Fueron las mejores vacaciones de mi vida. Mi prima Lauri y yo fuimos a pasar unos días con mis padres a un camping cerca de París. Lo que no sabíamos era que a media hora de allí ¡se encontraba Disneyland!
Al día siguiente de llegar al camping nos dijeron que íbamos a ir a un lugar muy especial donde lo pasaríamos en grande. Ya en la carretera, había carteles con el rostro de Mickey, lo que nos ilusionó, pero cuando vimos delante de nosotros los mágicos torreones del palacio de La Bella Durmiente, pasamos de un estado de absoluta perplejidad a otro de excitación máxima.
¡Era todo increíble! : La casa de Peter Pan, La Cueva de los Piratas, El Laberinto de Alicia,............¡estaban todos!, princesas, brujas, enanos...................
Nos montamos en todas las atracciones: Tazas que daban vueltas y vueltas, Dumbos voladores que subían y bajaban a nuestra voluntad, barcas navegando entre música y muñecos que bailaban, trenes que circulaban a toda velocidad, y el majestuoso tiovivo del rey Arturo, con los más poderosos y bravos corceles que habíamos visto nunca, lanzados a pleno galope.
Hubo dos momentos realmente mágicos, cuando vimos el espectáculo de Fronce, en el que vestidas de Elsa cantamos junto a ella y Ana las canciones de la película, y cundo fuimos invitadas a la mismísima casa de Mickey, ¡donde nos recibió en persona!
A media tarde, nos sentamos en una mesa, rendidos, a tomar un helado y recuperar fuerzas.
- Oye Lauri - le dije a mi prima - ¿Donde dormirán las princesas? Seguro que en el hotel que hemos visto a la entrada. Aunque Elsa pasará calor, a ella le gusta la nieve.............
- ¡No seas tonta!, ¡no son princesas de verdad!, ¡son actrices!
- ¡No!, ¡son reales, igual que Mickey y los demás!
- No discutáis chicas - dijo mi madre.
- ¡Mamá! ¿verdad que son reales?
- Bueno.........no se.
Una vez terminados los helados, fisgamos en las tiendas, acabando cargados de bolsas con vestidos camisetas, tiaras, chuches,..........,¡era todo tan bonito!
Yo, seguía en mis trece;
- Pues Elsa debe de tener el aire acondicionado a tope, y un congelador gigante para Olaf.
- ¡Que no son reales! - gritó Laura. Entonces tuve una gran idea;
- Podríamos seguir a la cabalgata cuando termina, y así podríamos ver donde viven.
- ¡ Estás loca...........!, bueno está bien, haber si así te caes del burro.
Y así lo hicimos.
Con una pegadiza y emocionantísima canción que invitaba a bailar, empezó la cabalgata; las hadas que parecían flotar sobre el suelo abrían paso a las carrozas, donde desfilaron todas las princesas y los demás personajes, sin parar de bailar y saludar a todo el mundo con gran simpatía.
Aprovechando que mis padres se afanaban en grabar el desfile con el móvil, nos colamos en la carroza del Rey león, escondiéndonos entre unas grandes hojas.
- ¡Nos la vamos a cargar! - dijo Lauri. Yo también tenía miedo, pero era más fuerte mi curiosidad.
- No te preocupes, merecerá la pena - le dije.
Lo que os voy a contar ahora, pocas personas lo saben, ¡es un secreto!; peo no me puedo aguantar, además dice Lauri que nadie me creerá, y es mejor que así sea.
Las carrozas pasaron por una gran puerta por la que se salía del parque, y por la que no dejaron pasar a nadie. Desde nuestro escondite vimos como Mougli, Bagera y los demás, dejaban de bailar y sonreír, y hablaban entre si. Se les veía cansados. La música dejó de sonar, y avanzamos unos metros por un camino rodeado de grandes árboles, hasta llegar a una enorme piedra. Entonces, Adalino se adelantó y dijo en voz alta:
- ¡Abrete, sésamo!
La enorme roca rodó sobre si misma, dejando a descubierto una cueva de la que surgía una intensa luz.
Lo que allí vimo, superaba con creces todo lo visto en el parque, incluso nuestros más disparatados sueños:
Grandes puertas daban paso a los mágicos reinos de las princesas. Junto al reino helado de Fronce, se encontraba el palacio de La Bella y Bestia, al lado del País de Nunca Jamás y la sabana del Rey León......
y cada carroza se adentró en su reino, donde princesas y demás, disfrutaron de un merecido descanso.
La bronca que nos ganamos cuando volvimos al parque fue monumental, menos mal que Mickey intercedió por nosotros, alegando que nos habíamos perdido.
Las aventuras que vivimos en los reinos de los cuentos merecen una mención aparte; y lo mejor de todo fueron las setas que nos dio el gato de Alicia, con las que podemos volver a ellos siempre que queremos, o volando de la mano de Peter Pan, en la alfombrar de Jazmín, dando un silbidito.....................
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