Cuentos para contar.

sábado, 16 de marzo de 2013

Las semillas mágicas

En un país muy cercano,había una aldea en la que sus habitantes vivían en perfecta armonía con la naturaleza. Cultivaban la tierra y criaban animales en sus granjas con un profundo amor y respeto.

Un día, apareció por la aldea un mago, y fue a hablar con el alcalde.
- ¡Soy "Sauwm"! - le dijo, - ¡el mago más poderoso de la tierra!. Vengo a ofreceros un trato. En vuestras tierras, hay una gran cantidad de oro. Si lo extraéis  para mí, yo me encargaré de que nunca os falte comida.
Curiosamente, una extraña plaga, había atacado a la cosecha últimamente, y no sabían como hacerle frente, por lo que el alcalde, después de reunirse con los aldeanos, aceptó el trato.
Y así, todos los hombres del pueblo, empezaron a trabajar en las minas que construyeron para extraer el oro, y El mago, con sus artes mágicas, les daba gran cantidad de comida por él.
Pero con el tiempo, el oro empezó a escasear, por lo que el mago les daba cada vez menos comida, hasta el punto de que los aldeanos, empezaron a pasar hambre.

- ¡Necesitamos más comida! - Le dijo el alcalde a "Sauwm" - ¡estamos pasando hambre!, y los cultivos hace tiempo que se echaron a perder.
- Hicimos un trato, ¿no es así? - dijo El mago, - oro a cambio de comida. Si no hay oro............, pues no hay comida.
- ¡pero no podemos seguir así!, nos pasamos trabajando en la mina de sol a sol, y apenas nos llega para alimentar a nuestras familias con lo que nos das. La gente está harta, y quiere acabar con esto.
- ¡Un trato es un trato! - rugió el mago, - mira, consigue unos cuantos hombres leales a ti, y obliga a los campesinos a trabajar en la mina. Yo en cambio, haré con no os falte la comida a ti  y a tus hombres.
El alcalde, aceptó el trato, y con un puñado de hombres fieles, obligó a los campesinos ha seguir trabajando en la mina sin apenas poder alimentar a sus familias , mientras ellos, disfrutaban de comida en abundancia.

-¡ Esto no puede seguir así! - le dijo Pedro a su amigo. - Tenemos  que volver a cultivar la tierra, como antes, y no depender de la comida que nos da El mago.
- ¡Tienes razón! - le contestó.- Juntemos a la gente y hagámoslo.
Entonces, Pedro y otros hombres de la aldea, empezaron a cultivar la tierra en las afueras del pueblo.
Pero el alcalde y sus esbirros, se enteraron, y con palos y espadas, destrozaron los cultivos.

Un día, llegó una anciana a casa de Pedro.
- Vengo de muy lejos, y estoy muy cansada y hambrienta - le dijo. - ¿Podría quedarme esta noche en tu casa?.
- ¡Si hombre!, ¡como no! - le contestó Pedro. - Descanse esta noche y mañana continuará su viaje.
Pedro, compartió con la anciana los escasos alimentos que tenía, y le ofreció su cama para dormir.
Al día siguiente, antes de despedirse, la anciana le dio un saco con unas semillas.
- Toma - le dijo, -has demostrado tener un gran corazón. Planta estas semillas y ya nunca más pasareis hambre. ¡Son mágicas!.
Así lo hizo, y de la noche a la mañana, el campo se llenó de frutas y hortalizas rebosando por todas partes.
Pero el alcalde y sus esbirros, volvieron a destrozar los cultivos. sin embargo,al día siguiente, ¡ los campos estaban de nuevo a rebosar!, y así sucedía cada vez que destrozaban los cultivos, hasta que ya hartos, dejaron de hacerlo.

Así, los campesinos, tuvieron toda la comida que quisieron, y dejaron de trabajar en las minas.
El alcalde y sus esbirros, se fueron de la aldea, llenos de vergüenza y culpabilidad.
La anciana y El mago, desaparecieron tal como habían venido, y la gente volvió a vivir en armonía con la naturaleza y con ellos mismos.




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