imaginas! - tras un breve silencio, continuó - Y ahora quieres llevar a tu manada a "Burrolandia", ¿no es así?
- Si, ¿Puedas ayudarme?
El hechicero sonrió, y subió a lomos de Paquita.
- ¡En marcha! - gritó.
Llegaron a la reserva, donde pastaba la manada. El hechicero se bajó y la reunió a su alrededor. Empezó a tocar unos tambores con forma de calabaza, y a cantar, hasta caer en trance. El cielo se llenó de nubes negras, rayos y truenos empezaron a desencadenarse sobre sus cabezas, un relámpago del hechicero, envolviendo a toda la manada con su  luz. De repente, se oyó una fuerte explosión, y la tormenta se deshizo en el aire. El hechicero, abrió los ojos; A su alrededor, grandes aves se miraban unas a otras sorprendidas: ¡era la manada!
- ¡partid!, ¡id allí donde os lleve el corazón! - gritó el hechicero levantando los brazos.
Las aves, surcaron mar y tierra, guiadas por Paquita, y llegaron hasta un verde valle, entre las montañas de los Alpes: "Burrolandia" Allí, descendieron; un gran destello les envolvió, y volvieron a convertirse en cebras:
¡Sin rayas!

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