Cuentos para contar.

viernes, 8 de agosto de 2014

El niño poesía y el heladero mágico en: "La cueva del terror."

Las proezas de nuestros superhéroes se extendieron a los cuatro vientos, y sus servicios eran requeridos allí donde la justicia y la esperanza debían ser restauradas.
Un grupo de niños se acercó a Félix, El Heladero Mágico, que vendía sus helados en el parque.
- ¡Señor! - le dijo uno de ellos.
- ¿Si hijo?, ¿quieres un helado de limón con mango?, ¿o quizás uno de menta y leche merengada?, ¡tengo todos los sabores que puedas imaginar!
 - Pues quiero uno de........
- ¡Andrés!, ¡que no hemos venido a por helados! - le dijo una niña dándole un codazo.
- ¡A si!, ¿es usted El Heladero Mágico? - preguntó el niño.
- ¡En carne y hueso!, ¿necesitas mis servicios?
- Si señor, mire.
Entre las manos, tenía un pollito delgado y con los ojos cerrados, que temblaba debilmente.
- ¿Qué le sucede? - preguntó Félix.
- Hace días que no come, está como ido - le dijo el niño.
- ¡Este es un trabajo para El Niño Poesía, y El heladero Mágico! - dijo Félix levantando el dedo índice y la mirada al cielo. Los niños aplaudieron entusiasmados. Sacó entonces el móvil, e hizo una llamada.
- ¡Niño Poesía!, ¡ tenemos trabajo!
- ¡Pero Félix, que estoy en clase! - Le respondió Asier en voz baja.
- Es un caso urgente, ven al parque en cuanto salgas.
-¡ Vale, pero la próxima vez mándame un mensaje!
- ¡De acuerdo, corto y cambio! Bueno, tendremos que esperar a mi colega. Mientras decidme todo lo que sepáis.
Los niños se arremolinaron alrededor de Félix.
- Pues el otro día - dijo el más resuelto de ellos - , el pollito salió con su madre y sus hermanos a dar un paseo por el bosque, sin alejarse mucho de la granja. al regresar, la madre se dio cuenta de que le faltaba un pollito. Puso al resto a buen recaudo, y se fue preocupada a buscarlo. Le encontró acurrucado ente unas hojas, tiritando de miedo. Desde entonces no ha probado bocado, y está como en trance el pobre.
- Llevadme donde le encontraron.
El grupo se dirigió a la granja donde vivía el pollito, y luego a una campa cercana, donde le encontró su madre. El heladero echó un vistazo alrededor, y con aire suspicaz, se acercó a unas rocas que formaban una especie de cueva poco profunda. Los niños le observaban con gran expectación. Se puso de rodillas para poder entrar, y miró dentro de ella con una pequeña linterna de bolsillo.
- Interesante - dijo rascándose la mejilla. - Traedme al pollito.
El Heladero cogió al pollito delicadamemente, y se acercó despacio a la cueva. Este, empezó a moverse inquieto, con las últimas fuerzas que le quedaban.
- ¡Vale, vale!, ¡tranquilo, ya está! - le dijo al pollito alejándose de la cueva y acariciándole tiernamente. En ése momento, apareció Asier en su bicicleta.
- He leído el mensaje que me has mandado - dijo. - ¿Es éste el pollito?
- Así es, y creo que la causa de su estado, está en ésa cueva - le dijo Félix señalándola. Los niños, fascinados, no perdían el más mínimo detalle de la situación.
- Bien Niño Poesía - dijo El Heladero mostrando al pollito - ¿Qué ves en su interior?
Rubén se concentró.
-¡Miedo!, ¡mucho miedo!, ¡pero no puedo ver la causa!
- Bueno, la habrá bloqueado hasta para si mismo. Es algo habitual - dijo Félix pensativamente.
Entonces, se acercó a la cueva, y empezó a dar vueltas alrededor de ella mientras meditaba. La expectación era máxima.
- ¿A qué hora encontraron al pollito? - dijo de pronto, dirigiéndose a los niños.
- A las 12 y media o así - dijo una niñita.
El Heladero consultó su reloj.
- Bien, faltan 10 minutos. Esperaremos.
- ¿Esperar qué? - dijo Asier.
- ¡Paciencia! - respondió Félix.
Vieron, como en la parte posterior de la cueva, había un agujero por el que poco a poco iban entrando los rayos de sol, iluminando por dentro las paredes. Los niños se asomaron al interior de la cueva, y de repente, en una de las paredes, ¡se dibujó claramente la silueta de una enorme serpiente! Los niños y Asier, se alejaron lo más rápido que pudieron. Entonces se escuchó una carcajada: Era el heladero, que sentado en la cueva les observaba divertido.
- ¡Venir! - les dijo - , no tengáis miedo.
Los niños y Asier, se acercaron dubitativos.
- Mirar - les dijo señalándoles la parte posterior de la cueva - lo que parece una serpiente, no es más que la sombra de una liana que cuelga sobre la apertura de la cueva. Cuando el sol entra por ella, se forma lo que parece la sombra de una serpiente en la pared.
Poco a poco, convencieron al pollito de que no había ninguna serpiente en la cueva, y enseguida recuperó el apetito y la alegría.

Ya en su cuartel general del parque, nuestros héroes celebraban la resolución del caso.
- ¡Un nuevo caso resuelto por El Niño poesía y El Heladero Mágico! - dijo Asier esgrimiendo un helado de grosellas.
- ¡Formamos un buen equipo!, ¡si señor! -respondió Félix cruzando su helado de nata con el de Asier, a modo de victoria.

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