Cuentos para contar.

viernes, 31 de enero de 2014

"Manchitas":Una vaca diferente

En el país de las vacas, reinaba la paz. De vez en cuando, algún lobo u oso que pasaba por allí, se comía alguna vaca; pero en general, llevaban una plácida vida dedicada a pastar y dar leche.
Allí  vivía “Manchitas”, con su mamá “Celeste”. “Manchitas” era una vaca un tanto especial, porque le gustaba nadar en el lago y subirse a los árboles;  Por eso, las demás vacas se burlaban de ella:
“-¡Mirad! ¡Una vaca nadando! ¿Se creerá un pez? ¡Mirad! ¡Una vaca subida a un árbol! ¿Se creerá un pájaro?”
 “Celeste”, la mamá de “Manchitas”, le llevaba al lago para que nadase, y al bosque para que se subiera a los árboles, y le decía: “- No hagas caso de las burlas; haz lo que te guste de veras.”
Un día, pasó por el país de las vacas un lobo  ¡Y se comió 2 vacas! Que pastaban plácidamente. Al  ver que las vacas eran presas fáciles, volvió cuando tuvo hambre  ¡Y se comió otras 2 vacas! Entonces se encontró con “Manchitas”, y como aún no había saciado su apetito, intentó comérsela; pero “Manchitas” se tiró al lago, y como el lobo no sabía nadar, se quedó en la orilla maldiciendo.
Las vacas le suplicaron a “Manchitas” que les enseñara a nadar, para que el lobo no les pudiera comer; y así lo hizo, y cada vez que el lobo aparecía, las vacas se tiraban al lago y se ponían a salvo. El lobo, frustrado, se fue para nunca volver.
De nuevo reinaba la paz en el país de las vacas ¡Hasta que apareció un oso! Las vacas se tiraron al lago para ponerse a salvo, ¡pero el oso sabía nadar! Y yendo tras ellas, ¡se comió a 4!, ¡estaba hambriento! De nuevo el oso volvió a la hora del almuerzo, y se encontró con “Manchitas y  su mamá”. -¡Escapa!- le dijo “Celeste” a su hija -¡súbete a un árbol!
“Manchitas”, con su gran habilidad para trepar a los árboles, subió hasta la rama más alta de un roble; pero su mamá no pudo escapar del oso, y éste se la comió de un bocado. “Manchitas” se quedó muy triste y desconsolada, porque su mamá ya nunca más estaría  con ella.
Las vacas, le rogaron a “Manchitas” que les enseñara a trepar a los árboles, y así lo hizo. El oso, que no sabía trepar,  veía, ofuscado y rabioso, como las vacas se subían a los árboles cada vez que se acercaba, escapando de sus garras. Y se fue para nunca volver.
Una noche, mientras todas las vacas dormían, se oyó un gran grito en el prado que despertó a todas las vacas. Se trataba de un terrorífico fantasma, que con su sábana y sus cadenas arrastrando entre las piedras, gritaba a plena voz: “-¡Os voy a devorar a todas!”
Las vacas escaparon  espantadas;  unas  se subían a los árboles, otras se lanzaban al río, pero ninguna podía escapar del horripilante fantasma. Del susto, al día siguiente, ni  pudieron dar leche. Por la noche, el fantasma volvió a aparecer, con la misma cantinela:”-¡Os voy a devorar a todas!  ”Las vacas se escondieron como pudieron, menos “Manchitas”. “-hay algo en ese fantasma que me resulta familiar-” pensaba. “-Esa voz……….-”.
-¿Mamá? ¿Eres tú?- le dijo al fantasma.
-  Si “manchitas”, soy tu mamá.
“Manchitas” se puso muy contenta; pero su mamá era un fantasma, y tenía que ayudarle.
-Mamá, ¿porqué asustas a las demás vacas?
- Porque se burlan de ti, y ¡pagarán por ello!
- ¡Pero mamá!, ¡ya no lo hacen,  desde que les enseñé a nadar y a trepar  para escapar del lobo y del oso, me respetan y me quieren!
“Celeste” se dio cuenta de que su hija decía la verdad,  por lo que perdonó a las demás vacas.
-Entonces puedo irme en paz- dijo- estaré siempre contigo-;  y con un fogonazo que iluminó el cielo, el fantasma se convirtió en una estrella.
Cada noche, “manchitas” contempla la estrella y habla con ella en su corazón.

Desde entonces, las vacas del país de las vacas, nadan en el lago y trepan a los árboles, gracias a “manchitas”, una vaca que se atrevió a ser diferente.

viernes, 24 de enero de 2014

La gran carrera

¡Sólo quedaba un día para la gran carrera! Los participantes: El leopardo, la rana, el canguro, y la mariquita, se habían preparado a conciencia.
Las apuestas se inclinaban aplastantemente por el leopardo, seguido de cerca por el canguro. Nadie daba un euro por la rana, y menos por la mariquita.

La mamá de la mariquita, le arropaba en la cama antes de dormirse. -No sé cómo se te a ocurrido participar en la carrera- le decía.
-Es mi sueño mamá.
-¡Pero si sólo eres una simple mariquita! ¿Cómo piensas que puedes ganarle al leopardo o al canguro? ¡Ni siquiera a la rana le puedes ganar!
-¡he entrenado mucho!; además, no me importa si gano o pierdo.
-Tú verás lo que haces, pero vas a hacer el ridículo.
La mariquita quedó apesadumbrada por la falta de confianza de su madre; pero recordó los buenos ratos que había pasado en los entrenamientos, y se durmió satisfecha, con una impaciente emoción cosquilleando su estómago.

Los corredores se encontraban en la línea de salida; la expectación era máxima; todos los medios de comunicación habían acudido para cubrirla; el búho dio el pistoletazo de salida, y los corredores salieron raudos hacia la meta, ¡y la gloria!
El leopardo, con grandes zancadas, cogió ventaja al resto de corredores; pero al llegar al desfiladero, se encontró con que un desprendimiento había hecho rodar una gran piedra, que taponaba el camino, por lo que no pudo seguir.
El 2º en llegar fue el canguro; que dando un tremendo salto, pasó por encima de la piedra. La rana tampoco tuvo problemas para saltar por encima de la piedra con sus poderosas ancas. Al rato llegó la mariquita, que pacientemente, trepó por la piedra con sus patitas pegajosas.

El canguro iba en cabeza, seguido de cerca por la rana; hasta que dio con un arroyo que cruzaba el camino; las últimas lluvias habían hecho desbordar el río. El canguro, que no sabía nadar, vio así frustrada su participación en la carrera. La rana, perfecta nadadora, se arrojó al agua, y cruzó el arroyo poniéndose en cabeza. ¿Y la mariquita?; llegó al rato, ¡mucho rato!, y desplegando sus alitas, cruzó el arroyo por el cielo.

La rana, exultante, se veía ya vencedora; cuando una mano la agarró por el pescuezo: ¡Era un niño!, que no pudo resistirse en coger a la rana y llevársela a su casa para jugar con ella.
En la línea de meta ¡nadie daba crédito a sus ojos!; ¡la pequeña mariquita llegaba en 1ª posición!; levantó sus 2 patitas delanteras como símbolo de victoria, y la cruzó, eufórica, entre flashes y aplausos.



sábado, 11 de enero de 2014

Ravioli: Amo del mundo (parte 5ª)

El siniestro plan de Igor

Ravioli y Malapata, con Rodi cogido del pescuezo, subieron las escaleras del torreón hasta la sala donde se encontraba "El espejo de Kambala". Los cuerpos amontonados de varios zombies puso en alerta a Ravioli, que cautelosamente empujó la puerta entreabierta de la sala.
- ¡Pasar, pasar!, ¡os estaba esperando! - dijo una voz desde su interior.
La estancia estaba rodeada de espejos, puestos de tal forma que el reflejo de todo el que entraba en la sala rebotaba en ellos hasta quedar reflejado en "El espejo de Kambala", que se levantaba majestuoso en un ala de la misma.
- ¿Quien eres? - Gritó Ravioli extrañado.
- Soy Igor, el hijo del príncipe de las tinieblas.
- ¡Un maldito chupasangre!; por eso no te hace efecto el poder del espejo.....................¿Y que es lo que quieres?.
- ¡Quiero el espejo!.
- Pues no te va a ser fácil conseguirlo. ¡Ve a por él! - le gritó a Malapata.
- ¡Como se acerque algún apestoso zombie, rompo el espejo! - dijo Igor blandiendo un candelabro.
-¡No!, ¡espera!, podemos llegar a un acuerdo.
-¡No hay acuerdo que valga!, ¡con el poder del espejo robaré el reflejo del sol, y las tinieblas se apoderarán de la tierra para siempre!.
- Así que ése es tu plan............... - dijo Ravioli pensativo. - Ya veo que es cierto que a los de tu especie no les gusta la luz del sol..................¡De acuerdo!, dejaré que lo hagas; a cambio compartiré la tierra contigo, es demasiado grande para un sólo rey.
El siniestro pacto llegó a buen término. Malapata y sus hombres fueron los encargados de transportar el espejo hasta la cima del monte Funji, el más alto de la región, y allí, en cuanto amaneciera, el reflejo del sol se proyectaría en la superficie del espejo quedando atrapado para siempre.

Amanecer en el monte Funji

- ¡Qué gran victoria! - Decía un Ravioli exultante a Rodi - ¡ante ti y ante Malapata, convertido en mi esclavo!.
- ¿Porqué no me has convertido en otro de tus zombies? - le preguntó Rodi.
- ¡Porque quiero que seas consciente de mi triunfo sobre ti y sobre la humanidad! - le respondió.
- ¡No vendas la pieza antes de cazarla!- le contestó Rodi.
Ya en la cima, el sol empezaba a asomarse tímidamente por el horizonte. Malapata y sus hombres, colocaron el espejo en el ángulo preciso para que éste se reflejara en él. Entonces, sucedió algo que dejó atónito a Ravioli: Malapta sacó su espada y de un certero golpe, ¡rompió el espejo en mil pedazos!. Entonces, todas las almas atrapadas en él escaparon como "lágrimas de San Lorenzo", cruzando el espacio hasta sus dueños.
- ¡Que has hecho!, ¡que has hecho! - gritaba Ravioli, de rodillas, tirándose de los pelos.
- ¡Estas malditas lentillas!- gritó Malapata, mientras se quitaba unos cristalitos blancos que tenía pegados a los iris de sus ojos - ¡me están cociendo los ojos como si fuesen guindillas!.
- ¡Pero......pero........!, ¡si eres mi esclavo!.
- ¡Ravioli, Ravioli! - dijo Rodi condescendiente - sólo hay algo de lo que Malapata es esclavo y por lo que vendería su alma, y es el brillo del oro entre sus manos.
- Pero.........¿como?.
- Antes de subir al monte Funji conseguí hablar a solas con Malapata, y le ofrecí una inmensa fortuna apadrinada por "El príncipe de las tinieblas", y ni siquiera el poder del "Espejo de Kambala" pudo superar la insaciable sed de oro de Malapata.
- ¡Deja de hablar y dame mi oro sabandija! - bramó Malapata -  ¡o te convierto en cebo para tiburones!.
Entonces, entrecortada en el horizonte, apareció la digna silueta del "Príncipe de las tinieblas".
- Tranquilo Malapata, tendrás el oro prometido. En cuanto a ti Igor - dijo dirigiéndose a su hijo - tendrás que rendir cuentas ante mi y ante el consejo.
- ¡Pero padre!, ¡lo hice por el bien de nuestra especie!.
- ¿ De nuestra especie?, ¿o de tus ansias de poder?.. ¡ Me has decepcionado hijo!.
Igor bajó la cabeza apesadumbrado.
Rodi contemplaba la escena satisfecho, hasta que le invadió un temor:
- ¿Donde está Ravioli? - preguntó mirando alrededor. Todos le buscaron extrañados: ¡Había desaparecido!.


sábado, 4 de enero de 2014

Ravioli: Amo del mundo (parte 4ª)

Asalto a la fortaleza infernal

Igor, el hijo del Conde, y Rodi, se internaron en el pantano. Allí se encontraba el acceso a un pasadizo que llevaba hasta la  fortaleza Infernal, donde Ravioli había reunido su ejército de zombies. El Conde conocía todos los secretos de la fortaleza, ya que ésta había pertenecido a sus antepasados.
- ¿No deberíamos haber traído más hombres? - se lamentaba Rodi.
- Me basto y me sobro para acabar con cualquier estúpido zombie - respondió Igor.
- ¡Pero habrá todo un ejército!, y entre ellos Malapata y sus hombres, que te aseguro que son duros de pelar.
- ¡Tonterías!, ¿no sabes que los de mi especie tenemos la fuerza de 10 hombres?. Mira allí está la entrada.
- Sólo veo una roca.
Igor, cogió la roca como si fuera una pluma y la arrojó lejos. Debajo había unas escaleras que llevaban a un subterráneo.
- ¡Venga, no tenemos tiempo que perder! - gritó Igor.
"Pues si que es fuerte el condenado" - pensaba Rodi.
Encendieron unas antorchas y se internaron en el túnel. Al cabo de unas horas el pasadizo empezó a ascender, hasta una trampilla. Al otro lado se encontraban las caballerizas de la fortaleza. Igor levantó la trampilla, miró alrededor, y de un salto se plantó en medio de los caballos, que asustados empezaron a relinchar.
-¡ Tranquilos!, ¡no pasa nada! - dijo acariciando el lomo de uno de ellos.
- ¡Vamos sube! - le dijo a Rodi.
- ¿Qué tal si me ayudas?.
Suspirando, Igor cogió de una pata a Rodi y le subió a las caballerizas.
- Tenemos que llegar hasta la sala del espejo. ¿Donde estará? - preguntó Igor.
- Estará en aquella torre, es la más vigilada - dijo Rodi señalando un alto torreón - además Malapata y sus hombres hacen guardia en la puerta, por lo que es seguro que el espejo está allí.
- Acabaré con ellos en un santiamén - dijo Igor encaramándose al marco de la ventana.
- ¡Espera!, tenemos que intentar pasar desapercibidos, ¡son cientos de zombies!, ¡no podrás con todos!.
- ¡Lo dudo! - contestó Rodi bajando del marco y cruzando los brazos.
Esperaron a que cayera la noche, y como una sombra más, Igor se deslizó hasta el torreón, evitando a los vigilantes. Entonces escaló el muro con ágiles movimientos arácnidos, y entró por la ventana más alta.
Mientras, Rodi se dirigió hasta la puerta del torreón, donde se encontraban Malapata y sus hombres. Este, en cuanto le vio, le agarró por el pescuezo.
- ¡Malapata!, ¡que soy Rodi! - le dijo.
Sin inmutarse, Malapata le arrastró a presencia de Ravioli, que cenaba opíparamente en el comedor del castillo.
- ¡Vaya!, ¡a quien tenemos aquí!, ¡si es Rodi, el famoso contramaestre de Malapata ! - dijo al verles.
- ¡Eres un maldito loco! -  gritó Rodi.
- Un loco con mucho poder - respondió Ravioli.
- ¡No eres nada sin el espejo!.
- ¡ Pero el espejo es mío!, ¡ todos me obedecen a mí!, ¡y tú serás el próximo!; ¡Vamos! - dijo Ravioli levantándose de la mesa.
 Malapata cogió de nuevo a Rodi, y se dirigieron al torreón donde estaba el Espejo de Kambala: ¡La suerte estaba echada!.